Análisis de la actual crisis financiera mundial
Enviado por Juan Camilo Zúñiga Prado • 17 de Febrero de 2014 • Práctica o problema • 2.201 Palabras (9 Páginas) • 431 Visitas
Análisis de la actual crisis financiera mundial
Creación y Producción en Diseño y Comunicación Nº22
Creación y Producción en Diseño y Comunicación Nº22 [ISSN: 1668-5229]
Ensayos Contemporáneos. Edición 2. Proyectos Jóvenes de Investigación y Comunicación
Año V, Vol. 22, Junio 2009, Buenos Aires, Argentina | 105 páginas
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Tancredi, Cinthia
Desde que estalló la crisis financiera mundial, algunas de las
palabras que se escuchan a diario son: especulación, recesión,
inflación, intervencionismo, desempleo, expropiación, etc. En
estos días tanto el liberalismo económico y el capitalismo,
como el sistema que los engloba, se encuentran en discusión.
Hay quienes comparan esta crisis con la Gran Depresión
de los años treinta. Algunos autores rememoran las ideas de
Keynes, de Marx, de Adam Smith, entre otros pensadores.
El capitalismo es un sistema económico en el cual la mayor
parte de la propiedad es de carácter privado. En este tipo de
economía, los mercados son los principales instrumentos
utilizados para asignar los recursos y generar rentas. El capitalismo
tiene como fundamento el liberalismo económico
clásico, del cual Adam Smith es uno de los padres fundadores.
Este pensamiento liberal sostiene que el Estado debe
interferir lo menos posible en la actividad económica y dejar
las decisiones al mercado. Tal como es expresado por Smith,
el papel del Estado debe limitarse a mantener el orden, la defensa
nacional y proporcionar ciertos bienes públicos que las
empresas no suministran. Este autor introduce el concepto
de mano invisible para describir esta economía de mercado
basada en el laissez faire.
Esta economía de mercado basada en la propiedad privada
de los medios de producción crea el otro distintivo del capitalismo
que es el beneficio o ganancia como prioridad en la
acción económica en función de la acumulación de capital.
Esto termina provocando, a largo plazo, una desigualdad entre
los individuos, debido a que siempre habrá unos pocos
que produzcan más riqueza en detrimento de la pobreza de la
mayoría. Karl Marx predijo que esta desigualdad aumentaría
hasta crear una conciencia de clases que despertaría al proletariado
oprimido.
John Maynard Keynes aseguraba que las crisis son características
del sistema capitalista, y derivan de la sobreacumulación.
Para convertir el ahorro en inversión, se impone la intervención
del Estado, justamente opuesto al pensamiento de
Smith, Keynes sostenía la necesidad de una regulación de los
mercados y de políticas de reactivación de inversiones y de
grandes obras públicas. Construyó su teoría a partir de la hipótesis
de que los mercados sufrían disfunciones y que, para
mantener la economía capitalista, hacía falta la intervención
pública. Todo orden capitalista afronta, en cierto momento,
una situación crítica como la que ahora vive el capitalismo
norteamericano. Generalmente, éstas se producen por el
desmedido afán de lucro y las especulaciones por conseguir
mayores beneficios.
Por otra parte, este autor consideraba que los inversores tienden
a preocuparse por la psicología del mercado y a especular
sobre el futuro valor de los activos más que a esperar pacientemente
a que mejore el valor intrínseco de las acciones.
Cuando una histeria psicológica se adueña del mercado, puede
provocar burbujas y crisis especulativas. Se produce una
burbuja especulativa cuando los precios suben, porque la gente
piensa que van a subir en el futuro; se trata de lo contrario
de la afirmación de Keynes que acabamos de mencionar.
Una burbuja especulativa cumple sus propias promesas. Si el
público compra porque piensa que van a subir las acciones,
su compra hace que suba su precio, lo que lo lleva a comprar
aún más, contribuyendo a que la vertiginosa rueda continúe.
La historia del capitalismo se caracteriza por estar llena de
burbujas en las que los precios especulativos han subido muy
por encima de su valor intrínseco, terminando con la explosión
de las mismas que derivan en crisis caracterizadas por la
recesión. Gran parte de los activos físicos y financieros creados
en el ascenso del ciclo se pierden en estos conflictos.
La crisis actual coloca un signo de interrogación sobre el sistema
capitalista tal como lo conocemos hoy, en donde muchos
se cuestionan la continuidad del mismo, dada la fuerte
intervención estatal a la que se vieron arrastrados los países
para mantener el sistema. Esta crisis económica a gran escala
desatada en EEUU resulta por la burbuja económica de las
hipotecas suprime, consistentes en préstamos de alto riesgo
a personas que generalmente tenían un dudoso historial crediticio.
De este modo en el corto plazo, defender el capitalismo
significa, paradójicamente, intervencionismo estatal.
Hoy tenemos una disfunción tan grande de los mercados que
la intervención pública se hace inevitable. Keynes recetaba,
en épocas de crisis, inyecciones masivas de liquidez por parte
del Estado y recortes de las tasas de interés para impulsar la
inversión. Varias naciones han vuelto a utilizar esa receta. Las
ideas keynesianas, tan menospreciadas en el último cuarto
de siglo, están siendo aplicadas ahora por quienes tratan de
sacar a la economía de los parámetros de la revolución conservadora
y de la desregulación permanente.
En estos tiempos los gobiernos están comprando bancos (o
acciones en ellos), porque creen que el capital público es necesario
para que siga fluyendo el crédito. Esto no es algo que
está pasando por primera vez: en 1990 los finlandeses y sue-
cos nacionalizaron bancos para privatizarlos nuevamente más
tarde. El rescate que estamos viviendo tiene, por supuesto,
una escala diferente, pero la justificación es la misma: el
costo de no intervenir es mucho mayor; si la confianza y el
crédito continúa decayendo, la recesión, que ya se asoma,
se convertiría probablemente en depresión, lo que
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