Violación en México

Planteamiento del problema

Nuestro país tiene el primer lugar en agresión sexual contra mujeres y menores de edad, según datos de 2010 de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Alrededor de cuatro y medio millones de niñas y niños son víctimas de abuso sexual, así mismo el cuarenta y siete por ciento de las mujeres mayores de 15 años han sufrido violencia sexual. Se estima que hay más de ciento veinte mil violaciones por año, tomando en cuenta los estudios de inseguridad que nos indican que por cada delito denunciado existen ocho que no se revelan; esto quiere decir que cada cuatro minutos, una persona, ya sea mayor o menor de edad, es víctima del delito de abuso sexual.

Algunos estudios califican a los agresores sexuales con una probabilidad muy alta de reincidencia, ya que el setenta por ciento de los violadores no piensa en sus víctimas, pero se ha demostrado que este riesgo de reincidencia puede disminuir notablemente, de un veinte a un seis por ciento, cuando se ha sometido el agresor a algún tipo de programa de ayuda.

Derivado de estas cifras, podemos notar que son esenciales nuevas medidas de protección a las potenciales víctimas.

Los agresores sexuales o violadores, con alta tasa de reincidencia, son difíciles de condicionar por medio de los sistemas penitenciarios en el país, ya que estos no están adaptados para poder tratar de manera más eficiente a este tipo de criminales y así lograr reinsertarlos a la sociedad.

La castración química conlleva a la administración de medicamentos, estos pueden ser vía oral o por medio de inyecciones, con el objetivo de eliminar el interés sexual e imposibilitar al agresor para llevar a cabo la realización de actos sexuales; lo cual nos ayudaría bastante a disminuir el índice de violaciones por reincidencia. Este método puede resultar muy efectivo, ya que no viola los derechos de una persona al no ser una pena de mutilación (artículo veintidós constitucional), ni les inhibe de ejercer su derecho a tener una familia (artículo cuarto constitucional), toda vez que los efectos de esta medida son reversibles, una vez que la persona deja de tomar el tratamiento, el interés y la capacidad sexual vuelven.

Si analizamos a profundidad esto, podemos darnos cuenta que de este modo y con las reformas debidas, los centros de reinserción social estarían llevando a cabo su tarea de una manera más efectiva, ya que en el caso de los delincuentes sexuales, estos pueden someterse a medidas de libertad vigilada o libertad condicional, una vez que sean sometidos al tratamiento y de este modo, es más probable que se lleve a cabo una exitosa reinserción a la sociedad, además, se estaría reduciendo el índice de agresiones sexuales, aumentando de este modo la seguridad civil.

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