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Juan Bautista Aguirre


Enviado por   •  29 de Julio de 2013  •  635 Palabras (3 Páginas)  •  407 Visitas

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Biografía de Juan Bautista Aguirre

El talentoso Juan Bautista Aguirre y Carbo, el escritor que brilló en la época colonial y quedó en la historia como uno de los precursores de la poesía ecuatoriana, nació en Daule (Ecuador) el 11 de abril de 1725.

Sus padres fueron los guayaquileños Teresa Carbo Cerezo y Carlos Aguirre Ponce de Solís, quien se desempeñaba como capitán de milicias. La mayor parte de su vida transcurrió en Quito, donde estudió y comenzó a trabajar.

En 1767, este hombre que varios años antes había ingresado en la Compañía de Jesús abandonó su tierra natal y se instaló en Italia. Allí, quien fuera profesor de la Universidad de San Gregorio Magno fue, por algunos años, superior del convento jesuita de Ravena y rector de una institución educativa de Ferrara en la cual impartió clases de Física y Filosofía.

Aunque Juan Bautista mostró interés por la poesía desde muy temprana edad y se dedicó a la escritura durante varias temporadas, la mayor parte de su producción literaria recién sería descubierta en 1937, época en la cual se hallaron sus “Versos castellanos, obras juveniles, misceláneas”.

Este ecuatoriano que cultivó la oratoria sagrada elaboró, a lo largo de su vida, una gran cantidad de obras inspiradas en la religión, el amor y la mitología. De su autoría son, por ejemplo, títulos como “Breve diseño de las ciudades de Guayaquil y Quito”, “A una dama imaginaria”, “A unos ojos hermosos” y “Carta a Lizardo”, por citar sólo algunos de los textos que le permitieron ser reconocido a través del tiempo como uno de los mayores exponentes de la literatura ecuatoriana.

El 15 de junio de 1786, la muerte encontró a Juan Bautista Aguirre en Tívoli.

CARTA A LIZARDO

¡Ay, Lizardo querido!

si feliz muerte conseguir esperas,

es justo que advertido,

pues naciste una vez,

dos veces mueras.

Así las plantas, brutos y aves lo hacen:

dos veces mueren y una sola nacen.

Entre catres de armiño

tarde y mañana la azucena yace,

si una vez al cariño

del aura suave su verdor renace:

¡Ay flor marchita! ¡ay azucena triste!

dos veces muerta si una vez naciste.

Pálida a la mañana,

antes que el sol su bello nácar rompa,

muere la rosa, vana

estrella de carmín, fragante pompa;

y a la noche otra vez: ¡dos veces muerta!

¡oh incierta vida en tanta muerte cierta!

En poca agua muriendo

nace el arroyo, y ya soberbio río

corre al mar con estruendo,

en el cual pierde vida, nombre y brío

¡Oh cristal triste, arroyo sin fortuna!

muerto dos veces porque vivas una.

En sepulcro suave,

que el nido forma con vistoso halago,

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