Capítulo I- El primer cazador de microbios (LEEUWENHOEK)
Enviado por Alberto Serralde • 27 de Abril de 2017 • Ensayo • 1.535 Palabras (7 Páginas) • 437 Visitas
Capítulo I- El primer cazador de microbios (LEEUWENHOEK)
Hace doscientos cincuenta años un hombre humilde llamado Leeuwenhoek, descubrió un mundo poblado por millares de diferentes especies de seres pequeños. Leeuwenhoek descubrió diminutos animales y plantas y fue el primer cazador de microbios. Las aventuras de los cazadores de microbios están llenas de intentos fallidos, de errores y falsas esperanzas. Algunos perecieron víctimas de los mortíferos microorganismos. Hoy en día, los hombres de ciencia son prestigiosos en la sociedad y cuentan con laboratorios en las grandes ciudades. Ahora, un estudiante medianamente capacitado tiene las puertas abiertas para especializarse en cualquiera de las ramas de la ciencia pero antes no era así. La ciencia ensayaba sus primeros pasos con el intento de encontrar la verdad mediante la observación cuidadosa y el razonamiento claro. Aquel mundo de la ciencia mandó a la hoguera a Servet por el “abominable pecado” de disecar un cuerpo humano y también la ciencia condenó a Galileo a cadena perpetua por haber demostrado que la Tierra giraba alrededor del Sol. Antonio Van Leeuwenhoek nació en 1632 en Delft, Holanda. Descendió de una familia de fabricantes de cestos y de cerveza. El padre de Antonio murió joven; su madre lo envió a la escuela para que estudiara su carrera de funcionario público; pero a los 16 años arrumbó los libros y entró de aprendiz en una tienda de telas de Ámsterdam. Ésta fue su universidad durante seis años. S los 21 años, Leeuwenhoek abandonó la tienda y regresó a Delft; se casó y abrió su propia tienda de telas. Después se casó en segundas nupcias y tuvo varios hijos, que murieron casi todos de temprana edad. En ese periodo lo nombraron conserje del Ayuntamiento de Delft y le vino la afición de tallar lentes ya que él había oído que con un trozo de cristal transparente las cosas se veían de mayor tamaño. A Leeuwenhoek se le consideraba un hombre ignorante sólo sabía hablar holandés (lengua despreciada por el mundo culto que la consideraba propia de tenderos, pescadores y braceros). Las personas cultas se expresaban en latín, pero Leeuwenhoek no sabía ni leerlo. La Biblia en holandés era su único libro. ¿Para qué comprar lentes si yo puedo fabricarlos? Eso fue siempre el pensamiento de Leeuwenhoek. Él aprendió los rudimentos necesarios para tallar lentes; frecuentó con alquimistas y boticarios, de los que observó sus métodos secretos para obtener metales de los minerales y empezó a iniciarse en el arte de los orfebres. Después montó sus lentes en marcos de oro, plata y cobre que el mismo había extraído de los minerales. Leeuwenhoek buscaba la forma de fabricar una minúscula lente de menos de 3 milímetros de diámetro tan perfecta que le permitiera ver las cosas más pequeñas enormemente agrandadas y con gran nitidez. Él era el único hombre en toda Holanda que sabía fabricar lentes. Leeuwenhoek analizó las fibras musculares de una ballena y las escamas de su propia piel, observó la estructura cristalina de los ojos de un buey, miró la lana de las ovejas y los pelos del castor, y disecó la cabeza de una mosca. Examinó corteza de madera de 12 especies de árboles y observó el interior de semillas de plantas. Fabricó cientos de microscopios. Durante 20 años trabajó en completo aislamiento. En la segunda mitad del siglo XVII en Francia, Inglaterra e Italia, hombres singulares comenzaban a dudar y comenzaron a fiarse en sus propias observaciones mil veces repetidas y de los pesos exactos de sus balanzas. Y en Inglaterra unos cuantos de estos formaron una sociedad llamada The Invisible College, la cual fue invisible porque si Cromwell se hubiera enterado los habría ahorcado por conspiradores y herejes. Entre los miembros de aquella sociedad se encontraban Robert Boyle e Isaac Newton. Al ascender Carlos II al trono, el College salió de la clandestinidad, alcanzando la dignidad de Real Sociedad de Inglaterra. Regnier no se burlaba de Leeuwenhoek, así que les escribió a la Real Sociedad: “Hagan que Antonio Leeuwenhoek les escriba sobre sus descubrimientos”. Leeuwenhoek contestó al ruego de la Real Sociedad. La Real Sociedad quedó maravillada que Leeuwenhoek aseguraba haber visto a través de sus lentes. Cuando Leeuwenhoek nació no existían microscopios sino simples lupas o cristales de aumento. Leeuwenhoek perfeccionaba cada vez más sus lentes. Un día María miraba a su padre Leeuwenhoek que observaba una gota de