Mi Vidaa Segun La Lectura
Enviado por levisely • 26 de Noviembre de 2013 • 3.355 Palabras (14 Páginas) • 256 Visitas
Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para
quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.
Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para
quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.
Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para
quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.
Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para
quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.
El doctor Hipólito relata a sus comensales una acerca de dos citas de Hoffmann escritas por un tal Fernando Valle poco antes de ser fusilado. El comandante Enrique Flores era un joven de buena familia, guapo, y tenía la cualidad de ser muy simpático, era el favorito de su jefe y muy querido por sus soldados. Asimismo, era irresistible a las mujeres, era un seductor, y tenía una buena suerte como nadie.
El comandante Fernando Valle, era todo lo contrario a Flores, cuya apariencia era un tanto pálida y enfermiza, para algunos repugnante. Era reservado, frío, y antipático para todo el mundo, sobre todo para las mujeres.
Cuando llegó el batallón a Guadalajara, Valle fue a visitar a una tía y prima que tenía en la ciudad, llegó de allá muy emocionado lo que era raro en él. Enrique, le preguntó la razón de su felicidad, a lo cual le contestó que había visto a su prima, quien era una bella señorita, Fernando claramente se encontraba atraído por ella. Enrique inmediatamente le preguntó cuando la podría conocer, y Fernando, quien sentía un tanto de agrado hacía Enrique, accedió a llevarlo.
Ya en la casa de su prima, se encontraron a la tía, Mariana, quien estaba acompañada por una amiga de Isabel, una linda muchacha morena, de cabellos negros. Posteriormente, Fernando presentó a su prima Isabel a Enrique, e Isabel hizo lo mismo con su amiga Clemencia. Las jóvenes cautivadas por la belleza de Enrique no podían contener sus miradas de interés, mientras que Fernando se encontraba conversando con su tía, pero no dejó de observar el interés de las jóvenes por Enrique. Al fin, se retiraron.
Después, las mujeres conversaban sobre Fernando y Enrique, señalando la apariencia enfermiza de Fernando, a la que Clemencia argumentó que no le parecía tan repulsiva como a Isabel. Y pasando a Enrique, ambas halagaban su elegancia y caballerosidad. De esto, surgieron las sospechas que ambas encontraban encantador a Enrique, y tal vez de ahí podría surgir alguna rivalidad entre ellas.
Mientras que los dos amigos al caminar comentaban sobre la visita a aquella casa. Fernando escuchaba como su amigo se expresaba diciendo que él no tenía corazón, de cómo las mujeres por naturaleza acaban con la fuerza del hombre, y Fernando, siendo un romántico, se encontraba espantado ante las cosas que su amigo decía. Al oír Fernando hablar a Enrique sobre la hermosura de su prima y de cómo le gustaría conquistarle, Valle palideció, lo que delató sus sentimientos hacía su prima. Sin embargo, Enrique que comprendió esto, le dijo que tenía el camino libre para conquistarle y que él se conformaría con la linda morena, Clemencia. Fernando comprendía que sólo así libraría a su prima de las garras del insensible conquistador que era Enrique.
A la tarde del día siguiente, al llegar de nuevo Fernando y su amigo a la casa de Isabel, está los recibió con cierta timidez, que no había mostrado el día anterior. Más tarde llegó Clemencia, saludó a todos en la sala, y Enrique comenzó una plática sobre la sociedad en México, que las tenía atentas. Mientras que Fernando quedaba olvidado. Clemencia sugirió que Isabel tocará el piano, pues lo hacía excepcionalmente, Isabel se sintió avergonzada, pero Clemencia se ofreció a tocar primero, si estaba bien con ella. Enrique acompañó a Clemencia, y ante la melodía que la morena tocaba, Enrique se encontraba extrañamente dominado, pues la melodía expresaba los sentimientos de Clemencia. Fernando no tardó en mirar la expresión de celos y angustia de su prima que claramente estaba enamorada.
Al finalizar Clemencia, Isabel se dirigió al piano a tocar una melodía también. Mientras tocaba, Enrique se inclinó hacia ella y le dijo algo al oído, lo que la hizo turbarse e interrumpir la melodía por un momento, pero luego continuó y finalizó la pieza. Enrique no cesaba de halagar el don de Isabel, quien se negaba a aceptar el cumplido. Al momento de despedirse, se notaba la afinidad que había entre Enrique e Isabel, y no hubo para Fernando más que una mirada fría de Isabel. Clemencia, por el contrario, se despidió de Enrique amablemente, pero con indiferencia, mientras que a Fernando le extendió la mano y Clemencia le dio una mirada tan poderosa que el pobre joven se turbó, además le dijo dulcemente “Hasta mañana, Fernando”.
Al salir, Enrique comentó lo equivocados que estaban al haber hecho el acuerdo, y le dijo a Fernando que Isabel claramente no estaba interesada en él y que debía el poner atención en Clemencia. Fernando pasó la noche pensando
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