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TOMÁS DE AQUINO.

KristinaNimtsivBiografía11 de Diciembre de 2015

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TOMÁS DE AQUINO s. XIII

   En la Edad Media diferenciamos dos etapas: Patrística  y Escolástica. En la Patrística (hasta el 800) destaca Juan Damasceno (patrística griega) y Agustín de Hipona (patrística latina). Entendemos por Escolástica la filosofía y la teología enseñadas durante la Edad Media en las escuelas  y en las universidades. Abarca desde el siglo IX al XIV y distinguimos tres periodos: a) Escolástica Temprana, IX al XII, con Juan Escoto Eriúgena, Anselmo de Canterbury y Pedro Abelardo; b) Alta Escolástica, siglo XIII, momento de máximo apogeo, y su representante es Tomás de Aquino; c) Baja Escolástica, siglos XIV y XV, con Guillermo de Ockham. Los métodos fundamentales eran la lectio (lectura y explicación de un texto) y la disputatio, es decir, la contraposición dialéctica de argumentos a favor y en contra de una determinada cuestión, de ahí que se las denominará a veces “pro et contra” o “sic et non”. Estos argumentos se tomaban de pensadores anteriores, de Padres de  la Iglesia o de las Sagradas Escrituras. Y después de sopesar y examinar su solidez se llegaba a un resultado.

   En el XIII surgen las Universidades a partir de la evolución de las escuelas catedralicias, como las de Bolonia, París, Oxford, Salamanca. Tomás de Aquino impartió clases en las de París y Nápoles. Los problemas de la filosofía medieval surgen del esfuerzo de unir la cultura  antigua y el orden cristiano y los principales son: la relación entre Razón y Fe, entre Dios y el mundo, entre el orden natural y el sobrenatural, entre la Iglesia y el Estado; la lucha entre las tradiciones platónico-agustiniana y la aristotélica; la unidad o dualidad del ser humano y el problema de la primacía de la inteligencia o de la voluntad.

   Tomás de Aquino, en su intento de unificar estos dos pilares: cristianismo y tradición filosófica, es un fiel representante de la filosofía medieval. En la Suma contra gentiles nos dice "sé que debo a Dios, como principal deber de mi vida, que todas mis palabras y mis sentidos hablen de Él". Dios es el objeto primario de sus reflexiones. La filosofía tiene su propia configuración y autonomía, pero no agota todo lo que se puede conocer, por ello es necesario completarla con la doctrina sagrada. La diferencia entre filosofía y teología es que la primera ofrece un conocimiento imperfecto que la teología revelada puede aclarar. La fe mejora a la razón, al  igual que la teología lo hace con respecto a la filosofía, y es que, constituyendo la razón nuestro rasgo distintivo, el saber teológico no sustituye al filosófico, igual que la fe no sustituye a la razón.

Teoría  del Conocimiento (Epistemología)

   Tomás de Aquino tiene una clara distinción entre Razón (facultad que corresponde al hombre en virtud de su propia naturaleza) y Fe que se apoya en la revelación sobrenatural. La razón conoce partiendo de los datos de los sentidos, y la fe parte de la revelación divina. No hay contradicción entre las verdades racionales y las de la fe, don otorgado por Dios: la verdad es solo una, en contra de los averroístas latinos con la teoría de la doble verdad.

 Así distingue entre las verdades racionales, alcanzables exclusivamente por la razón, por ejemplo, las matemáticas; los artículos de fe, conocimientos que exceden la capacidad de la razón y nos son comunicados por Dios a través de la revelación, por ejemplo, el misterio de la Trinidad o el de la Encarnación, y los preámbulos de fe, que son aquellas verdades  necesarias para la salvación del alma y por ello, a pesar de ser alcanzables por la razón, Dios también nos las revela debido a que no todos los hombres pueden tener la formación necesaria para llegar a ellos a través de la razón.

   El modo en que el hombre alcanza el conocimiento universal y necesario es calcado del de Aristóteles: el sentido es una potencia receptiva de las formas sensibles y el intelecto es una potencia receptiva de todas las formas inteligibles. El entendimiento humano sólo puede  conocer las formas de las cosas en cuanto están unidas a los cuerpos, pero en el acto de conocerlas las abstrae de los cuerpos. Conocer es abstraer la forma universal de la materia individual, separar lo universal -la especie universal- de lo particular.  Así conocemos las  especies universales de hombre, árbol, etc., prescindiendo de los principios individuales a los que están unidas: este hombre, este árbol, etc. El universal es el objeto propio y directo del entendimiento y éste no puede conocer directamente las cosas individuales, sino que conoce cuando puede aplicar el universal a la cosa particular. El entendimiento que abstrae la forma es el entendimiento agente y hay tantos entendimientos agentes como almas humanas.

