Violencia de género y confinamiento

Violencia de género y confinamiento

Josep Arrandis García. Sueras, 26/03/2020

El confinamiento por la crisis del coronavirus está mostrando una cara amable en muchas de las imágenes que nos llegan de hogares diferentes. Pero sabemos que hay otra serie de realidades no tan amables. Ni todos los hogares ni todas las relaciones son iguales. En este sentido, tanto pueden emerger situaciones de violencia de género, como muchas de las que ya se daban pueden reproducirse y/o agravarse, tanto si están residiendo en la misma vivienda, como si están en viviendas diferentes.  

En aquellas parejas que están compartiendo techo, el estrés que se puede generar por el confinamiento puede provocar que hombres con personalidades violentas/antisociales o aquellas que muestran su agresividad en el hogar, deriven y proyecten su malestar hacia sus parejas. Situaciones que con otro contexto podrían resolverse, pueden provocar desencuentros que lleguen a tensionar el ambiente y crear conflictos que, si no se resuelven pueden desembocar en agresiones tanto físicas como psicológicas o ambientales. En un ambiente tensionado, la violencia psicológica puede aparecer de forma constante con reproches, malas caras, exigencias, abusos en las tareas, etc. e incluso derivar en insultos, gritos, humillaciones, etc. Las agresiones físicas, cuando previamente ya se han dado, en situaciones tensionadas que derivan en conflicto pueden tener en el estrés del confinamiento un disparador que nuevamente las materialice. Esta misma situación puede favorecer que se de en parejas donde no se había dado la violencia física y sobre todo en aquellas personalidades más antisociales y perversas, las cuales, en los casos más extremos podrían llegar a agresiones que terminaran en feminicidio. Otro aspecto para tener en cuenta son las posibles agresiones sexuales que fruto del confinamiento pueden darse. Si mayoritariamente se dan en el seno de las relaciones de pareja, situaciones como la actual pueden favorecer que con mayor probabilidad se den, teniendo en cuenta además que la cesión que puede darse no significa consentimiento. La cesión puede ser el resultado de una estrategia utilizada para destensionar y calmar situaciones de agresividad, que generen miedo, o como prevención ante situaciones reconocibles que ya se estén dando.

La situación en la que las mujeres están compartiendo techo con situaciones de maltrato y violencia pueden resultar especialmente duras, entre otros aspectos por la dificultad de recibir apoyo externo y por el control que podría darse del uso de teléfono y redes sociales para comunicarse con terceros. Este hecho inhabilita y/o dificulta como recurso los teléfonos puestos a disposición de las mujeres que están sufriendo algún tipo de maltrato o violencia, dado que su uso podría derivar en agresiones de mayor intensidad. Otro aspecto que considerar es el de los hijos e hijas que en tales contextos pueden resultar agredidos, situarse como escudos de sus madres o presenciar directa o indirectamente agresiones. La esfera afectiva que todo hogar supone para un niño o niña podría verse afectada intensamente con las repercusiones emocionales en el bienestar de estos e, incluso, como forma de socialización futura, tóxica e insana.

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