Astronomía en el Infierno
Enviado por zzineane • 23 de Noviembre de 2015 • Biografía • 2.470 Palabras (10 Páginas) • 74 Visitas
Pretas, 24 mayo 15431
Sí, lo he visto y de su propia boca pude escuchar la noticia. Que aquél que demuestre, sólo con las palabras, ser el fundador de la ciencia que se encarga de los astros, tendrá un espacio dentro de los “Devas”2 en lo más profundo del infierno. Y es que junto con ese danés, aquel alemán, y el otro italiano, hemos sido elegidos por Mefistófeles para hacer la apología correspondiente. Y me permito decir que los dos últimos han fundamentado su teoría desde la mía, es decir, toman como presupuesto el modelo cimentado y desarrollado en mi obra póstuma, y es póstuma por que se publica cuando yo estaba de camino hacia este lugar. Y así como aquellos dos parten de mi investigación, yo partí de una teoría primeramente propuesta por Aristarco de Samos, y lo menciono por que hace tiempo que hablé con el en el lugar en donde están todos los griegos, el “Manushyas” y me amonestó el hecho de que no lo mencionara en mi “De revolutionibus”, que por cierto fue difamado por el tal Osiander diciendo que mi investigación era una mera hipótesis o esquema matemático imaginado. Pero eso es otra historia.
Me encuentro en “Pretas” y yo genere un modelo explicativo describiendo los movimientos planetarios partiendo de los presupuestos de circularidad y uniformidad que suponen a su vez la perfección de los planetas, puesto que desde la antigüedad se impuso así. Desde mi modelo tanto la teoría de deferentes y epiciclos como el de las excéntricas, quedan refutados pues primero: existe la inseguridad sobre los movimientos del Sol y la Luna (ya que sus movimientos anuales no se podían establecer con seguridad), segundo la explicación del movimiento de los planetas tampoco resultaba aceptable ya que no se utilizaban los mismos supuestos para todos (ya que en unos casos se utilizan círculos homocéntricos, en otros excéntricos, epiciclos, etc.), y tercero, que el Universo era tomado como un sistema por partes que carece de unidad.
Es decir, no solo refuto lo que anteriormente se pensaba como verdadero, si no que también planteo un modelo explicativo geométrico, que aunque no soy el fundador de tal modelo, sí soy el que mantiene la unidad de movimientos y crea un sistema de círculos más racional. Además, descarto los ecuantes de la astronomía porque no parecen respetar los principios básicos de uniformidad y circularidad. El Sol permanece quieto y la Tierra se mueve (con una serie de movimientos distintos: el movimiento de rotación, el de traslación y el de declinación que sirve para explicar los equinoccios). No existe un centro único de todas las esferas celestes, y que además el centro de La Tierra no es el centro del Universo (sino el centro lunar y el centro de gravedad). Soy el fundador de esa ciencia en tanto que mis planteamientos son los presupuestos de los tres ilustres caballeros que arriba mencione. Es decir, gran parte de sus razonamientos son derivaciones de mis postulados. Sin mi teoría no hubieran tenido el punto de partida.
Nicolás Copérnico.
Pretas, 15 noviembre 1630.
He leído las tres ponencias de mis contendientes y observo que la empresa a la que me someto no es para nada un asunto de novicios. Pues tengo a los tres como excelentísimos humanistas que han hecho de esta ciencia una celebración de la existencia, sabiduría y elegancia de la perfección. Perfección que no es otra que la del mismo “Dios”. Y es que yo deseaba ser teólogo pero ahora me doy cuenta a través de mi esfuerzo que Dios puede ser alabado también por la astronomía. Yo descubrí la armonía del universo y de la naturaleza y al hacerlo con un modelo explicativo de la realidad, y no como un mero instrumento descriptivo o de predicción, develo la realidad misma que es a su vez develar la existencia de un creador matemático. Y aunque en un principio me empeñaba en que las esferas planetarias son en virtud de su relación con los poliedros regulares, ya que acompañe la teoría con la demostración, no era suficiente para poder explicar el movimiento aparente del planeta con la órbita más irregular.
Pude descubrir lo anterior por la observación de los datos recopilados por el que se considera el más grande observador del cielo en el período anterior a la invención del telescopio; especialmente los datos relativos al movimiento retrógrado de Marte. Desde círculos, a óvalos, hasta llegar a las elipses que explican con total certeza las armonías presentes en el cosmos, es el proceso que elaboré para postular de que: a-los planetas tienen movimientos elípticos alrededor del Sol, estando éste situado en uno de los 2 focos que contiene la elipse, b-las áreas barridas por los radios de los planetas, son proporcionales al tiempo empleado por estos en recorrer el perímetro de dichas áreas, y c-el cuadrado de los períodos de la órbita de los planetas es proporcional al cubo de la distancia promedio al Sol. Desde esto puedo decir que, 1-no hay necesidad de todos los principios copernicanos, algunos se eliminarán y otros se modificarán, puesto que no hay necesidad de todos los principios para satisfacer el que “el sol esté colocado en el centro de las esferas fijas”. Brahe modifica este axioma colocando a la Tierra en el centro. Pero los planetas no se mueven por ellos mismos, si no que el Sol, en el centro girando alrededor de su eje, es la causa del movimiento de los primeros. Consecuentemente el copernicanismo no es la explicación exacta de la realidad, son mis modificaciones a esa teoría las que establecen la certeza, pues la teoría esta verificada por los hechos, y aquel que se rehúse a aceptar esto ardera en el peor de los infiernos posibles, es decir, el Narakas. Y tú Hermes llévale cuanto antes esta carta a Mefistófeles para que dicte su veredicto final.
Johannes Kepler
Pretas, 8 enero 1642
A quien interese:
Mefistófeles me habló sobre la contienda. Y si tengo que divulgar mis descubrimientos para obtener el premio que se nos ofrece (ser parte de los Devas), es menester puntualizar unas cuantas cosas. Primero, el sol no está inmóvil pues según mis observaciones sobre las manchas solares, demuestro que el sol gira en sí mismo, y a la vez no es perfecto, es decir el copernicanismo posee postulados innecesarios para mis estudios. Segundo, según mis observaciones sobre los cuatro astros mediceos de Júpiter, reafirmo que hay multiplicidad de centros. Tercero, observe las fases de Venus que junto a una variación de su tamaño, derivo que tal fenómeno sólo es compatible con el hecho de que gire alrededor del Sol. Y los tres puntos anteriores los logre con mi maravilloso instrumento que en el mundo de los vivos le llaman telescopio. Y la disyuntiva tradicional (heliocentrismo o geocentrismo) es completada por medio de esas nuevas disciplinas que cultivé al final de mi vida.
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