 En cuanto al problema llamado de “los universales” -la relación entre las palabras y las cosas entre el pensamiento y el ser, es decir, sobre el fundamento y validez del conocimiento y del saber humano-, la postura del Aquinate es el realismo moderado, una posición intermedia entre la concepción platónico-agustiniana y la aristotélica: 1) como anterior a las cosas, en la mente divina, ante rem, corresponde a las ideas platónicas, 2) como inmanente en las cosas, corresponde a los conceptos aristotélicos, in re, 3) y como concepto mental, post rem, corresponde a los conceptos lógicos.

Ontología  y Teología  (Metafísica)

   Tomás de Aquino parte de la concepción del ser analógica de Aristóteles, pero con la distinción que introdujo Alfarabi entre esencia y existencia para explicar de este modo la diferencia entre el ser necesario, Dios, y los demás seres contingentes. Toda substancia está constituida de esencia y existencia. En Dios su esencia es su existencia y por ello es el único ser necesario, los demás seres tienen esencia y existencia, y por tanto son seres contingentes. La esencia, en los seres materiales, está constituida por materia y forma y se halla en potencia respecto a la existencia, siendo la existencia el acto de la esencia. La esencia comprende  la forma y la materia, pues incluye todo lo que está expresado en la definición de una cosa, por ejemplo, en la esencia de hombre, definido como animal racional, no solo existe la forma racional sino la animalidad (materia). El paso de la potencia al acto exige la intervención creadora de Dios.

   Dios crea el mundo en un acto voluntario, libre. La creación es ex nihilo, evitando caer en el panteísmo. Siguiendo la concepción analógica del ser distingue una jerarquía de seres según el grado de perfección: a mayor potencia mayor imperfección. En Dios su esencia es su existencia, su forma carece de materia, es la única substancia simple y necesaria, siendo las demás substancias contingentes y compuestas; los ángeles, que son formas puras sin materia pero compuestas de esencia y existencia; las almas separadas; los hombres, cuya esencia está compuesta de materia-forma (esencia) y más existencia; los seres vivientes no subsistentes (animales y plantas) compuestos de materia-forma (esencia) y más existencia; y los seres no vivientes que son puramente corpóreos. 

 El problema de Dios

    Sólo Dios es el ser por esencia, las criaturas tienen el ser por participación. La teología trata del ser necesario y tiene mayor grado de certeza y unos principios que proceden directamente de la revelación divina, por ello es superior a todas las demás ciencias.

   El problema que se plantea al tratar de Dios es demostrar su existencia y su esencia de  manera racional, es decir, como preámbulos de fe. Para esta demostración va a elaborar cinco vías por las que, partiendo de los efectos, va a llegar a la causa que identifica con Dios, es decir, son a posteriori, ya que T.A. piensa que todo conocimiento humano comienza por los sentidos y por ello sólo puede hacerse partiendo de las criaturas, rechazando la demostración de Anselmo de Canterbury, pues no podemos partir de la esencia de Dios ya que nos es desconocida. Además es necesario hacer una demostración, puesto que Dios no es una verdad de evidencia inmediata para el hombre.

Las demostraciones de la existencia de Dios las expone en la Suma Teológica, obra escrita entre 1265 -1273. Consta de tres partes y la última fue concluida por Reginaldo de Piperno, su secretario.  Está dividida en cuestiones y éstas en artículos con la siguiente estructura: 1) Planteamiento de la cuestión en términos breves y precisos. 2) Argumentos a favor y en contra de las dos partes en litigio. 3) Argumento de autoridad. 4) Su propia respuesta al problema planteado y 5) Respuesta a las dificultades. En cada una de las vías se parte de un hecho de la experiencia: todo hecho tiene necesariamente una causa, principio de causalidad, y dada la imposibilidad de que haya una serie infinita de causas, tiene que haber un primera causa que él identifica con Dios. Las vías se dividen en dinámicas (1, 2 y 5) y en estáticas (3 y 4). Las vías  son: 1º, movimiento del mundo hasta llegar al motor inmóvil. 2º, la causa eficiente -nada es causa de sí mismo-, hasta llegar a la causa primera incausada. 3º, desde la contingencia del mundo -puede o no existir- hasta llegar al ser necesario. 4º, desde los grados de perfección en las criaturas hasta llegar al ser infinitamente perfecto. 5º, desde el orden del mundo -todos los seres, incluso los irracionales actúan por un fin- hasta llegar a la inteligencia ordenadora.  

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