Tomochic

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Capítulo I: calumnia y verdad

Sol y abrasador caía sobre la plaza solitaria y silenciosa, en paz de tumba, en ambiente de horno. Miguel Mercado, subteniente del nuevo batallón contemplaba, los portales que se extendían a la izquierda. A su frente vio paredones, a su derecha la iglesia, y en el centro de la plaza una banqueta resplandecía entre ocho y diez arbolillos escuetos. Miguel contemplo con aire y cólera aquella plazoleta única en ciudad Guerrero. Y a “esto” llaman ciudad- se dijo. Venia muerto de hambre y buscaba una fonda donde saciarse.

Llegado por fin a la sombra vio muchos tendajos, entro en uno de dos puertas invadido por hombres melenudos. Pidió una copa de tequila, al lado de un vaso de agua y antes de apurarla: oiga donde hallare una fonda, un gigantón le miro un minuto un minuto con curiosidad y luego contesto no sé.

Pudo contener un moviento de desagrado al oír la respuesta encontraba la misma hostilidad. Venia seis jornadas continuas durante las cuales no había comido, aquel día había desayunado una gorda y sintió una inmensa cólera ante la contestación del paisano. Y vio a Gerardo, un simpático del estado mayor a quien conocía. Reconoció  a Miguel y se acerco con voz alegre.

-Hombre, no esperaba que vinieras ¿Qué tomas?

-Ya no quiero tomar nada, ¿donde hay que comer?

-Voy para la fonda pero primero un tequila

Gerardo retuvo al oficial del noveno batallón, reteniendo

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