Violencia de Género

Entender la violencia de género como un mal que aqueja a la sociedad actual, es desconocer el origen de este problema, ya que el problema va mucho más allá y tiene un origen mucho más remoto. Muchas veces, a través de las noticias, nos enteramos de casos en los cuales se manifiesta un odio extremo hacia la mujer. Esto se refleja en los números que arrojan las estadísticas oficiales. En Tucumán durante el año 2017, se registraron 10 casos de femicidio. Gracias a esta cifra, lamentablemente ocupamos el sexto lugar a nivel país. Buenos Aires tiene el mayor número de casos, 292 durante el mismo año.

Podemos encontrar miles de explicaciones sobre esta situación, pero como joven me interesa tratar de entender a aquellas chicas y chicos que comienzan a entablar una linda relación, que con el tiempo y de manera abrupta, se termina convirtiendo en un noviazgo violento.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de noviazgo violento? Cuando charlamos entre amigos, en clases, quizás en casa; este tema adquiere importancia porque buscamos entender como es la relación en una pareja. Se define a un noviazgo de esta característica, como a todo acto violento intencional de tipo sexual, físico, o psicológico, por parte de un miembro de la pareja contra el otro.

Las situaciones de maltrato y violencia más habituales y extendidos en parejas de adolescentes y jóvenes, están relacionadas con la manifestación de los celos y el ejercicio del control sobre la pareja. Se ponen en evidencia y son potenciados por la utilización de las tecnologías de comunicación, como celulares, computadoras, Tablet ’s, etc. y pueden ser visibles en las redes sociales.

La violencia, se manifiesta de igual forma que en las relaciones adultas, sin embargo tienen ciertas características especiales durante la etapa adolescente, donde la falta de experiencia o la idealización del amor llevan a reacciones impensadas cargadas de agresiones e irracionalidad.

Los adolescentes consideran las agresiones de su pareja como una broma o como un juego que a veces puede “irse de las manos” y confunden los reclamos y los celos, las exigencias de mantener relaciones sexuales, la invasión en su intimidad, el control de sus actividades y relaciones como una muestra de interés por parte de su pareja.

De la misma manera, entre los adolescentes es muy frecuente también el maltrato emocional, cuyos indicadores son, en general, amenazas de terminar la relación, acusaciones, descalificaciones y/o celos excesivos.

En estos casos, el problema puede ser más difícil de resolver porque al no haber golpes físicos, las adolescentes no perciben que están viviendo una relación violenta y muchas identifican esas conductas como indicadores de cariño. En efecto, muchas mujeres maltratadas durante su proceso de recuperación descubren que era evidente que la violencia en sus parejas había comenzado en el noviazgo a pesar que nunca lo habían percibido de ese modo. Es importante precisar que los aspectos negativos que derivan de la masculinidad tienen que estar considerados como frutos de un consenso social que involucra tanto a los hombres como a las mujeres.

Es común que en este tipo de relaciones, las parejas tiendan a caer en un círculo vicioso de los cuales es difícil salir, ya que el agresor tiende a estar arrepentido del acto cometido y suele pedir disculpas. Se comporta de manera cariñosa, tratando de enmendar el error; diciendo que “no volverá a pasar” y que fue provocado. Después de haber obtenido resultado su escena (el acto de manipular los sentimientos de la pareja agredida), con el maltrato psicológico y emocional, suelen pasar al maltrato físico leve, que podría ser tirones, jalones de cabello o abrazos con demasiado ímpetu, arañazos, etc., aumentando en intensidad, frecuencia y violencia, continuando finalmente con golpes, bofetadas y/o patadas.

Este tipo de conducta violenta continúa en la pareja al momento de la convivencia o incluso en el matrimonio, y el maltrato llega a convertirse en crónico, al punto de necesitar asistencia médica.

En nuestra tarea de sensibilización y prevención dirigida a las y los adolescentes que están construyendo un vínculo con el proyecto de vivir juntos, hay que tener en cuenta que una persona no es violenta de la noche a la mañana, existen actitudes que son síntomas que, detectados, pueden evitar situaciones de riesgo o futuras uniones más difíciles, como la convivencia o el casamiento. Pero para poder analizar estas actitudes es indispensable separar el amor de la posesión, donde el factor de los celos abusivos suele ser confundido con un positivo exceso de cariño.

¿Cómo se puede prevenir la violencia en el noviazgo? Es importante no dejar que tomen decisiones por vos, no permitir que te digan qué tienes que hacer, que te reten, te insulten, te griten o te hable con prepotencia; no debes permitir que te humillen, te alejen de la familia o amistades.

Los jóvenes toleran una relación asfixiante en lo que el sentimiento amoroso se utiliza como justificación del control que la pareja pueda

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