Trabajo Metodología Del Trabajo Académico
Enviado por ardellis • 19 de Abril de 2014 • 432 Palabras (2 Páginas) • 272 Visitas
APORTE INDIVIDUAL COLABORATIVO 1
EVALUACION DE PROCESOS Y PRODUCTOS DE APRENDIZAJE
NOMBRE
ARDELLIS PALACIOS CORREA
CÓDIGO: 1.035.416.703
GRUPO: 90002_20
UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA-UNAD
30-0302014
APRENDIZAJE AUTÓNOMO
EVALUACION DE PROCESOS Y PRODUCTOS DE APRENDIZAJE
Si concebimos el aprendizaje como un proceso, con sus progresos y dificultades e incluso retrocesos, resultaría lógico concebir la enseñanza como un proceso de ayuda a los alumnos. La evaluación de la enseñanza, por tanto, no puede ni debe concebirse al margen de la evaluación del aprendizaje. Ignorar este principio equivale, por una parte, a condenar la evaluación de la enseñanza a una práctica más o menos formal y, por otra, a limitar el interés de la evaluación de los aprendizajes a su potencial utilidad para tomar decisiones de promoción, acreditación o titulación. Cuando evaluamos los aprendizajes que han realizado los alumnos, estamos también evaluando, se quiera o no, la enseñanza que hemos llevado a cabo. La evaluación nunca lo es, en sentido riguroso, de la enseñanza o del aprendizaje, sino más bien de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
La evaluación inicial permite adecuar las intenciones a los conocimientos previos y necesidades de los alumnos. Decidir qué tipo de ayuda es la más adecuada cuando se accede a un nuevo aprendizaje, requiere conocer cómo se ha resuelto la fase anterior, cuáles son los esquemas de conocimiento del alumno, su actitud, interés, nivel de competencia en cuanto a el producto.
la evaluación final permite conocer si el grado de aprendizaje que para cada alumno habíamos señalado, se ha conseguido o no, y cuál es el punto de partida para una nueva intervención. La evaluación final toma datos de la evaluación formativa, es decir, los obtenidos durante el proceso, y añade a éstos, otros obtenidos de forma más puntual.
Concepto personal
Si concebimos el aprendizaje como un proceso, con sus progresos y dificultades e incluso retrocesos, resultaría lógico concebir el aprendizaje como un proceso de ayuda a los alumnos. La evaluación del producto, por tanto, no puede ni debe concebirse al margen de la evaluación del aprendizaje. Ignorar este principio equivale, por una parte, a condenar la evaluación del producto a una práctica más o menos formal y, por otra, a limitar el interés de la evaluación a su potencial utilidad para tomar decisiones de promoción, acreditación o titulación. Cuando evaluamos los productos o procesos que han realizado los alumnos, estamos también evaluando, se quiera o no, la enseñanza que hemos llevado a cabo. La evaluación nunca lo es, en sentido riguroso, de la enseñanza o del aprendizaje,
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