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Cazadores De Microbios


Enviado por   •  4 de Octubre de 2011  •  1.944 Palabras (8 Páginas)  •  735 Visitas

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Dr. Paul de Kruif

Leewenhoek fue el primero en asomarse a un mundo nuevo, poblado de millares de especies de seres pequeñísimos. Cuando nació Leewenhoek no existían microscopios sino simples lupas o cristales de aumento, a través de los cuales podía haber estado mirando el holandés hasta hacerse viejo, sin lograr descubrir un ser más pequeño que el acaro de queso, más ésta su extravagancia aparente se reveló más tarde como preparación para aquel día imprevisto en que observó a través de su lente de juguete montada en oro, una pequeña gota de límpida agua de lluvia - Mira a través de su lente y murmura entre dientes unas palabras... y de pronto se oye la excitada voz de Leewenhoek: ¡ven aquí! ¡Date prisa! ¡En el agua de lluvia unos bichitos!... ¡nadan! ¡Dan vueltas! ¡Son mil veces más pequeños que cualquiera de los bichos que podemos ver a simple vista!... ¡mira lo que he descubierto! Había llegado el gran día para Leewenhoek. Aquellos animalitos eran enormemente pequeños y demasiado extraños para tener existencia real, y por esta razón volvió a observarlos, de nuevo vio a aquellos seres, no solo una sola especie, sino otra más grande que la primera, “moviéndose con gran agilidad, porque tenía varios pies increíblemente sutiles”. Descubrió una tercera especie y una cuarta, tan pecunia que no acertó a discernir su forma. Pero está viva. ¡Se mueve, recorre grandes distancias en este mundo de una gota de agua! ¡Qué seres más listos!, así los describió Leeuwenhoek.

El joven Spallanzazani estaba tan decidido a arrancar sus secretos a la naturaleza como lo estuvo Leeuwenhoek. Spallanzazani se lanzó con ardor a la tarea de recoger los conocimientos más diversos, a poner a prueba toda clase de teorías, a descartar todas las autoridades por famosas que fuesen. Spallanzazani tenía ya la certeza de que todos los animales, aun los más pequeños proceden de otros que, a su vez, han tenido existencia anteriormente; también tenía la convicción de que un diminuto microbio seguía perteneciendo siempre a la misma especie de sus progenitores del mismo modo que una cebra no se transforma en una jirafa o procrea bueyes almizcleros, sino que siempre es una cebra y engendra cebras pequeñas, en resumidas cuentas - decía Spallanzazani -. Needham estaba equivocado y yo he demostrado que en la ciencia de los animales lo mismo que en las orbitas de las estrellas, rige una ley y un orden.

Pasteur se aprestaba a hacer su primer descubrimiento en el dominio de la química. Después de mucho examinar montones de diminutos cristales, descubrió que había cuatro clases de ácidos tartáricos y no solamente dos, y que en la Naturaleza hay variedad de compuestos extraños exactamente iguales, que unos son como las imágenes de otros. El experimento que había realizado con los bastoncitos productores del ácido láctico le había convencido, aunque nadie sepa el porqué, de otras especies de seres microscópicos eran capaces de ejecutar un millar de cosas gigantescas, útiles y tal vez peligrosas. “Los fermentos que me ha revelado el microscopio en las cubas de fermentación sanas son los que transforman el azúcar en alcohol, la cebada en cerveza y las uvas en vino, Aún no he podido demostrarlo, pero estoy seguro de ello”. Uno de los aspectos de Pasteur, que no deja de ser extraño, es que jamás pareció dar importancia al no llegara la solución completa de tal o cual problema. Una mañana en uno de los matraces cuyo contenido se había estropeado, notó la presencia de otra especie de diminutos animalillos que nadaban alrededor de unos pocos bastoncitos que se movían desalentados, de esos bastoncitos que debían estar presentes a millones. ¿Qué clase de bichos son éstos? Son mucho mayores que los bastoncitos y no se limitan a vibrar, sino que nadan realmente, como si fueran peces., los contemplo malhumorado, comprendía que tales animalillos no tenían nada que hacer allí, formaban procesiones, enganchados unos con otros, evidentemente, estos bichos de nueva especie eran otra clase de fermentos que transformaban el azúcar en ácido butírico. Noto algo nuevo: vio que en el centro de la gota se movían animadamente en todas las direcciones, pero que al correr suavemente la preparación, sin intención tal vez, hasta que el borde de la gota quedase bajo el objetivo, no se movían estaban quietos y tiesos como leños. Sucedió lo mismo en cuantas preparaciones observó: los mata el aire - exclamó, seguro de haber hecho un gran descubrimiento. ¿De donde proceden los microbios? - ¿Cómo es - le preguntaban sus adversarios - cómo es que todos los años, durante todos los siglos y en todos los rincones de la tierra aparecen sin que se sepa de donde vienen, los fermentos que transforman el mosto en vino? ¿De dónde proceden esos animalillos que agrian la leche en todos los cántaros y enrancian la manteca en todos los tarros, desde Groelandia hasta Tombuctú? se puso a trabajar, creía que los fermentos, los bastoncitos y los animalillos procedían del aire, que se imaginaba lleno de seres invisibles. Pasteur ideó aparatos complicados para demostrarlo una vez más. Atascó de algodón pólvora delgados tubos de vidrio, enlazó uno de los extremos con una bomba aspirante y sacó el otro por la ventana, aspirando después a través del tapón de algodón gran cantidad del aire del jardín, y se dedicó luego a contar con toda seriedad los animalillos retenidos en el algodón.

Teobaldo Smith encontró la manera de enfermar a un animal ligeramente, tan ligeramente que pudiera recuperarse, lo único que tenia que hacer era dejar envejecer el cultivo virulento en los matraces; al envejecer, los microbios perdían fuerza y enfermaban solo levemente a las gallinas y cuando estas se curaban podían soportar todos los microbios del mundo, había hallado una vacuna.

Teobaldo Smith hizo investigaciones sobre la fiebre de Texas. Eligió una vaca gorda y la puso en un pesebre, y día tras día fue depositando en ella

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