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Violencia


Enviado por   •  24 de Mayo de 2012  •  591 Palabras (3 Páginas)  •  338 Visitas

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El matricida

Sobre el banquillo gris, del acusado,

se encuentra un hombre de mirar perdido

y de ver su semblante entristecido

el corazón se siente apesarado.

Hundida entre las manos la cabeza

y sumido en el mar de sus sollozos

ante la ley brutal y los curiosos

que mofándose están de su tristeza.

Grave y sereno el juez; fruncido el seño

impasible se encuentra en el estrado

sin embargo en la faz del magistrado,

se adivina un pesar jamás domeño.

El turno es del fiscal; con voz de trueno

ante la turba hostil de odio cegada

lanza su acusación de hiel cargada

cual lanza la serpiente su veneno.

¡Ahí lo tenéis señores es la bestia!

el hombre sin entrañas el ladino

el ser más despreciable ¡el asesino!

que priva de la vida sin molestia.

¡Es un chacal! malvado y truculento,

un ente sin piedad ¡un MATRICIDA!

quien con sus garras arrancó la vida

de la mujer que le brindo el sustento.

De la mujer que lo veló de niño,

de la mujer que lo forjó en su sangre,

de esa mujer que como toda madre

le arrulló alguna vez en su corpiño.

Y cómo le pagó ¡qué cruel delito!

que injusticia sin par… que cobardía

arrancarle la vida en forma impía

señores este ser ¡es un maldito!

Es un chacal y al condenarlo en suerte

que se cumpla la ley en su persona

y si Dios su pecado le perdona

¡Que la justicia le condene a muerte!

Calló el fiscal; la turba enardecida

con rugido feroz gritó al momento

¡Muera, muera; pero antes al tormento!

¡Que muera el indeseable matricida!

Habla por fin el juez desde su estrado

imponiendo silencio al ruido hecho

y dice: todo ser tiene derecho

que hable sobre el asunto el acusado.

Anegados los ojos por el llanto

la faz ajada… hirsuta la cabeza

jamás he visto tan fatal tristeza,

jamás he visto sufrimiento tanto.

… ¡Yo soy el asesino la he matado!

y lo juro ante Dios… ¡no me arrepiento!

si por ello me aplican cruel tormento

por su dicha lo doy por bien empleado.

Más mienten los que dicen que con saña

a mi madre maté, ¡miente la plebe!

yo la maté sin el dolor más leve

la maté con amor, y así no daña.

La maté con ternura, suavemente

… se extinguió su existencia tormentosa

cual leve palpitar de mariposa

y abandonó la vida… dulcemente.

Dulcemente murió, ¡cuánto la quise!

difícil es medir lo que es cariño

maté a quien me arrulló cuando era niño

sin embargo es amor; porque lo hice.

Cuántos de los hipócritas humanos

...

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