Reina Arévalo

Etelvina: tenía casi 17 años, era de ojos pequeños y brillantes, cabellos lacios, nariz puntiaguda, labios delgados, alta y delgada, dientes blancos y perfectos. Era la única hija de la reina Arévalo y el rey Morrón. Era muy buena, soñadora, romántica, sensible. No era muy bonita, su gracia consistía en su forma de conversar, rápida y atolondrada y en sus risas algo estruendosas cuando se equivocaba. La gente la quería mucho porque su carácter era parecido al del rey Morrón: a veces triste y a veces alegre. Nunca igual.

Meliberto: joven de veinte años, hijo de un soldado retirado que luego fue trovador. Tenía ojos café con leche, largas pestañas y pestañeaba como si sus párpados pesaran un kilo. Su voz era gangosa y suave.

Francisco: tenía once años. Sus ojos eran verdes y su cabello castaño claro. Era serio y reflexivo.

Reina Arévalo: su piel era blanquísima, sus cabellos eran sombra de invierno, ojos como pozo sin fondo y su vestido y sombrero eran negros como la mermelada de moras. Sus labios eran rígidos y sus dientes pequeños. Era muy severa y seria.

El Grande entre los Enormes: medía dos metros y medio. Sus ojos parecían lanzar fuego. Era el encargado de velar por los pleitos en la tierra de los “magos”.

Marisapo: prima de Etelvina, tenía quince años. Cabello cobrizo, altos pómulos, ojos verdes, rasgados y oblicuos. Era celosa, tramposa, vanidosa, mentirosa y vengativa.

Rey Morrón: era el padre de Etelvina y murió cuando ella tenía cinco años, al ir haciéndose el gracioso cabalgando con los ojos cerrados arriba de un dragón enano, cuando chocó con un árbol y murió. Era muy simpático, bromista y no le gustaba la magia.

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