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Tess De D´Urberville


Enviado por   •  8 de Marzo de 2015  •  696 Palabras (3 Páginas)  •  157 Visitas

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Tomas Hardy (1840-1928) era hijo de un constructor y le resultó natural seguir la carrera de

arquitecto y dedicarse, de joven, a la restauración de iglesias en su Dorset natal. Ambos

datos —la arquitectura y la tierra— tienen relación con las novelas de Hardy. Su familia

estaba muy arraigada en la provincia costera del Canal de la Mancha, provincia sobre todo

agrícola pero también arenosa y arcillosa y dotada de algunos de los monumentos

prehistóricos más notables de Inglaterra. Provincia romana y más tarde reino sajón, Hardy

los convirtió en un mítico Wessex, escenario de sus novelas con los mismos títulos

memorables que Faulkner le atribuyó a Yoknapatawpha o García Márquez a Macondo.

La desolación nativa de la región permitió a Hardy crear un ámbito natural asociado

estrechamente a sus ideas dramáticas acerca del destino humano. Después de un primer

período tentativo guiado por los consejos de George Mere—dith y opacado por la

perfección misma de George Eliot y su Middlemarch, Hardy encontró tema, voz y estilo a

partir de El regreso del nativo (1878) y El alcalde de Casterbridge (1886), culminando con

Tess de los d'Urberville (1891) y la novela final, Jude el Oscuro (1895).

El espacio natural escogido por Hardy, su Wessex, es un escenario tenso, contradictorio, sin

asomo de paz bucólica, que bien le sirve para contar en él las trágicas historias del regreso a

la tierra nativa de Clym Yeobright, el portador de modernidad derrotado por las antiguas

fatalidades paganas y nocturnas de la romántica heroína Bustacia, tan infiel a Clym como

fiel a una tierra «oscura, obsoleta, rebasada»: el páramo de Egdon (El regreso del nativo).

Hardy puede ver la tierra, también, con el amor lírico de un Haldor Laxness o un D.H.

Lawrence. Pero pronto nos damos cuenta de que la belleza natural en Hardy es un engañoso

velo que apenas esconde, en su contradicción misma, las de las fatalidades humanas.

Hermosa como puede ser, la naturaleza es también cruel e indiferente. Su fuerza va

sumándose, de manera insinuante y literariamente sutil y fuerte a la vez, al rosario de

poderes que de la naturaleza arrancan en Hardy. Naturaleza es azar, es voluntad, es deseo y

es necesidad.

El misterio de la tierra encubre el misterio de la tragedia humana sobre la tierra. Y la

tragedia en Hardy impone su fuerza novelística a partir de dramas morales, conflictos de

voluntades y pasiones incontenibles. Henchard, acaso el personaje más acabado de Hardy,

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es a la vez juguete del azar y arquitecto de un destino fatal. En su ascenso y en su caída se

dan cita todos los temas de la obra de Hardy. La tierra como silencioso enigma. El pueblo

como coro de la

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