En Casa Con Dios - Neale Donald Walsh
Enviado por dbaez • 30 de Abril de 2012 • 315 Palabras (2 Páginas) • 918 Visitas
Observa cómo te sientes después de tu viaje a lo largo de los nueve estados
emocionales. Si te permitiste sentir la importancia de lo que estás leyendo (lo mejor
que pudiste), posiblemente ya te sientes un poco más relajado, abierto a tus
emociones y en contacto con ellas. Si no estás seguro, o no observas cambio alguno,
no te preocupes. Recuerda que estás aprendiendo una habilidad nueva, y que puede
costar un poco dominarla. Tienes mucha más experiencia en reprimir y expresar tus
sentimientos que en soltarlos. Pronto estarás más en contacto con ellos y te será más
fácil identificarlos y soltarlos.
Para concluir nuestro viaje por los nueve estados de energía, dediquemos unos
minutos a analizar la siguiente afirmación: «Los sentimientos no son más que
sentimientos. No son nosotros mismos. No son hechos, y los podemos soltar». Estas
sencillas palabras resumen el contenido del Método Sedona. ¿Pero qué significan
realmente?
La primera parte («Los sentimientos no
son más que sentimientos») puede
parecer evidente Sin embargo no es así
como la mayoría vivimos. Vivimos en una
cultura que se ocupa sobre todo de los
sentimientos situados en cualquiera de
los extremos de un amplio espectro. En
uno de ellos, negamos nuestros
sentimientos y el efecto que ejercen sobre
nuestros procesos de pensamiento
racional, nuestra salud o nuestra
experiencia de la vida. En el otro extremo,
los deificamos, otorgando una importancia
exagerada a los supuestos mensajes que
van a transmitir y a lo que significan
acerca de lo que somos.
La idea de actuar racionalmente y la de
no negar nuestras emociones tienen,
ambas, su punto de verdad. Sin embargo,
la mayoría nos perdemos, y perdemos la
capacidad de decidir, en cada una de
esas ideas. En función de cómo nuestra
mente racional interprete nuestro input
sensorial en un determinado momento,
muchas veces podemos oscilar entre una
idea y la otra.
La mayoría tendemos a identificar nuestras emociones como si ellas fueran quienes
somos. Como decía en la Introducción y en el Capítulo 1, esta identificación se
encuentra incluso en nuestra forma de hablar, por ejemplo cuando decimos que
«estamos enfadados», en vez de que «nos sentimos enfadados».
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