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Biologia Del Amor HUmberto Maturana


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2014  •  4.503 Palabras (19 Páginas)  •  375 Visitas

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6. Biografía de Humberto Maturana

Nace en Santiago de Chile, 14 de septiembre de 1928. Sus padres se separaron cuando era muy pequeño. Dice que era un niño común y corriente. Pero no era tan así la cosa. Era anteojudo y le decían "guatón". Y se arrancaba todos los días del colegio. Se iba derecho para la casa. La mamá lo mandaba de nuevo al colegio al día siguiente y él se volvía a arrancar. Es que estaba mejor en su casa... Era un niño pícaro y no de muchos amigos. Con esto de irse del colegio aprendió a leer a los nueve años", a los once años ya tenía ciertas preocupaciones fundamentales. El lenguaje le interesaba. Le fascinaba la idea de que uno pudiera usar el lenguaje para maldecir o bendecir. Que en la brujería se hiciesen sortilegios y encantamientos con palabras... Que el nombre de Dios fuese secreto según la tradición judía o, en general, que se pensase en algunas culturas que el conocimiento del nombre íntimo de otro le diese a uno poder sobre él o ella".

"Pensé que moriría"

Lo de los nombres le siguió dando vueltas. Varias veces en su vida se ha cambiado de nombre. Un día decidió que se iba a llamar Sasha y no Humberto. Y que iba a usar su apellido materno, Romecín, en vez del paterno, porque no había vivido mucho con su padre. Llego al colegio un día y dijo "no me voy a llamar más Humberto Maturana, sino que Sasha Romecín. Y eso debe haber sido muy serio, porque meses atrás se encontró con un antiguo compañero y le gritó: "Sasha Romecín cómo te va?..." La verdad es que si no me decían Sasha no contestaba ni a los profesores". Pero se cambió nombre una vez más. Tubalcaín se puso. "No se atrevió a ponerse Caín. Lo que pasa es que estuvo leyendo sobre Caín y encontró a Jehová completamente injusto. Y pensó que él lo había provocado para que matara a Abel con su rechazo.

Él le había provocado la envidia. Era Jehová el responsable de la muerte de Abel. Y para reivindicar a Caín se puso Tubalcaín, que es el nombre de un hijo de Caín. Tenía como 17 años".

En una ocasión, cuando tenía once años acompaño a su madre, quien era Asistente Social, Visitadora Social se decía entonces, en una visita a una familia de obreros del ladrillo, en lo que en esa época, 1940, era Punta de Rieles, al final de Macul. Allí llegaron a una vivienda que era un hoyo rectangular en la tierra con un techo inclinado, y en cuyo interior se encontraba una mujer tendida en el suelo, enferma, cubierta de harapos. Junto a ella estaba un niño, menor que él. Al verlo pensó: “Yo podría ser ese niño, pero no lo soy, y nada en mi justifica el que yo tenga una casa, pobre pero casa, que yo pueda ir al colegio y comer todos los días, y que este niño no. No es merito mío, es solo un regalo de la existencia; nada de lo que tengo me pertenece y solo me cabe estar agradecido mientras lo tenga”. Esta experiencia cambio su vida porque desde entonces vivió en la conciencia de que la vida que uno vive es solo un regalo del que no cabe otra cosa que estar agradecido, y las cosas buenas que uno viva no significan que uno sea mejor que cualquier otro que no las tenga y las cosas malas que a uno le pasan no significan tampoco que uno sea peor que otros que no las viven. Ese niño y el eran igualmente dignos. Otra experiencia a relatar la vivió en el patio de su casa, junto a un árbol de flores lilas. Allí se encontró pensando: “No me gusta obedecer. No quiero obedecer. Qué debo hacer para no obedecer?. Si mi madre me pide que haga algo, tendré que hacerlo, no puedo decir que no, pero no quiero obedecer. Ah! ya se, lo que haré será tratar lo que deba hacer como mío, lo transformare en lo que yo quiero hacer, y gozare haciéndolo. Siempre? No! Cuando se me ordene algo que no quiera hacer mío, no lo haré, y viviré las consecuencias; Desde entonces nunca más obedecí, ni sufrí haciendo lo que no quería hace”.

Maturana egresó en 1947 del Liceo Manuel de Salas. En 1948 ingreso a la universidad de chile a estudiar medicina y no pudo evitar llamarse Humberto Maturana, a los 3 meses lo tuvieron que hospitalizar y ahí volvió a cambiarse el nombre. "Quería ponerme un nombre que no tuviera nada que ver conmigo, porque no era yo el enfermo. Era otro señor. Y me puse Irigoitía. Y no hace mucho fui al Hospital Salvador y me encontré con uno de los asistentes que me cuidaron en esa época y me dijo "señor Irigoitía, qué gusto de verlo...".

Estuvo bastante grave. Lo único que le preocupaba era su madre, que sufría mucho por él. Pensó que iba a morir. Recuerda que tenía una pieza solo. Esto era en el pabellón de los tuberculosos. Y un día se murió un enfermo de una pieza cercana y lo sacaron en una camilla. Lo dejaron detenido frente a su puerta que estaba abierta. Él lo miraba. Y escribió un poema.

Se caso cuando esteba en el primer año de medicina. En 1954 se trasladó al University College London para estudiar anatomía y neurofisiología, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller. En 1958 obtuvo el Doctorado en biología de la Universidad Harvard, enfocado en el operar del sistema nervioso con respecto a la fisiología de la visión, desarrollando una tesis que estudiaba la estructura del nervio óptico de la rana y durante estos años tuvo 2 niños.

Posteriormente, registró por primera vez la actividad de una célula direccional de un órgano sensorial, junto al científico Jerome Lettvin del Instituto Tecnológico de Massachusetts. A raíz de dicha investigación, ambos fueron postulados para el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, aunque no obtuvieron finalmente el galardón.

En 1960 volvió a Chile para desempeñarse como ayudante segundo en la cátedra de Biología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Sus clases eran bastante locas, parece. Había convencido al profesor de la cátedra que le dejase dictar un ciclo de seis clases sobre la organización de los seres vivos y el origen de la vida. Y para eso, hacía de todo. Así, una vez llevo una culebra en el bolsillo, para mostrar cómo el desplazamiento de la culebra dependía del terreno. Hablando del vuelo de las aves, se hizo toda una colección de pajaritos de papel que hacía volar subido al escritorio del profesor. Un día él lo vio tirando estos pajaritos de papel y se quejó...

En otra ocasión estaba hablando sobre la predictibilidad de los fenómenos biológicos a partir de su regularidad. Tenía un anfiteatro lleno. Entonces, de pronto, metió la mano en el bolsillo y dijo: "Aquí tengo un huevo para mi almuerzo. ¿Qué espera uno que salga de un huevo?" "¡Un pollo!", gritan todos. Y en eso el huevo se me cae y sale de él un pequeño ratón”

—¿Y cómo salió un ratón?

—Yo lo había metido dentro.

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