Vivir en dictadura

A veces me siento como si estuviera en Venezuela. Y no porque esté pasando escasez de suministros o algo así... sino porque me siento en una maldita dictadura en la que no puedo hacer nada diferente a lo que se me ordena; porque de no hacerlo así, en cualquier momento me caerá todo "el peso de la ley" y voy a sufrir las consecuencias.

Estoy obligado a cumplir con unas reglas absurdas, en las que:

1. Las mujeres deben asear, limpiar, organizar, cuidar a sus hijos, hacer de comer, atender a su esposo mientras éste se dedica a ver el partido acostado en su cama, etc. Y todo esto por simple "supervivencia", para poder existir y subsistir.

2. Los hijos deben cumplir todas las normas que se les indican para así poder salir adelante con la esperanza de que en cualquier momento podrán salir de todo eso; deben aguantar que su padre la mayoría del tiempo está trabajando y cuando no lo hace, se la pasa por fuera de casa y que su única "muestra de afecto" (o al menos la más gratificante para él), es brindarle un apoyo económico que en cualquier momento les puede echar en cara.

3. Y... aunque parezca insólito, increíble, extraordinario o cualquier cosa que se te pueda ocurrir, las mascotas también caen en esta dictadura, ya que, al no haber recibido un entrenamiento adecuado y no saber exactamente dónde hacer sus necesidades viven con miedo a ser descubiertas haciéndolo en el lugar equivocado; viven con miedo al ver que no pueden descansar donde quieran, sino donde se les lleva "a las patadas" (no tan literal).

Y parecerá que esta dictadura es en mi país, pueblo o barrio... pero no. Esta es la dictadura que se vive a diario en mi "hogar": un lugar que viéndolo desde afuera, parece ser relativamente perfecto; un lugar en el que no se discute y todos en la familia se llevan de maravilla; un lugar en el que todos parecen felices, pero es simplemente por el miedo a que todos se enteren del caos que se vive ahí adentro; un lugar igual a muchos a muchos por ahí.

...