Caracteres sexuales secundarios: ¿los machos compiten y las hembras eligen?
Enviado por Paloma Domimguez Mora • 19 de Mayo de 2019 • Ensayo • 951 Palabras (4 Páginas) • 221 Visitas
Caracteres sexuales secundarios: ¿los machos compiten y las hembras eligen?
Darwin reconoció un marcado dimorfismo sexual en los rasgos de "visualización", es uno de los fenómenos naturales más sorprendentes, frecuentes y fácilmente observables, y representaba un problema potencial para su teoría de la selección natural. Sin embargo, también observó una resolución poderosa: que los individuos no solo luchan por la existencia, sino que también compiten para adquirir parejas. Se dio cuenta de que esta oportunidad para la selección a menudo puede resultar en la evolución de rasgos limitados por el sexo que funcionan compitiendo o seleccionando compañeros. Por lo tanto, el dimorfismo sexual, particularmente en rasgos sexuales secundarios, se considera un sello de la selección sexual. En los varones, los rasgos sexuales secundarios pueden tomar la forma de armamentos u ornamentos, y su presencia y grado de expresión a menudo se correlacionan con el éxito de apareamiento de un macho. Hay muchos estudios sobre caracteres sexuales secundarios en los machos de muchos organismos, lo que nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas: ¿solo los machos pueden presentar estos caracteres sexuales secundarios? ¿La existencia de señales en las hembras es resultado de la selección sexual?
Para entender la evolución de los caracteres sexuales secundarios por medio de selección sexual, primero debemos entender el porqué del patrón más usual observado en la naturaleza sobre la conducta sexual; los machos utilizan estos caracteres para competir por las hembras, y estas últimas eligen. Todo comienza con la reproducción, existen diferentes tipos de reproducción, la asexual y la sexual. La primera consiste en que los organismos por sí solos sean capaces de desprender una célula o un trozo de su cuerpo y que éstos, por procesos mitóticos generan un organismo idéntico al original. Mientras que en la segunda, implica la singamia o fecundación o sea la fusión de gametos masculinos y femeninos para producir un cigoto. Estos gametos han cambiado a lo largo muchos millones de años y es distinto en grupos taxonómicos, dando como resultado en los vertebrados uno de los tipos de singamia denominada oogamia, donde el gameto masculino es muy pequeño y móvil (espermatozoide) y el gameto femenino es más grande e inmóvil (óvulo).
Y ahora, ¿qué implica el mayor tamaño del gameto femenino sobre el masculino? supone que la contribución inicial de recursos a la descendencia por parte de cada sexo sea muy desigual, ya que las hembras invierten más que los machos en cada gameto. Esto implica que la fecundidad de la hembra se vea comprometida, por su capacidad de producir óvulos, mientras que la del macho sólo está limitada por el número de óvulos que consiga fecundar ya que sus gametos son muy numerosos y solo contribuyen aportando su DNA (no contienen recursos que contribuyan al desarrollo del cigoto).
Sin embargo, existen factores que pueden alterar ese patrón, comprometiendo una reversión de los papeles sexuales. Por ejemplo, aumenta el grado de inversión parental efectuada por el macho; si los machos proveen muchos recursos al inicio del cuidado parental, los papeles sexuales se invierten, y entonces son las hembras quienes compiten por obtener a los machos, y ellos quienes eligen.
Una posible explicación de que los ornamentos hayan evolucionado por dicha compensación se resuelve mediante la inversión de diferentes tipos de recursos en ornamentos en lugar de descendientes. Otra visión alternativa es un intercambio de recursos entre ornamentación y la descendencia no impide la evolución de ornamentos femeninos en algunas especies, para las cuales es difícil la evaluación directa de más hembras, por ejemplo en enjambres de apareamiento.
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