Cazadores De Miccrobios

ANTONY LEEUWENHOEK

EL PRIMER CAZADOR DE MICROBIOS

Nace en Delf, Holanda hace más de doscientos cincuenta años el primer cazador de microbios, Antonio Van Leeuwenhoek, fue el primer inventor de uno de los mas maravillosos aparatos de óptica: el microscopio.

Quien era conserje de la Casa Consistorial de Delft, un hombre muy curioso y de la rara afición de tallar lentes para ver objetos con mayor aumento, se dedicó en cuerpo y alma a su afición, los hizo cada vez más pequeños, construyendo así pequeños microscopios simples, con los cuales durante mucho años observó distintos tipos de materiales desde el agua, animales pequeños hasta el sarro de sus dientes con el fin de observar cada vez más sobre aquellos seres microscópicos.

Mucha gente llegó a creer que estaba chiflado pero no era algo que a él le afectara y mucho menos que lo hiciera desistir, vivía satisfecho de sí mismo y en paz con el mundo, no tenía otro deseo que el de examinar todo aquello que caía en sus manos. Nunca se habrá conocido hombre mas difícil de convencer que Leeuwenhoek, examinaba y volvía a examinar confrontado el resultado de la nueva observación, jamás escribió palabras acerca de lo que observaba. La "invisible College" llegó a conocer de los descubrimientos de Leeuwenhoek y lo mandó a solicitar, pero él solo les respondía con cartas y como hacerles para que vean lo que él veía, más nunca quiso presentarse y mucho menos llegar a dar alguno de sus microscopios.

Nunca dejó que nadie tocara sus microscopios eran para el cómo su vida, con ellos conoció un mundo fantástico de seres subvisibles, criaturas que vivían, se multiplicaban, habían muerto, eran seres que destruyen y aniquilan razas enteras de hombres diez millones de veces más grandes de ellos mismos, un mundo que Leeuwenhoek había sido el primero en descubrir.

Dedicó toda su vida a investigar, era un hombre de edad grande pero con una salud sorprendente pero quien a sus noventa y un años de edad el primer cazador de microbios, en año de de 1723 muere y quien en su lecho de muerte, hizo llamar a su amigo Hoogvliet rogando traducir al latín cartas y poder enviarlas a Londres a la Real Sociedad. Hoy en día existe otros investigadores con mucha más fama que el creador.

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