Ciclos Biogenesicos
Enviado por ae93 • 22 de Agosto de 2012 • 621 Palabras (3 Páginas) • 617 Visitas
Ciclos biogenesicos
mire su perfil reflejado en la ventana. Fumaba como loca, nariz aguileña, cabello corto.
La mire mientras pintaba. Estaba loca, era demencial, volatil, enferma.
Pense en las cosas que ocurren. Y en como llevan cierta inercia. Pense en ti. Pense que las podrian ser diferentes. Y entonces pasan y fluyen de manera enigmatica.
pero siempre hay una cuestión engorrosa en todo esto. Un hilo de voz, una necesidad implicita, una negativa que lo joroba todo. Creo que me he vuelto adicta a las emociones destructivas, todas aquellas que pueden dañarme, ofenderme, demorar mi plenitud. Y pienso en ti de nuevo. En lo mucho que me gustas, en lo que me encantaría hacerte. pero también hay cosas que puedo decir, que no me salen de la boca por más esfuerzos rudos que hago. Soy antisocial, irreverente, rara. Y siempre con la pinche autoestima en el piso. Pienso en las veces que te perdi por pensarte demasiado. De noche soy más tibia, más personal, pero no dejo que me veas desnuda por varias razones.
Mis ojos estan cansados. El trato era este: sin amor y sin deseo, sin pasión y sin cursilera. En algún recondito lugar de mi ser exige querer y enamorarse, la parte superficial, la envoltura se revela ante este pensamiento.
El ojo de la lagrima fácil.
La entrada al circulo polar.
Estigmas mentales.
Dolores que se extirpan.
Enemigos de la mente.
Felices fiestas a todos.
El amor que nunca es fácil.
La mentira que te hace real.
Mi inocencia al decirte que te quiero.
Mi cinismo al repetirlo dos veces.
El cohete que te esfuma la alegría.
La nobleza que perfuma tu entrepierna.
El sexo con el que me vuelves loca.
La moralidad que me impide claudicar.
El improperio de tus labios aceitados.
La muerte del alma en la cama.
Los juramentos que se cumplen.
Un dios como testigo de mi vulgaridad.
Esperanza que sofoca a la migala.
La tenacidad de tu charla al enredarme.
Tu ausencia que moja la cama.
Las preguntas que no quieres responderme.
El acido en tu espalda almidonada.
La caricia con que me tocas el ser.
El magnetismo animal del deseo.
La pertenencia que me hace una bastarda.
Besos en tu frente
que bajan a la yugular
que se detienen en tu pecho
que se enfocan en tu latido
que recorren tu vientre
y que se deslizan por tu sexo.
Amores que no entiendo.
Días raros, sin sentido.
Me pongo más vieja, más fea...
me pongo más amargada, más pendeja,
mis hilos de sapiensa se hacen fragiles,
mis pies se sostienen
por el sentido del tacto,
mis ojos ya no ven, ya no te buscan,
la
...