Carcajadas del cielo
Enviado por Maria Del Pilar Rincon • 30 de Octubre de 2017 • Informe • 1.284 Palabras (6 Páginas) • 192 Visitas
Universidad Pedagógica Nacional
Licenciatura en Artes Visuales
Diana María Rubio Rincón
Carcajadas del cielo
Y ahí se encontraba mi esencia, un cuerpo que, si no creyera en ese algo como aquel Silvio, fuese una maza sin cantera un amasijo hecho de cuerdas y tendones, Un revoltijo de carne con madera, un instrumento sin mejores resplandores de lucecitas montadas para escena. Seria aquella escena donde se escucha al cielo reír al son de la música mientras le susurra a su amigo prudente “el mar” quizás se burla de nosotros por tan frágil cuerpecito, vestiditos de mil colores y caminando como estrellas en un fondo tan blanco que enceguece al mirar. En un instante que puede ser peor, el cielo se está atorando de tanto carcajear y el mar en su ayuda lo está ahogando sin pestañear. Escucho el agua y despierto me encuentro recostada en mi almohada y en mis pies mi blanca gata, el agua me alcanza a mojar las mejillas, me siento y las olas me quieren atrapar. El agua descendía, subía como espuma y se volcaba centellando, las páginas de mi libro me miraban y detrás de la portada una niña danzaba, acaso estaré soñando, me levanto y tan delicada como una flor da saltos siguiendo a un viejo bastón.
No encuentro más que observarla , mi gata sigue a la pequeña y de un brinco llega a un abismo, agarrando mi libro, una almohada y un helado miedito me encuentro cerrando los ojos tan fuerte, que la pequeña toma mi mano y de un golpe saltamos no temas me dice la pequeña flor con tan solo 12 años, la miro y su cabello le forma una casco perfumado al llegar al suelo coloco la almohada de colchón y sin ningún rasguño la niña toma un lápiz y escribe debajo de la sabana del almohadón " Cuando tu duermas mi bella durante esas noches enteras donde el sueño esta proscripto no temas pues tu mente y la mía no estarán ajenas pues eres yo, una infante jugando a ser encontrada y aquí estas uno, dos, tres por ti - te encontré" observo y ya no estaba ella, tan solo había quedado mi libro y la gata ahora se había extraviado la almohada.
Donde abre dejado mi bastón abuelo olvidadizo se escuchaba una voz ronca y al verlo su cabello como fibras de plata y piel de avena me encantaron. Entonces como pude me escondí, el mar tranquilo me observaba y el cielo quedado dormido escuchaba a su confidente la luna como le cantaba con su brisa al abuelo distraído. Entre jardines exquisitos y la noche cubriéndome, la luna ilumino mi pupila y como vela en la penumbra quede a medio camino descubierta. Me encontró y junto a mí su petulante bastón, ya no había nada más que hacer, sonreí y sus manos acariciaron a la gata, fuimos a dar un paseo, cuestionándome le dije ¿Qué es lo humano? con su mano agarro el bastón y me pidió que le diera unas cuantas hojas de mi libro, me las mostro diciendo tenemos el arte de evocar escritos, memorias, sueños, para algunos somos tierra, evolución, Dios, casualidad, explosión, polvo de estrella como diría un gran amigo; pero aún esto no nos hace humanos es el simple hecho a mis 70 años decir que es cuestionar todo, preguntarme que es lo que me hace humano.
El cielo despertó, pero no sin antes recoger a su tiempo rayos rejuvenecidos luego de lavarse en el fondo de un mar profundo, tome lo que quedaba de mi libro, llame a mi gata y de un gran bostezo dejando ver su gran dentadura me siguió. Había comprendido que él abuelo me había enseñado lo más bonito, su larga vida lo convertía en los recuerdos y construía en mí sus memorias, él era el tiempo; una belleza fuera de su querido cuerpo y de un corazón tan dulce y yo tratando de salvarlo con mi libro de fabulas inciertas. La vejez lo hizo recostarse sobre un tronco y con su mirada serena sus parpados cerrados dormitaron a la sombra de sus pestañas.
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