El Palacio de Lecumberri

¿Qué fue el Palacio de Lecumberri?

Al final del siglo XVIII y principios del XIX, la arquitectura ultrabarroca determinó la aparición en México de las ideas neoclásicas imperantes en Europa. Tras la iniciativa de reforma penitenciaria de mediados del siglo XIX, el arquitecto Lorenzo de la Hidalga presentó un proyecto para construir una penitenciaría en la ciudad de México, el cual contemplaba un solo conjunto de cuerpos radiales y la separación de las oficinas administrativas que constituirían la fachada principal; ésta sería perpendicular al eje central del conjunto y todo estaría rodeado por un muro.

En 1885, basándose en el proyecto anterior, Antonio Torres Torija comenzó a construir en los potreros de San Lázaro, cerca de los terrenos propiedad de un español de apellido Lecumberri, el edificio funcionaría como penitenciaría, empleando el acero como materia principal, ya que el sitio de emplazamiento exigía dar gran profundidad a los cimientos, incluso que el piso se construyera sobre bóvedas internas. La construcción fue concluida por el ingeniero Antonio M. Anzo.

El 29 de septiembre de 1900, el presidente Porfirio Díaz inauguró la penitenciaría de la Ciudad de México, la cual poseía un diseño geométrico, funcional y austero que expresaba los principios de la reforma penitenciaria de finales del siglo XIX y los primeros años del XX. Al mismo tiempo, formaba parte de un sistema urbano que otorgó a cada espacio una función específica; el diseño se sustenta en un principio denominado “panóptico” concebido por Jeremías Bentham quien buscó asegurar arquitectónicamente la visibilidad general de todo lo que sucedía en el interior del edifico desde un punto central.

Durante 76 años, el Palacio de Lecumberri fu escenario de acontecimientos sociales y políticos, vivió la crisis que se sucedieron en México a lo largo del siglo XX: la revolución mexicana, la guerra cristera y movimientos sindicales, políticos y sociales. En sus paredes fueron plasmadas obras pictográficas de varios artistas – entre quienes sobresale Siqueiros-, que pretendían dejar un testimonio de lo que fue para ellos su estancia en el “Palacio Negro”.

Con la evolución penal en México, Lecumberri dejó de ser funcional y en mayo de 1977, se ratificó que el Archivo General de la Nación tendría como sede ese inmueble. El AGN abrió sus puertas al público el 27 de agosto de 1982. El arquitecto Jorge L. Medellín fue el responsable de la reconstrucción.

Actualmente, el Archivo resguarda más de 50 kilómetros lineales de documentos que tratan sobre la historia del país, desde la época virreinal hasta el siglo XX. Las crujías fueron convertidas en galerías, en cuyas celdas se encuentra la información que da testimonio de otras muchas historias y vivencias que sigue contando el Palacio de Lecumberri.

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