Perfil Sarmientino De Alicia Jurado
Enviado por guillegagliardi • 16 de Noviembre de 2012 • 2.419 Palabras (10 Páginas) • 444 Visitas
PERFIL SARMIENTINO DE ALICIA JURADO.-
Por Guillermo R. Gagliardi.
ALICIA JURADO (1922-2011), eximia escritora: narradora, conferencista, traductora, ensayista y académica.
Intentamos subrayar este brillante perfil de su estatura intelectual: su sarmientismo, su adhesión a la figura del Prócer, sus análisis políticos, sociológicos, literarios, desde la peculiar postura de DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO (1811-1888).
· Las ideas de Libertad en el Pensamiento, el Civismo fundamental de toda su conducta pública y privada, su Ética elevada, su Feminismo inclaudicable, su continuo y fino y profundo amor por los Viajes, su Universalismo en el Arte, también su Argentinismo, su genuino nacionalismo histórico-literario, su Humanidad impar, la transparencia de sus ideas y acciones.
Todas estas calificaciones construyen un Testimonio Sarmientino en la Vida y Obra de Alicia Jurado.
Recordamos su particular sensibilidad ante las plantas, flores y animales, del mundo en general y muy especialmente de los nuestros, de los paisajes autóctonos, de las personas sin distinción de clase o estudios, los que siempre valora positivamente en su rica literatura de viajes, sus “Memorias” en 3 tomos.
Como también su postura clara y valiente ante la dictadura, ante la mentira en todos los ámbitos, ante la incultura, la incuria en los gobiernos, la locura del belicismo (el Hombre, “mono con armas”) y el “chauvinismo”…
· Sarmiento consideraba a la Mujer como primordial factor en la sustentación de la Civilización y la Democracia.
También Alicia sostuvo con su verbo y su acción rectilíneos, esta postura femenina como hacedora de los pueblos, formadora y mejoradora de nuestra humanidad: así, por ejemplo, en sus escritos “El camino que falta recorrer” (en revista “Sur”, n’ 320.328, número dedicado a la Mujer, sept. 1970-jun. 1971; “Victoria Ocampo y la condición de la Mujer”, en Boletín de la Academia Argentina de Letras, nro. 175-178, en.-dic. 1980).
Creyeron ambos, fervorosamente, en el poder de la Educación, de la Escuela, como constructora de la República y definitivamente como labor de promoción humana. Tarea ésta, continua e ímproba que el sanjuanino encaró como un sacrificio, casi el Martirio del Magisterio…
· Constante en su accionar ético, en ambos, lo constituye la lucha denodada, de todas las horas, contra los totalitarismos, la cerrazón mental, el oscurantismo, el fanatismo de las Ideas.
Sus descollantes personalidades se desarrollaron a partir de una básica plataforma de Independencia en todos los niveles. El talento de Alicia, el genio de don Domingo.
Espíritus autónomos, siempre en busca de horizontes despejados para fertilizar su cerebro y su corazón.
Y asimismo, la demostración de Autoridad y Responsabilidad. Fortaleza y acero en las determinaciones, en las elecciones de vida. Traducidos en un estilo literario sustantivo, imperativo, pasional.
A través de la acción magisterial de Juana Manso (1819-1875) y la persona de Victoria Ocampo (1890-1979), su influjo cultural, su carácter, “la Sarmienta”, se coordinan las semejanzas humanas y el valor histórico de semejantes personas de nuestro País, con trascendencia americana y mundial.
Según el cuyano progresista y autoritario,
“Puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de las mujeres”.
Éstas, acentúa Sarmiento “son para la sociedad lo que la sangre para la vida del hombre”.
Definitoria su metáfora femenina de la sangre:
“…ella vivifica todo, está presente en todas partes de la estructura y se hace una condición indispensable para la vida”.
Alicia escribió dos brillantes ensayos sobre este tema: “Sarmiento y la Mujer” (publicado en “Vigencia de S.”, varios autores, Comisión Permanente de Homenaje a S., 1988, p. 61-76) y “Las mujeres de Sarmiento” (en el Boletín de la Academia Argentina de Letras, nro. 229-230, jul.-dic. 1993, p. 353-360).
Como el autor de “Recuerdos de Provincia” (de 1850), la pluma de la escritora de “Revisión del Pasado” (2001) nos sorprende con su vigoroso criterio “more sarmientino”, práctico, neto y firme (v. mi “El mensaje y sentido de la literatura de A. J.”, en “aliciajuradosuobra.blogspot.com” y en mi blog “sarmientisimo”, 11-5-2011; y mi “Diario de mis lecturas.28”, en este último, 4-8-2009).
Ambas Literaturas poseen un acusado valor Liberador, Libertador.
La escritura del “Doctor Montonero”, predica, apostrofa, enuncia, planifica una expulsión de la Barbarie en el ámbito hispanoamericano, del torpe Colonialismo, del nefasto analfabetismo y el Caudillaje, compendio de nuestros males.
La resplandeciente obra de nuestra “Dama de las Letras”, varia y proteica, vigorosa, nos incita con méritos perennes, clásicos, a combatir la incultura, la vida primaria, la ausencia de ideales, de humanismo vital, de energía creadora, de “vida noble” (en el sentido orteguiano) y de riesgo, de “obra” y “esfuerzo” (desde la fuente guardiniana). (Según nuestra hermenéutica en “Vida y cultura en ‘Las despedidas’ de A. J.”, en “aliciajuradosuobra.blogspot.com” y en mi blog “sarmientisimo”, 1-11-2011).
Vida como epopeya en el mensaje sarmientino, junto con la posibilidad real, vitalísima, del “refugio”, del retiro vivificador, nutricio remanso para la encrespada batalla diaria consecuente.
El manantial juradiano, “contemplatio” de paz y armonía (vgr. “El Valle de la Luna y otros silencios”, 2009), se une con el viaje periódico sarmientino al paisaje selvático del Delta:
“el refugio en las calamidades, la fuerza necesaria para sobrellevar la desconsoladora realidad que nos envuelve o nos acecha”
define Alicia, y configura el paraíso de Don Domingo, ese “sentirse divinamente bruto” del político hacedor, que se transforma en un contacto civilizador, casi antitético con el arte y la espiritualidad en la sabia escritora, pero igualmente reparador y personalísimo.
· Europa con todas sus riquezas milenarias aparece frecuentemente y originalmente interpretadas en la prosa fina juradiana, pero también Israel, India, y sobre todo América y especialmente Argentina.
Como escribe en “Los hechiceros de la tribu” (edición 1981, cap. IX) respecto de un personaje de esa novela sobre los escritores y la literatura:
“el campo
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