Análisis de Agua

ANTECEDENTES

El sulfato está presente en la mayoría de las aguas naturales, suele encontrarse en concentraciones muy variables las cuales están ligadas directamente a los efectos negativos que dichas aguas podrían causar, entre ellos problemas gastrointestinales en menores y corrosión en las tuberías que las conducen, por lo que es importante la determinación de los mismos.

El agua se contamina con sulfatos cuando fluyen a través de suelos ricos en yeso, aunque el contacto con aguas residuales industriales es una importante fuente de sulfatos, así como su absorción atmosférica. (Severiche & Gonzalez, 2012; OMS, 2006)

El ion sulfato junto con otros iones ejercen un poder incrustante en tuberías de distribución domestica e industrial, así como en equipos industriales, de allí la importancia de su determinación para usos industriales, especialmente en el caso de agua para calderas ya que este fenómeno en dichos equipos puede disminuir su efectividad y por consiguiente su tiempo de vida.

El hierro es un material usado con frecuencia en sistemas de distribución de agua, y las concentraciones de calcio, cloruro y sulfato favorecen su corrosión, en estos sitios se pueden acumular trazas de metales pesados como Mn, Ni, Cu, Pb, Cr y As cuya liberación a la corriente de agua se activa rápidamente mediante la adición de sulfato (Sun et al, 2017).

En cuanto al agua de consumo humano, la presencia de sulfato genera un sabor perceptible en función de su concentración cuando se combinan con el magnesio (sulfato de magnesio-sal de 55 Glauber) o sodio (sulfato de sodio-sal de Epsom). Se han determinado umbrales gustativos que permiten hasta 250 mg/l; cuando la concentración es muy elevada puede provocar un efecto laxante con consecuente deshidratación e irritación intestinal en consumidores no habituales, pero principalmente en niños. Por lo anterior la OMS sugiere no exceder o vigilar fuentes con más de 500 mg/l, y en México se limita el valor a 400 mg/l. (CONAGUA, 2007; NOM-127-SSA1-1994; OMS, 2006).

Actualmente en México la distribución geográfica del agua no concuerda con la distribución geográfica de la población. Por lo que ha aumentado la explotación de acuíferos cada vez más profundos, aunado a esto se ha observado una disminución de la calidad en aguas más superficiales debido a la contaminación antropogénica. Esto aumenta el riesgo de que exista presencia de sulfatos en dichas aguas, principalmente en zonas urbanas con alta densidad poblacional y por consiguiente una elevada demanda de agua como el valle de México, donde además de la contaminación original se expone a los elementos presentes en la red de distribución. (Vázquez & Dominguez, 2012). Por otro lado, los sitios que dependen de cuerpos de agua que naturalmente poseen concentraciones elevadas de dicho ion también se encuentran en riesgo, como el área de la península de Yucatán. (Sánchez et al, 2016)

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