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Un presente fugaz y un futuro incierto


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2019  •  Ensayo  •  18.721 Palabras (75 Páginas)  •  146 Visitas

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Un presente fugaz y un futuro incierto.

Por mhdt.

Quizás sería una situación demasiado violenta pedirte que me relataras, con la forma de un cuento para niños, lo que significo para ti. Quizás sería una situación demasiado incómoda encogerme de hombros cuando me preguntaras el porqué de dicho deseo.

Pero es que necesito, tanto como el aire para respirar o como el fuego para entrar en calor, que me digas que soy cada latido de tu corazón. Cada gota de una tormenta que descarga su agua sobre ti. Cada palabra que escapa de tus labios.

Y quizás no debería decirte que no dejes de mirarme, pues no sería conveniente confesarte que es para poder enamorarme más de ti. No debería, pues esos momentos se desarrollan únicamente en mis sueños. Y mis sueños son incompatibles con la realidad.

Y no sería capaz de decirte que cada letra que escribo va única y especialmente dedicada a ti, pues sería incapaz de confirmarte en qué momento mis ojos se desviaban continuamente hacía tu figura. Incapaz de confirmarte en qué momento mis labios anhelaron viajar por tu boca, ni cuando mis ojos comenzaron a navegar por tus pupilas.

Así que supongo que me quedaré aquí, tapada con una manta y con la cabeza escondida bajo una almohada. Construiré un muro de hielo y una barrera de fuego en torno a mi corazón, y me tendré que resignar a ver tu rostro cada vez que cierre los ojos.

Pero lo averiguaré. Cruzaré mares, saltaré acantilados, atravesaré hogueras y derribaré murallas. Haré todo lo que sea necesario para saber cómo hacerlo. Para descubrir la manera para que, cuando te diga "te quiero", tu me respondas "yo también".

 

Prólogo.

***

Beth suspiró una vez más antes de pasar la página. El café se le había enfriado y el croissant ya no estaba crujiente. Notaba sobre ella las miradas asesinas de un camarero harto de preguntarle si necesitaba algo más y de clientes que entraban y salían antes de que ella le diera un simple sorbo a su bebida.

Apretó los dientes para que una lágrima no se deslizara por su mejilla derecha y pasó otra página. Comenzaba a mirar el reloj con demasiada frecuencia, siendo consciente de que si no se levantaba llegaría tarde al trabajo. Otra vez.

Se mordió el labio inferior y cogió la hoja entre los dedos, dispuesta a pasarla, pero unos gritos se lo impidieron. Levantó la vista de su libro, molesta, y la fijó en la esquina de la cafetería, donde un grupo de cinco chicos reía escandalosamente.

Volvió a bajar la vista y la fijó en las letras negras que la tenían atrapada en un mundo de fantasía. Pasó de nuevo otra hoja y, justo cuando estaba empezando a sonreír por las acciones de los personajes del libro, un ruido sordo hizo que diera un pequeño bote en la silla y que se llevara la mano al pecho.

Uno de los chicos, el de la camiseta a rayas, había caído al suelo. Se revolcaba por las baldosas, riéndose a carcajadas mientras ponía una mano en su estómago y golpeaba el suelo con la otra. El susodicho giró la cabeza y posó sus ojos sobre los de Beth, quien se sonrojó al verse descubierta.

La sonrisa del desconocido se hizo más ancha al ver sus ojos asustados y, sin molestarse en levantarse del suelo, alzó el dedo pulgar y le gritó:

-No te preocupes, preciosa. Estoy bien.

Beth sonrió suavemente, sacudió la cabeza de un lado para otro y cerró el libro. Llegaba tarde a trabajar.

 

 ***

La mañana era fría y el cielo oscuro cuando entró a la cafetería de siempre, rebuscando unas monedas sueltas en su monedero y sacando el libro de su bolso. Levantó la vista y se quedó parada bajo el umbral de la puerta. El chico que el día anterior había estado tirado por el suelo ahora estaba apoyado despreocupado en la barra mirando a la puerta con una pequeña sonrisa.

Beth frunció el ceño y terminó de entrar en la cafetería. Se sentó en su mesa de siempre y el camarero le trajo su café y su croissant, siendo recompensado por un par de monedas. Abrió el libro por la misma página por la que se había quedado el día anterior y volvió a sumergirse en ese mundo enteramente suyo.

Cuando el café se asemejaba a un cubito de hielo y el croissant podía hacer el papel de una piedra, Beth cerró el libro y miró angustiada la hora. Volvería a llegar tarde a trabajar. Se levantó apresuradamente y se colgó el bolso del hombro pero, cuando estaba empezando a caminar hacia la puerta, lo vio.

El chico de la camiseta de rayas estaba frente a ella, con una gran sonrisa decorando su rostro y con los ojos brillantes.

-Hola - le dijo en tono jovial.

Louis inspeccionó con detenimiento la cara de la joven, pero no vio ningún cambio en ella. Su expresión parecía inmutable. Pero, si se hubiera fijado bien, hubiera detectado una casi imperceptible sonrisa.

-Me llamo Louis.

Solo detectó indiferencia y la rabia bullendo en su interior. Si no hubiera sido así, quizás hubiera notado que los ojos de la joven brillaban más que unos pocos segundos atrás.

- Quería preguntarte si te gustaría desayunar conmigo mañana.

Ni una afirmación ni una negación. Ni siquiera movió la cabeza hacia un lado. Ni siquiera mostró una pequeña sonrisa. Y fue precisamente por la mirada fulminante que le estaba dedicando, que no agachó la vista y no se percató de que la chica sacaba disimuladamente una pequeña libreta y un bolígrafo de su bolso.

-Olvídalo - le espetó con furia mientras se daba la vuelta.

Si no se hubiera dado la vuelta, habría visto como los ojos de la chica que dejaba caer los brazos, abatida, se apagaban, dejando escapar la chispa que los mantenía con vida.

 

***

-¡BETH!

La chica se giró con el pánico reflejado en sus ojos y miró con temor a su jefa, que se acercaba a ella con paso furioso.

-Deberías haber llegado hace diez minutos.

Beth bajó la vista, abochornada por la escena que se repetía día tras día.

-¿Sabes? Si sigues así, nunca podrás ascender. Serás para siempre la chica de los cafés. Deberías tenerme más respeto. Tu "sueño" está en mis manos.

...

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