AUTOBIOGRAFÍA
Enviado por angelyjonaz • 20 de Agosto de 2011 • 1.532 Palabras (7 Páginas) • 1.114 Visitas
Facultad de Química, Universidad Autónoma de Querétaro.
Lectura y redacción.
Martín Morales Carapia.
11 de agosto de 2011.
AUTOBIOGRAFÍA.
Yo, Martín Morales Carapia, nací una noche lluviosa de un 3 de agosto, en el año de 1993 en la ciudad de San juan del Río, Querétaro; es curioso, pero me han dicho que esa noche llovió tan fuerte que la lluvia hizo caer árboles y postes de luz.
En medio de una familia a penas formada, al nacer, fui llevado por mi padre Martín Morales Arteaga y mi madre Ángela Carapia Peña; a la casa de los padres del primero. Mis abuelos, son como mis segundos padres, ya que al recibirme en su casa recién nacido, se dedicaron a cuidarme y criarme mientras mis padres trabajaban. Pero no solo conté con el apoyo de mis padres y abuelos, sino también con el de mis tías, hermanas de mi padre y que residían en la misma casa en ese entonces.
El primer año de mi vida fue muy bueno, era el centro de atención de toda la familia y todos me mimaban bastante. Un año y dos meses después mis padres me trajeron una hermana, Citlalli Morales Carapia nació el 18 de octubre de 1994 y con ella llegó para mí una persona que sería mi fiel compañera durante el transcurso de mi vida y hasta ahora.
Durante mi infancia, junto con mi hermana fui la adoración de mi familia, educado con el mayor esmero posible, formaron en mí una curiosidad instintiva, que se convirtió después en hambre de conocimiento y que mis padres o mis abuelos nunca llegarían a satisfacer del todo.
A los 5 años llegó la hora de ir al jardín de niños, y como toda mi familia me había acostumbrado, esperaba conseguir lo que yo quería, pero no se pudo así que con todo y mi pesar tuve que asistir el primer día de clases. Sin embargo, al superar la etapa de la corta separación de la familia, la escuela comenzó a representar para mí, más que una obligación, uno de mis pasatiempos favoritos.
Desde esa corta edad, me destaqué por ser muy atento y aplicado, no era de los niños a los que les gustara mucho jugar con otros y al ser criado por la presencia de tres mujeres, mis amigos se reducían casi exclusivamente a mujeres.
Conforme fui creciendo y desarrollando mis capacidades, todos nos habíamos dado cuenta ya que a mí me gustaba aprender, pero era del tipo de niños que aunque no le costaba relacionarse con los demás, aun así prefería leer un libro antes de ir a jugar con otros niños.
El 27 de julio del año 2000 la familia se completó con el nacimiento de mi segunda hermana menor, llamada Claudia, y a pesar de que un bebe en la familia siempre representa problemas para los hermanos mayores, nunca me vi desatendido, ya que había muchas personas que veían por mí. Crecí un poco más y me fui destacando a la vez en actividades escolares que para mí no representaban más que una especie de diversión; mi escuela primaria estuvo llena de reconocimientos tanto de mi familia como de ajenos a ésta.
Crecí en una localidad pequeña, dentro de una ciudad pequeña de por sí; esto me hizo ser una persona dedicada, que acepta de buena gana lo que le viene y que sabe que se tiene que agradecer lo que tiene. Pero además, el continuo cuidado de parte de mis abuelos y tías formó dentro de mi personalidad una parte que siempre quiere conseguir lo que desea.
En todos los logros de mi vida, cabe resaltar siempre conté con el apoyo de mis hermanas, crecí con ellas y son las personas que me recuerdan de dónde vengo; mientras mis padres y las dificultades que han vivido para sacarnos adelante me recuerdan a donde voy y por qué lo estoy haciendo.
Cuando entré la secundaria, a mis 12 años era un chico confundido respecto a sí mismo, que hacía lo correcto pero por razones equivocadas, como el intentar complacer a sus padres a través de sus acciones.
Durante toda mi vida, el estar rodeado de las mujeres que me criaron resultó beneficioso para que pudiera entablar buenas relaciones con muchas otras mujeres; sin embargo, la “inconstancia” de la figura de mi padre me hizo prometerme a mí mismo desde muy pequeño, que no importaba lo que yo quería ser de grande, siempre y cuando no fuera como mi papá. Este sentimiento de aversión hacia una figura masculina me causó problemas a la hora de hacer amigos varones, los cuales siguen hasta ahora, ya que los
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