CONTRATO DE KOSOVO

CONTRATO DE KOSOVO

Como funcionario legal de alto nivel de una compañía muy respetable que se dedica a la producción de medicamento para salvar la vida, la junta directiva le ha solicitado al señor Diego Eduardo que investigue los rumores de “Precios arreglado” en las oficinas europeas de la empresa. La junta directiva tiene una política muy estricta sobre las normas éticas y es especialmente cautelosa en lo que se refiere al control de precios, sobornos, retribuciones indebidas y otras actividades no éticas que van en detrimento delas operaciones en el extranjero.

Después de varios meses de una serie de entrevistas aplicadas en Europa, Diego Eduardo comprobó que los rumores carecían de sustento. Sin embargo, uno de los administradores europeos señalo: “Aquí no hay tal cosa” y añadió: “Si usted realmente quiere investigar algo, revise el contrato de Kosovo”

Durante meses, Diego Eduardo siguió escuchando hablar del “Contrato de Kosovo”. Por lo tanto, cuando termino su reporte acerca de los rumores de “Precio arreglados”, decidió profundizar en el otro tema. Encontró que el contrato era ordinario en casi todos los aspectos. Una organización de gran tamaño dedicada a la asistencia humanitaria había firmado un contrato con su compañía para que le proporcionara un millón de botiquines de bajo costo que debían ser entregados en las regiones de Kosovo devastadas por la guerra. Al igual que la mayoría del contrato celebrado con orgzaniciones humanitarias, casi no representaba ninguna utilidad para su empresa.

Sin embargo, lo que le pareció extraño fue el pago de una comisión extraordinariamente cuantioso a un distribuidor húngaro que debía entregar los botiquines en regiones de muy difícil acceso de Kosovo. Al tratar de buscar al ejecutivo de su propia empresa que había negociado el contrato, se le ocurrió una cosa: ¿fue esto un soborno?

Si y no, dijo el ejecutivo. De acuerdo con el distribuidor húngaro, las cajuelas de los camiones de reparto estaban cargadas con los botiquines – y los compartimientos para  guantes estaban repletos de dinero en efectivo. De esa manera, cuando los conductores eran detenido en los retenes de inspección establecidos por la milicia local, los cuales operaban en toda la región de Kosovo, podían pagar la cantidad que es fuera exigida y continuar su viaje. En el pasado, señalo el distribuidor húngaro, los conductores que no disponían de efectivo eran arrestados y fusilados por consiguiente, para que los botiquines llegaran a su destino, este era un costo implícito en la operación de negocios.

Diego Eduardo estaba seguro de que ni un solo centavo de  ese dinero había sido devuelto al ejecutivo, cuyo único propósito era que se entregaran los botiquines. Para entonces, las entregas ya habían sido realizadas, sin embargo Diego Eduardo aun se enfrenaba a un dilema, ¿Debería preparar un reporte individual para la junta directiva sobre este poco ortodoxo contrato, provocándole quizás un gran daño al ejecutivo que solo lo había negociado o una gran preocupación o aprieto para la organización asistencial, la cual estaba consciente de la comisión? O bien, ¿Debería guardar silencio al respecto? Todos sus antecedentes dentro de la compañía le indicaban a Diego Eduardo que este contrato no

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