Violencia contra los niños con discapacidad
Enviado por Ana Sofía López • 3 de Septiembre de 2021 • Ensayo • 2.079 Palabras (9 Páginas) • 227 Visitas
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ENSAYO Tercer Parcial:
Violencia contra los niños con discapacidad
- Alumno: Ana Sofía López Hurtado.
- Nombre del asesor de trabajos: María Zorayda Robles Barrera.
- Fecha de elaboración: 16 de junio de 2021
Violencia contra los niños con discapacidad
Introducción
“La infancia con discapacidad ha sido, y sigue siendo, la población cuyos derechos han sido más impunemente negados y violados a lo largo de la historia y en la mayoría de las culturas, y, con toda probabilidad, la más vulnerable a todo tipo de maltrato.” Berástegui Pedro-Viejo, Ana, & Gómez-Bengoechea, Blanca. (2006.)
De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2018 elaborada por el INEGI, en el país residen 38.5 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años, que representan el 30.8% del total de la población. De los cuales 19.6 millones son hombres y 18.9 millones son mujeres. Y un total de 580 289 niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años presentan alguna discapacidad. De acuerdo hasta misma encuesta, las actividades con mayor proporción que presentan estos niños, niñas y adolescentes con discapacidad son: aprender, recordar o concentrarse con un porcentaje del 40.1% que equivale a 232.8 mil niños, niñas y adolescentes, ver (aunque usen lentes) con un porcentaje del 32.6% que equivale a 189.2 mil niños, niñas y adolescentes y hablar o comunicarse concentrarse con un porcentaje del 30.2% que equivale a 175.2 mil niños, niñas y adolescentes; mientras que las de menor proporción son: escuchar (aunque usen aparato auditivo) con un total de 65.6 mil niños, niñas y adolescentes con un porcentaje del 11.3%, mientras que las actividades motrices como mover o usar brazos o manos tienen un total de 63.1 mil niños, niñas y adolescentes ocupando el 10.9% de los mismos.
Desarrollo
BREVES DEFINICIONES:
El artículo 19º de la Convención sobre los Derechos del Niño y la Observación General N°13 del Comité de los Derechos del Niño, establece que se entiende por violencia contra los niños “toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.
Mientras que de acuerdo a la Norma Oficial Mexicana para la Atención Integral a personas con Discapacidad se define a la discapacidad como la “ausencia, restricción o pérdida de la habilidad para desarrollar una actividad en forma o dentro del margen considerado como normal para un ser humano.”
VIOLENCIA CONTRA LOS NIÑOS CON DISCAPACIDAD
Los niños con discapacidad se encuentran en una situación de vulnerabilidad mayor que los adultos, debido a su estado de desarrollo, su limitada capacidad jurídica y por su dependencia hacia los padres, madres y otros responsables de su cuidado. La Unicef estima que los niños con discapacidad tienen de tres a cuatro veces más probabilidades que los no discapacitados de sufrir violencia física y sexual, así como desatención, pudiendo sufrir violencia en distintos entornos como lo son la escuela, el hogar, las instituciones de acogida, entre otros y se ha señalado a través de diferentes investigaciones que los niños con discapacidad son especialmente vulnerables a malos tratos psicológicos, sexuales y físicos como ya se ha mencionado líneas arriba.
La European Union Agency for Fundamental Rights en su resumen “Violencia contra los niños con discapacidades […]” menciona que las discapacidades convierten a los niños con frecuencia en “objetos fáciles” por su imposibilidad de defenderse, sus dificultades para denunciar o la posibilidad de que no tomen en serio sus quejas; a los que se les puede adicionar diferentes condiciones como la sexual, el origen étnico, la condición de inmigrantes y el nivel socioeconómico agravando la situación anterior y cuando los servicios de protección del niño no responden adecuadamente a las necesidades específicas de estos casos, se multiplican. Por ejemplo, un miembro de un organismo nacional de derechos humanos en Reino Unido menciona lo siguiente: “Estimamos que […] un niño negro que presente “necesidades educativas especiales” y tenga un nivel económico bajo tiene 168 veces más probabilidad de ser excluido de una escuela que una niña de mayor nivel económico sin “necesidades educativas especiales”.
Los niños con discapacidad con frecuencia se ven excluidos de los servicios de protección infantil y de las iniciativas dirigidas a los niños sin discapacidades, lo que aumenta la probabilidad de que queden desatendidos tanto por los servicios generales de protección al niño como por los servicios especiales para las personas con discapacidad.
FACTORES DE VULNERABILIDAD QUE CONDICIONAN VIOLENCIA
Entre los primeros factores de vulnerabilidad, se ha señalado en diferentes fuentes que la mayor necesidad de atención en el cuidado físico o la higiene personal de muchos de los menores con discapacidad les coloca en situaciones propicias para el abuso sexual. De hecho, se menciona que el riesgo aumenta con la cantidad, y la mayor intimidad, del cuidado necesitado por el niño. Estos menores, en muchos casos, se encuentran a cargo de personas diferentes, que cambian con cierta frecuencia, lo que, por un lado, aumenta la posibilidad de sufrir abuso por parte de alguna de estas personas. En la mayoría de los casos de niños con discapacidad existe dificultad para establecer distancia y límites afectivos con los extraños, esto los pone en riesgo y dificulta el reconocimiento de determinadas conductas como inadecuadas o lesivas. Entre las dificultades para el reconocimiento de la acción abusiva como tal encontramos también, en parte por el mayor contacto físico de los cuidadores con el menor, una mayor dificultad para establecer la frontera entre el propio cuerpo y el cuerpo del otro y, con ello, de distinguir lo que es un contacto físico normal de un contacto abusivo, no sólo en el ámbito del abuso sexual, sino también del maltrato físico. Esta dificultad puede generar en el maltratador cierta sensación de impunidad al pensar erróneamente que, si la víctima no reconoce el abuso como tal, no sólo no será denunciado, sino que tampoco está generando daño y por tanto haciendo nada malo ni contrario a su dignidad.
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