agua, su padre había descubierto unos bichitos que daban vueltas y que eran mil veces más pequeños que cualquiera de los bichos que podemos ver a simple vista. Había descubierto un mundo invisible a simple vista. Los observaba mucho, veía como quedaban inmóviles y luego giraban con una rapidez increíble. Leeuwenhoek nunca se lanzó a teorizar, pero era un mago en mediciones. Su inquietud era saber ¿De dónde eran los bichitos habitantes de la gota de agua. Leeuwenhoek creía en Dios; siempre mencionaba a Dios como el creador del Universo y lo admiraba, pero era materialista y sabía que la vida procede de la vida. Lo cierto era que Dios no podía surgir a esos animalitos de la nada y la forma de saber de dónde provenían era experimentando. Lavó un vaso, lo secó y lo puso debajo del tejado, tomó una gotita en uno de sus tubos y corrió a examinarla en el microscopio… y si ahí estaban los bichos. Tomó un plato de porcelana, lo limpió y lo colocó en un cajón en la lluvia (evitando que salpicara lodo) y recogió unas gotitas y las llevó a su laboratorio, esas gotas no tenían bichos. Al observar el agua al 4to día vio que comenzaban a aparecer los bichos. Bajo sus lentes pasaron aguas de todas clases (agua conservada en la atmósfera confinada de su laboratorio, agua contenida en una vasija sobre el tejado, agua de los canales de Delft y agua del pozo de su jardín). Al colocar un granito diminuto de pimienta a una gota de agua notó que animalillos de varias clases se movían fácil y desordenadamente de un lado a otro. Había llegado la hora de hablar y escribir acerca de eso a los señores de Londres. La carta fue leída y dejó atónito al auditorio. Varios de la Real Sociedad le tomaron enserio y le contestaron en una carta rogándole que detallara la manera en la que había construido su microscopio y les explicara su método de observación. Y él contestó en una extensa carta explicando sus cálculos, incluyendo una serie de cómputos, sumas, multiplicaciones y divisiones, pero que de ninguna manera les diría el modo en que había fabricado sus microscopios. Así que la Real Sociedad encargó a Robert Hooke y a Nehemiah Grew la construcción de los mejores microscopios y de la preparación de agua de pimienta de la mejor calidad. Más tarde, la Real Sociedad lo nombró miembro y Leeuwenhoek sirvió a la Real Sociedad por el resto de su vida hasta su muerte a los 91 años. Aquellos animalillos se encontraban en todas partes. Leeuwenhoek hizo saber a la Real Sociedad cómo hasta en su propia boca habría encontrado una multitud de ellos. A pesar de los 50 años que tenía entonces, tenía la dentadura bien conservada pero notó una sustancia blanca y viscosa entre los dientes. Y se preguntó ¿De qué estaría compuesta aquella sustancia? Tomó una partícula de ésta y la mezcló con agua de lluvia pura y encontró diferentes animalillos… tenía un zoológico en la boca y demostró que esos animalillos podrían estar hasta en los intestinos de las ranas. Leeuwenhoek tenía mucho cuidado de no hacer atribuciones precipitadas. Él había hecho muchos descubrimientos admirables. Fue el primero en observar los vasos capilares por los que pasa la sangre de las arterias a las venas, completando así la teoría de la circulación de la sangre del inglés Harvey. También descubrió los espermatozoides del hombre. Su nombre llegó a ser conocido en toda Europa. Su salud era sorprendente, a los 80 años aún estaba firme, pero le gustaba tomar por las noches. Su única indisposición era el malestar que presentaba por las mañanas después de las noches de copeo. Después de haber visto que la sangre estaba llena de pequeños glóbulos y que tenían que pasar por los capilares para ir de las arterias a las venas; dedujo, que la sangre se espesaba después de aquellas noches, dificultando su paso por los capilares. Al tomar café caliente hasta casi abrasar los labios, se dio cuenta que mataba a los animalillos. Antonio Van Leeuwenhoek demostró que aquellos bichitos y animalillos eran capaces de devorar y matar a seres mucho más grandes que ellos mismos. Leeuwenhoek a los 85 años se consideraba en el otoño de su vida, pero no le gustaba enseñar le dijo a Leibnitz porque enseñar lo impondría a él en una esclavitud y lo que él quería seguir siendo era ser libre. Éste fue el primer cazador de microbios. En 1723, a la edad de 91 años llamó a su amigo Hoogvliet y le dijo que quería que tradujera esas 2 cartas que le estaba dando y que se las enviara a la Real Sociedad así cumpliendo la promesa de servirle siempre a la Real Sociedad de Londres.
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