Trabajo numero 1 politicas
Enviado por luismi030112 • 6 de Julio de 2017 • Resumen • 1.795 Palabras (8 Páginas) • 246 Visitas
Actividad Nro. 1
Elija una o más imágenes y articule los conceptos vistos en la primera presencial.
La idea es que den cuenta de la lectura realizada y lo trabajado en clase… la manera que elijan hacerlo es libre y en grupo.
Esta actividad intenta conocernos, que se expresen, que redacten, reflexionen y ofrezca una mirada fresca acerca de una lectura de una parte de la historia de la educación argentina.
Las primeras oleadas inmigratorias fueron acompañadas de problemas habitacionales, que estuvieron presentes en Buenos Aires a partir de 1879. Estos inmigrantes solían vivir en conventillos, como el que se muestra en la imagen.[pic 1]
¿De dónde tomaron el nombre de conventillos? Algunos señalan que los conventillos tomaron su nombre de una derivación de la expresión irónica española "el convento como prostíbulo". Otros lo asocian por similitud a las construcciones monacales donde las celdas eran pequeñas, seriadas y numeradas, como las habitaciones del conventillo en Buenos Aires.
Se encontraban en el centro de la ciudad, con instalaciones precarias. Algunas fueron antiguas mansiones que fueron abandonadas por sus moradores, que se fueron a vivir al Barrio Norte tras la epidemia de fiebre amarilla de 1871. Otros eran casas tipo chorizo que se habían construido especialmente para alquilar las habitaciones. Para 1879 ya se habían multiplicado notablemente y sumaban 1770, con 51.915 habitantes.
La Municipalidad trató en vano de poner orden e higiene en los conventillos, y se establecieron medidas mínimas de habitabilidad. Pero los dueños de los inquilinatos rara vez las respetaban. Se compartían los baños, los lavatorios, las letrinas, la cocina y los lavaderos. En las piezas vivían familias enteras, a veces con seis o siete hijos, lo que provocaba hacinamiento y promiscuidad.
Los habitantes pertenecían a las más diversas esferas de la actividad ciudadana. Había gente de trabajo y también sujetos que establecían allí su guarida para vivir fuera de la legalidad. Criollos, italianos, turcos, gallegos, rusos, entre otros, convivían en ese mundo en el que no faltaban las grescas diarias. Durante las epidemias, los colchones y todos los enseres considerados sujetos a la infección pasaban a formar parte de un incendio general, para la desesperación de sus pobladores. El hacinamiento y la falta de higiene, así como las múltiples ocupaciones de sus inquilinos, condicionaron formas propias de vida social y familiar, siendo el patio del conventillo no solo escenario de escándalos y disputas, sino también en ocasiones, el ámbito propicio donde se gestaron nuevas formas de sociabilidad y solidaridad.
De esta manera se describe una forma de vida de la clase proletaria urbana, desarrollada a partir del influjo de la gran inmigración, que entre 1875 y 1910 quintuplicó la población de Buenos Aires. De la conjunción de idiomas y dialectos que luego serían integrados socialmente e incorporados al vocabulario diario de la ciudad y por todas sus clases sociales, fue formándose nuestro idioma argentino actual. Y así, a partir de los últimos treinta años del siglo XIX, comienza a perderse el castellano casi andaluz que, según algunos autores, hablaban los viejos porteños, y se van incorporando numerosas expresiones provenientes de las distintas corrientes migratorias, en especial de los italianos, los españoles y los franceses.
No será fácil para esa multitud heterogénea poder tener su casa, objetivo que cada vez se hace más difícil. Aun así, los primeros inmigrantes pudieron superar la miseria y hacerse un lugar en un país que crecía, pero que tenía los límites de su falta de industrialización y la casi nula subdivisión de la tierra. Estos problemas fueron definitorios para absorber esa cantidad de gente que llegó a nuestro país sin ninguna capacitación específica que contribuyera a su inserción en una sociedad en cambio.
¿Cómo llega la ley de Educación Gratuita y obligatoria a estos habitantes? Los hijos que vivían en los conventillos fueron en numerosos casos el objeto de muchas preocupaciones y la realidad de la Argentina de esa época les dio al menos algún espacio para crecer, alguna posibilidades de progreso, a través de una segura educación para todos, gracias a la Ley 1420 de educación gratuita y obligatoria. Y a través de esas herramientas el país los fue integrando poco a poco, a gusto de muchos y a disgusto de otros, que consideraban al inmigrante el invasor, y a sus hijos un peligro de trastoque de la realidad social, ya que educación significaba también capacitación para el pensar, deseo de participar en la cosa pública, conocimiento del derecho a una mejor forma de vida.
Lo cual nos lleva a la segunda imagen. En ella se observa el patio de una escuela, mayormente ocupado por filas y filas de niños en guardapolvo blanco, escoltados por un par de adultos. El tamaño de estos últimos, así como su vestimenta (negra) contrasta enormemente con las figuras de los más pequeños, marcando aún más la diferencia y la asimetría entre ambos.
La mera existencia de esta foto puede atribuirse a la ley 1420. La Ley 1420, promulgada en 1884, de educación popular, gratuita, laica y obligatoria, que Sarmiento impulsó en la segunda mitad del Siglo XIX tuvo consecuencias extraordinarias para nuestro país. Conformó un único sistema educativo a nivel nacional.[pic 2]
La obra impulsada por Sarmiento entre 1868 y 1874 consistió en poner a la educación como prioridad del país que se estaba formando, y proveer los recursos humanos y económicos para asegurar su implementación con un alto nivel de calidad con una mirada de largo plazo. Este proceso comenzó al inicio de la presidencia de Sarmiento, continuó durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, y culminó con la sanción de la ley durante la presidencia de Julio Argentino Roca.
El orden y el progreso eran los principios más valorados por aquel entonces, y ambos se ven reflejados en esta foto. Los niños están quietos y ordenados, aguardando instrucciones de los mayores, quienes los guiarán, con rectitud, hacia el progreso, tanto personal como nacional. Y es que en esa época nadie dudaba que el progreso en la educación implicaba el progreso de la nación.
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