Cazadores De Microbios
Enviado por chiquillada • 3 de Octubre de 2011 • 1.430 Palabras (6 Páginas) • 985 Visitas
CAPITULO IV ROBERTO KOCHEL PALADÍN CONTRA LA MUERTECAPITULO III
LOUIS PASTEUR
¡LOS MICROBIOS SON UNA AMENAZA!
Treinta y dos años después de la muerte del gran Spallanzani, en 1831, la caza de
microbios se encontraba estacionada.
1831 nadie conocía la causa de la muerte de las personas
mordidas por perros rabiosos, pues el origen de todas las enfermedades era un
misterio
Pasteur era un muchacho atareado y
meticuloso, que en absoluto llamaba la atención. Su tiempo libre lo ocupaba en pintar
paisajes del río que corría próximo a la curtiduría
Entre tanto, parecía casi seguro que los animales microscópicos quedarían
reducidos a curiosidades de museo, junto con el dodo y otros animales olvidados.
El sueco Linneo, el clasificador más entusiasta, cuya única preocupación era
catalogar todos los seres vivientes, se indignó ante la mera sugestión de estudiar los
microbios.
—Son demasiado pequeños, demasiado confusos; nadie sabrá nunca nada con
exactitud acerca de ellos. Los pondremos sencillamente en la clasificación de Caos —
dijo.
De aquí a poco empezó a realizar investigaciones por cuenta propia con frascos
conteniendo líquidos mal olientes y tubos de ensayo llenos de substancias de vistosos
colores. Su buen amigo Chappuis, un simple estudiante de Filosofía, tenía que
soportar durante horas enteras las conferencias que Pasteur le daba acerca de los
cristales del ácido tartárico.
Hubiera querido que todos los estudiantes fuesen químicos, del mismo modo
cuarenta años más tarde quiso transformar todos los médicos en bacteriólogos.
Cuando tenía veintiséis años; después de mucho examinar montones de diminutos cristales, descubrió que había cuatro clases de ácido tartárico en lugar de dos; que en la Naturaleza hay una gran variedad de compuestos extraños exactamente iguales, excepto en que unos son como las imágenes de un espejo de los otros.
Siguió trabajando con los cristales, se metió en callejones sin salida, hizo
experimentos disparatados e increíbles del tipo que sólo se le ocurren a un chiflado,
pero que si tienen éxito hacen de un chiflado un genio. Trató de alterar la química de
los seres vivos colocando—? los entre potentes imanes: ideó curiosos aparatos de
relojería para someter a las plantas a un movimiento pendular, esperando poder
cambiar por este procedimiento las misteriosas moléculas que las constituyen por
otras que fuesen como las imágenes en un espejo de las primeras, trató de imitar a
Dios, quiso alterar las especies.
En los días sucesivos repitió el mismo experimento una y otra vez: poner una
gota del líquido que contenía bastoncitos en abundancia en un matraz con caldo de
levadura, recién hecho y transparente, exento de ellos, y, siempre aparecieron
billones de bastoncitos y siempre fabricaron nuevas cantidades de ácido láctico.
Entonces Pasteur, con su carácter impaciente no pudo contenerse más y dio cuenta al
mundo entero de su descubrimiento: dijo a Mr. Bigo que aquellos bastoncitos eran la
causa de las malas fermentaciones.
Hizo público en su clase el descubrimiento; que unos animalillos tan sumamente pequeños eran capaces de transformar el azúcar en ácido láctico. cosa que ningún
hombre había logrado hasta entonces
Puso una gota del liquido que contenía bastoncitos en abundancia en un matraz con un caldo de levadura recién hecho y transparente exento de ellos y siempre aparecieron billones de bastoncitos y siempre fabricaron cantidades de acido láctico dio a saber a todo el mundo su descubrimiento…. Los bastoncitos eran causa de la mala fermentación.
El experimento que había realizado con los bastoncitos productores del ácido
láctico le había convencido, aunque nadie sepa porqué, de que otras especies
diferentes de seres microscópicos eran capaces de ejecutar un millar de cosas
gigantescas, útiles y hasta peligrosas.
«Los fermentos que me ha revelado el microscopio en las cubas de fermentación
sanas son los que transforman el azucaren alcohol; es indudable que son los
fermentos los que fabrican la cerveza a partir de la cebada, y es seguro que son los
fermentos los que transforman las uvas en vino, aún no he podido demostrarlo; pero
estoy seguro de ello»
—Lo que tengo que hacer es cultivar fermentos en un medio que carezca de
albúmina, y si en estas condiciones los fermentos transforman el azúcar en alcohol,
entonces ya puede Liebig despedirse de sus teorías.
Había puesto, por casualidad, una sal amónica en un caldo de albúmina en el que
cultivaba fermentos para hacer experimentos.
¿Qué pasa aquí? La sal amónica continúa desapareciendo a medida que crecen y
se multiplican los fermentos. ¿Qué quiere decir esto? —pensaba, lleno de dudas—.
¡Ya! La sal amónica es consumida por los fermentos; luego pueden vivir sin albúmina.
—Aquí están los fermentos jóvenes, hermosos, en pleno proceso de desarrollo,
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