Unión Solo Con El Pueblo

“UNIÓN SÓLO CON EL PUEBLO”

Nosotros, el pueblo heredero de los Incas, hemos decidido alcanzar el florecimiento de la Libertad, la Justicia, la Cultura y la Grandeza, los grandes principios que nos mueven. Sin embargo nos vemos impedidos de hacerlo debido al doble dominio, interno y externo, generados por el capitalismo.

El mal histórico del dominio externo.

Generado por el capitalismo, que inicia al presidir el saqueo a los Incas y Aztecas. La gran cantidad de tesoros robados sirvieron para que se hicieran inmensamente ricos y fortalecieran los imperios que a partir de entonces campearon en el mundo. Cuando mermaron, por el robo, estos tesoros, nuestras minas de plata alimentaron su voracidad durante cerca de dos siglos y medio más.

La independencia proclamada, no nos libró del dominio externo, porque el lugar de España lo vino a ocupar Inglaterra, quien al precisar de nuestro abono de isla y salitre peruano, y ver con desagrado nuestra política de administración de estos bienes, armaron junto con Prusia, la mano agresora de los gobernantes chilenos de 1879 que, así respaldados, se lanzaron a la consumación de la infausta Guerra del Pacífico.

La apertura del Canal de Panamá y el desarrollo de las dos guerras mundiales, elevan a los Estados Unidos a la hegemonía del capitalismo internacional, con la que vienen las gigantescas corporaciones transnacionales, que imponen a los países como el Perú, formas globales de dominio imperialista.

El mal histórico del dominio interno.

Una consecuencia y complemento del dominio externo; ambos se han constituido históricamente, se apoyan entre sí y, lógicamente, desaparecerán juntos.

Durante los tiempos coloniales se estableció una oligarquía nativa que sumó privilegios bajo la égida de la burocracia virreinal, sus miembros participaron del boato y dispendio de la corte virreinal, tuvieron acceso a los cargos burocráticos, disfrutaron de prebendas, explotaron a los trabajadores de las minas y de los obrajes, se aprovecharon del trabajo gratuito de los indios, se enriquecieron del monopolio comercial que les otorgó la corona española, y a cambio de ello, se tornaron en furiosos defensores del imperio colonial hispánico.

Los Oficiales coloniales, que en una abrumadora mayoría eran criollos, fueron los grandes derrotados de Ayacucho, y por tanto fueron también los que capitularon al terminar la batalla, siéndoseles reconocidos todos sus viejos privilegios, derechos y prerrogativas provenientes del coloniaje. El último reducto en rendirse fue el de los Castillos del Callao, a éstos, Bolivar les otorgó una capitulación igual a la de Ayacucho. Y desgraciadamente fue así: los capitulados de Ayacucho y de los Castillos del Callao, durante la República continuaron detentando sus antiguos privilegios y situación dominante y suprema.

En cambio, los luchadores de la causa Independiente, que fueron los indios y el pueblo en general, con el advenimiento de la república vieron empeorar su situación, pues, a la explotación de que siguieron siendo objeto, se les añadió el despojo acrecentando de sus tierras.

Pero hoy, como ocurrió también ayer, esa oligarquía se refuerza con gentes venidas de las altas esperas gubernamentales, del mismo modo que el Estado toma sus servicios personales para constituir el sector del capitalismo de Estado; y hoy como ayer, esa oligarquía no es sino la intermediaria con el poder imperialista externo. Su hegemonía , pues, está ligada al destino del imperialismo,

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