Bruno Latour
Enviado por juanmarciano23 • 19 de Abril de 2013 • 1.278 Palabras (6 Páginas) • 482 Visitas
Bruno Latour
Versión castellana de Marta I. González García. Pequeño cambio por Sheilla Quintana
Dadme un laboratorio y levantaré el Mundo
La generalización de los estudios de campo sobre las prácticas de laboratorio han permitido adquirir una imagen más adecuada de lo que los científicos hacen dentro de los "laboratorios". Pero ha surgido un nuevo problema. Si no somos capaces de llevar nuestros estudios de "observación participativa" lo suficientemente lejos como para considerar también cuestiones externas al laboratorio, corremos el riesgo de volver a caer en el denominado enfoque "internalista" de la ciencia.
Cuando este tipo de micro-estudios comenzó a aparecer, tal crítica fue suscitada por autores preocupados por problemas tan importantes como la política científica, la historia de la ciencia o, en general, lo que se conoce como Ciencia, Tecnología y Sociedad. Para todos estos campos de trabajo, los estudios de laboratorio parecían ser absolutamente irrelevantes. Lo que debíamos hacer era penetrar en las cajas negras y obtener observaciones de primera mano acerca de la actividad diaria de los científicos. Esta era la prioridad principal.
El resultado, fue que nada extraordinario y nada "científico" estaba ocurriendo dentro de los muros sagrados de esos templos. Pero la pregunta se amplío a: si en los laboratorios no ocurre nada científico, ¿por qué hay laboratorios? y ¿por qué, curiosamente, está la sociedad pagando por mantener unos lugares en los que no se produce nada especial?
La pregunta es muy delicada, debido a la división de trabajo existente entre, por una parte, los autores que estudian organizaciones, instituciones, política pública..., y, por otra parte, los que estudian las micro-negociaciones que tienen lugar dentro de las disciplinas científicas. Es realmente difícil encontrar elementos comunes entre el análisis de la controversia del laetrile (Nelkin, 1979).
Tan difícil es detectar características comunes entre intereses tan diversos, que la gente tiende a pensar que hay, en efecto, problemas "macroscópicos", y que los dos conjuntos de temas deberían recibir un tratamiento diferente, con métodos diferentes y por autores con formaciones diferentes.
La creencia de que existe en la sociedad una diferencia de escala real entre los objetos macroscópicos y los microscópicos es muy común entre los sociólogos, pero está especialmente arraigada en la sociología de la ciencia.
Muchos especialistas en CTS están orgullosos de no ocuparse en absoluto del contenido de la ciencia y del micronivel de las negociaciones científicas; mientras que, en el otro extremo del espectro, algunos autores afirman que sólo les interesan las controversias entre científicos o incluso llegan a decir que la sociedad no existe en absoluto o, al menos, que no existe ninguna macrosociedad acerca de la cual se pueda decir algo serio.
Esto produce la polémica entre los enfoques "internalistas" y "externalistas" en el estudio de la ciencia y la tecnología. Mientras que los debates de tiempos pasados oponían las "influencias sociales" al "desarrollo puramente interno" al dar cuenta del desarrollo de las disciplinas científicas, lo que se contrapone ahora es la "política pública" y los "tiras y aflojas económicos a gran escala" frente a las "micro-negociaciones", el "oportunismo" y el "folcklore de laboratorio". Los términos han cambiado, la creencia en la "cientificidad" de la ciencia ha desaparecido, pero ambas escuelas de pensamiento siguen conservando el mismo respeto por las fronteras de la actividad científica.
No existe ninguna forma fácil de conciliar perspectivas y métodos que son profundamente distintos. Es imposible que los observadores acostumbrados a los estudios de laboratorio abandonen este suelo firme, donde tanto han conseguido, para buscar sin más en los "macro-problemas", contabilizando porcentajes de producto nacional bruto, citas, premios y cosas por el estilo. Si tenemos que ocuparnos de esos asuntos, han de ser en nuestros propios términos.
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