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Diversidad Lingüistica


Enviado por   •  6 de Marzo de 2013  •  2.954 Palabras (12 Páginas)  •  559 Visitas

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El continente americano es un vastísimo territorio que puede recorrerse de extremo a extremo conociendo apenas cuatro lenguas: inglés, francés, portugués y español. De ellas, la lengua de mayor peso demográfico en el continente es la española, con la añadidura de que los movimientos demográficos de los últimos cien años han hecho posible encontrar hispanohablantes prácticamente en todos los rincones del continente. Así pues, el español es hoy por hoy la lengua más difusa y extensa del continente americano y, lógicamente, el principal vehículo de comunicación social en Hispanoamérica. De hecho, la América hispanohablante constituye una de las mayores áreas del mundo, de territorios contiguos, en las que es posible la comunicación en una misma lengua.

Hispanoamérica, sin embargo, no es un área monolingüe, ni mucho menos. Los países que la integran, salvo significativas excepciones, conocen el uso de dos o más lenguas entre determinados grupos de su población y para determinados ámbitos comunitarios. Las lenguas que conviven con el español en la América hispánica son de distinto origen: existen variedades criollas del español, como el palenquero colombiano, y del inglés, como las que se conservan en Centroamérica; se encuentran modalidades mixtas, como el fronterizo de Uruguay; y se conservan enclaves de otras lenguas europeas, como los del sur de Chile que aún hablan alemán o los del sur de Argentina que solo recientemente han perdido el galés. Pero, entre todas esas variedades lingüísticas, las más importantes cuantitativamente son las etiquetadas como lenguas indígenas, que a lo largo de la historia han establecido con el español todo tipo de contactos, con muy diversas soluciones sociales y lingüísticas.

El devenir de las lenguas indígenas

Las lenguas indígenas han pervivido en Hispanoamérica durante los últimos 500 años en coexistencia con la lengua española. Los cálculos de Antonio Tovar para el siglo XVI hablan del uso de unas 170 grandes familias lingüísticas, ramificadas en variedades y subvariedades lingüísticas que suponían la cifra de unas 2.000 lenguas, utilizadas por una población que podría estar, en la época de la colonización, en algún punto intermedio entre los 10 y los 45 millones de indígenas.

El correcto entendimiento del modo en que esta diversidad lingüística se vio afectada por la llegada de los europeos en los siglos XVI y XVII exige tener en cuenta los siguientes hechos:

(a) El mosaico lingüístico de la América del sur y central era de una gran atomización lingüística, lo que podía favorecer la difusión de una lengua vehicular de intercambio.

(b) La población indígena se vio mermada drásticamente, según regiones, por factores externos, como la acción de la conquista armada y el contacto con nuevas enfermedades.

(c) En América existían algunas lenguas indígenas de mayor extensión, que fueron utilizadas por los europeos como instrumento de evangelización, contribuyendo a su mayor difusión y a la aparición del concepto de lenguas generales, que funcionaban como linguas francas entre etnias distintas y como vehículo de comunicación con la población colonizadora.

Las lenguas indígenas que históricamente han gozado de un mayor peso demográfico y cultural –peso que mantienen hasta la actualidad– han sido el arahuaco, el náhuatl, el maya, el quechua, el aimara, el chibcha, el araucano o mapuche y el guaraní. En la historia social de esas y de las demás lenguas indígenas de Hispanoamérica, los dos hechos que más seriamente han amenazado su mantenimiento fueron la merma demográfica derivada de la conquista, que tardó alrededor de un siglo en paliarse, y la pérdida de prestigio y presencia comunitaria que supuso la elección del español como lengua de las jóvenes repúblicas por parte de los criollos que protagonizaron la independencia. A ello puede añadirse que las lenguas indígenas han quedado ajenas a los procesos generales de alfabetización y a la difusión de los medios de comunicación social en la segunda mitad del siglo XX.

La situación actual presenta un panorama con algunas cifras significativas. En cuanto al número de lenguas indígenas vivas, es interesante observar que, a finales del siglo XIX, el Conde de la Viñaza ofrecía referencias ciertas acerca de más de 800 lenguas (Lenguas indígenas de América, Madrid, 1892) y que, hoy, las cifras que manejan los especialistas más solventes en tipología lingüística hablan de alrededor de 725 lenguas vivas en Hispanoamérica (J.C. Moreno Cabrera, El universo de las lenguas, Castalia, Madrid, 2003). Estos datos revelan que, a lo largo del último siglo, la muerte de lenguas indígenas no ha sido galopante, a pesar de que los pueblos autóctonos, en líneas generales, han vivido en la marginación cultural, socioeconómica y política.

Por otro lado, la información derivada de los censos realizados entre 2000 y 2004 nos dice que, en los países de América en los que el español es lengua oficial, la población indígena se sitúa por encima de los 35 millones, lo que supone alrededor de un 11% de la población total. Entre los indígenas, en torno al 65% son capaces de comunicarse en su lengua autóctona y un 15% es monolingüe. Consecuentemente, cerca de un 35% de indígenas son monolingües en español. Para completar en dos pinceladas este boceto social de las lenguas indígenas, resaltamos la importancia de que, en toda Hispanoamérica, menos del 2% de la población se comunica únicamente en lengua indígena y de que el 70% de los pueblos indígenas tienen menos de 5.000 miembros, manteniéndose una atomización histórica que solo compensa el peso demolingüístico de lenguas como el quechua, con unos siete millones de hablantes –principalmente en Bolivia y Perú– o como el náhuatl, con un millón y medio de hablantes en México. Centroamérica y los Andes son las áreas de mayor densidad indígena.

Presencia social de las lenguas indígenas

La coexistencia de las lenguas española e indígenas en la sociedad hispanoamericana puede caracterizarse de diglósica, entendiendo diglosia como el uso de una de las lenguas para fines públicos o de prestigio social y de la otra para la comunicación familiar. Así, las lenguas indígenas tienen un uso prácticamente ajeno a la escritura y sirven bien como vehículo de comunicación, bien en el seno de las comunidades indígenas, bien para el intercambio familiar. Es cierto que en áreas de Centroamérica y de los países andinos se ofrecen programas tanto de educación bilingüe como de enseñanza de las lenguas indígenas; sin embargo, la oferta es muy escasa y la falta de medios adecuados, materiales y humanos, es notoria, por lo que su valor, salvados casos muy

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