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Enviado por   •  5 de Febrero de 2015  •  2.882 Palabras (12 Páginas)  •  194 Visitas

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LA HISTORIA DE LA DANZA

La Historia de la danza estudia la evolución de la danza a través del tiempo. Desde la prehistoria el ser humano ha tenido la necesidad de comunicarse corporalmente, con movimientos que expresaban sentimientos y estados de ánimo.

Estos primeros movimientos rítmicos sirvieron igualmente para ritualizar importantes (nacimientos, defunciones, bodas). En principio, la danza tenía un componente ritual, celebrado en ceremonias de fecundidad, caza o guerra, o de diversa índole religiosa, donde la propia respiración y los latidos del corazón sirvieron para otorgar una primera cadencia a la danza.

El baile de los coribantes inventado por los curetos o coribantes, ministros de la religión bajo los primeros titanes, lo ejecutaban al son de tambores, de pífanos, zampoñas y al tumultuoso estrépito de los cascabeles, lanzas, espadas y escudos. La fábula dice que con el ruido de dicho baile salvaron de la barbarie de Saturno al pequeño Júpiter, cuya educación les había sido confiada.

Las danzas o bailes campestres, que se dice fueron inventados por el dios Pan, se ejecutaban en los bosques y parajes deliciosos por jóvenes de ambos sexos coronados de ramos de encina y guirnaldas de flores.

Grecia fue el primer lugar donde la danza fue considerada un arte, teniendo una musa dedicada a ella: Terpsícore. Los primeros vestigios provienen de los cultos a Dioniso (ditirambos), mientras que fue en las tragedias —principalmente las de Esquilo— donde se desarrolló como técnica, en los movimientos rítmicos del coro.

Los griegos conocieron este arte desde tiempo inmemorial, y en el octavo libro de La Odisea vemos que los feacios obsequiaron ya en aquellos remotos tiempos al hijo de Laertes recién llegado a la corte de Alcínoo con un baile ejecutado por una tropa de jóvenes al son de la armoniosa lira de Demódoco, los que bailaron con tanto primor y ligereza que Ulises quedó arrebatado por la encantadora movilidad de sus pies. A las sabias leyes de Platón se debió el que este arte llegase al último grado de perfección entre los griegos, como que ateneo nos dice que los escultores más hábiles iban a estudiar y dibujar las varias actitudes de los bailarines, para copiarlas después en sus obras.

Platón reconoció tres especies de danzas, dos de «honestas» y una de sospechosa:

• La primera, de pura imitación, que con dignidad y nobleza se ajusta a las expresiones del canto y de la poesía.

• La segunda, destinada a procurar la salud, ligereza y buena gracia en el cuerpo.

• La tercera o sospechosa era de las bacantes y otras semejantes que con pretexto de cumplir con ciertos ritos religiosos imitaba la embriaguez y se abandonaban a toda suerte de excesos. Por esta razón, al paso que juzgó las dos primeras de la más grande utilidad para la república, desterró la última como contraria a la moral y buenas costumbres.

Los griegos introdujeron el baile en la escena, cuya invención se atribuye a Batilo de Alejandría y a Pílades: el primero lo unió a la comedia y, el segundo, a la tragedia. Esta diversión, que forma uno de los principales placeres de la juventud, no podía menos de gustar a los romanos y a los demás pueblos que les sucedieron.

Como es considerado el inventor de las danzas con que los griegos y romanos adornaron sus banquetes. Primero fueron como unos intermedios de aquellas comidas que la alegría y la amistad ordenaban en las familias, pero el placer, la glotonería y el vino dieron después mayor extensión a este divertimento, degenerando de su primitivo origen.

Sócrates es alabado por los filósofos que le sucedieron porque bailaba con primor. Platón mereció ser vituperado por haber rehusado bailar en un baile que daba un rey de Siracusa: y Severo Catón, que en los primeros años de su vida no cuidó de instruirse en un arte que ya se miraba entre los romanos como un objeto serio, creyó que debía sujetarse a los 59 años de edad a las ridículas instrucciones de un maestro de baile en Roma.

Joven y bailarina, s. V adC.

Los griegos y la mayoría de los pueblos antiguos introdujeron el baile en la mayor parte de sus ceremonias sagradas y profanas. El baile o danza sagrada es de todas la más antigua. Los judíos la practicaban en las fiestas mandadas por la Ley y para celebrar algún acontecimiento interesante. Después del paso del mar Rojo, Moisés y su hermana María bailaron en unión con otros hombres y mujeres y David hizo lo mismo delante del Arca en señal de alegría. La danza o baile astronómico inventado por los egipcios e imitado luego por los griegos se reducía a representar al son de tocatas armoniosas y por medio de pasos mesurados y figuras bien diseñadas el movimiento y curso de los astros.

El baile armado o «danza pírrica», cuva invención se atribuye a Pirro hijo de Aquiles, que la ejecutó por primera vez delante de la tumba de su padre, se hacía con la espada, la lanza y el escudo. En medio de ella ejecutaban todas las evoluciones militares de aquellos tiempos, y formaba una parte de la educación de la juventud de Lacedemonia.

Este baile se llamaba también por los griegos menafítico y se decía lo había inventado Minerva para celebrar la victoria de los dioses y el abatimiento de los titanes.

Los espartanos iban al combate danzando. La danza de los festines se ejecutaba en los intermedios o después de los banquetes. El sonido de muchos instrumentos reunidos invitaba a los convidados a nuevos placeres: los poetas dicen que Baco inventó este baile cuando volvió de Egipto.

Se llamaba «baile de la inocencia» a una danza que se hacía en Lacedemonia por las doncellas de aquella ciudad enteramente desnudas delante del altar de Diana, con graciosas y modestas actitudes y con pasos lentos y graves. Helena se ejercitaba en este baile cuando fue vista por Paris, el que, enamorado, la robó. Licurgo, al reformar las leyes de los lacedemonios, conservó esta danza, la que probablemente no consideraría perjudicial a las buenas costumbres.

Los «bailes fúnebres» se ejecutaban en las exequias y funerales. En los de un rey de Atenas, por ejemplo, una escogida tropa vestida de largas ropas blancas rompía la marcha. Dos órdenes de jóvenes precedían al féretro circuido de otros dos coros de doncellas. Llevaban todos coronas y ramos de ciprés y formaban bailes graves y majestuosos al son de sinfonías lúgubres. Luego venían los sacerdotes de las diversas divinidades del Ática, adornados con los signos distintivos de su carácter. Caminaban lentamente y en cadencia, cantando himnos en alabanza del

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