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Communication Management


Enviado por   •  17 de Diciembre de 2013  •  1.726 Palabras (7 Páginas)  •  492 Visitas

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Los medios públicos de comunicación en México:

artífices de la democracia o causas perdidas de la cultura participativa de ciudadanía.

Mtro. Carlos Flores Ibinarriaga

“De dos hombres iguales en fuerza, el que tiene razón es más fuerte”.

Pitágoras

De acuerdo a un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de toda la región latinoamericana (14 países) México es uno de los 4 países que carece de mecanismos de democracia directa (PNUD, 2004). Terrible noticia, si se tiene en cuenta que existe un ímpetu vertiginoso en la región por consolidar dicho régimen, y que en el caso mexicano, la lid que se ha manejado para los medios públicos de comunicación, como agentes diseminadores de información política y de la participación ciudadana, ha sido poco explotado y se ha dejado en segundo término. Ante la revolución tecnológica, los nuevos medios, las redes sociales, se han constituido como las nuevas herramientas del debate público y de una recomprensión de la cultura política. Dicho en otros términos, el futuro de la democracia y de los medios públicos radicará en su capacidad de transformación y adaptación a los nuevos tiempos.

Revisitando el campo de las industrias culturales y la condición de cambio y desafío tecnológico en América Latina, la existencia de sistemas de medios públicos de comunicación que gocen de un carácter pluralista, independiente, profesional y competitivo, resultan fundamentales en el portento del desarrollo de la democracia. Su posicionamiento frente a los medios comerciales, los cuales tienden a estar motivados por intereses particulares y de negocio, en su papel como establecedores de la agenda pública son motivos de preocupación natural para no dejar de lado el fortalecimiento y renovación de los medios públicos. Veamos.

En la actualidad existe un interés real y en ascenso por estimular la participación cívica en un entorno democrático. Y a la par, existe también una creciente asociación de los medios públicos de comunicación con la democracia y la sociedad civil. Si hacemos un breve recorrido histórico podríamos decir que la relación estado-nación / medios públicos de comunicación, comenzó entre la década de los años 1920 - 1930 con las radios estatales paternalistas, evolucionando luego a un vínculos más estrechos con la sociedad civil hacia la década de 1960 - 1980 con un carácter más democrático y emancipatorio y, por último más en la actualidad, en las décadas del 2000 - 2010, con una relación más asociativa y de participación (Bardoel, 2007). Lo anterior refleja la auténtica progresión de los medios públicos y el fomento del desarrollo cívico participativo tanto por parte de las instituciones de gobierno, como por parte de los destinatarios de dichos servicios, más específicamente de la sociedad civil.

Bajo un entorno mediático complejo y competido, la salvaguarda de este acompañamiento de los medios públicos y la sociedad va a recaer en su habilidad para renovarse. La propia dinámica de los nuevos medios implica a priori una innovación tecnológica de los medios públicos, una reestructuración más funcional, readaptar sus plataformas comunicativas otrora verticales, estatistas y rígidas, en unas más flexibles, adaptativas y globales, de un corte más abierto y de corresponsabilidad.

Como tal, los medios públicos constituyen una de las instituciones básicas para la democracia, y dados los continuos cambios sociales y la manera en que la sociedad usa los medios, ahora con un perfil más de “usuario” que de “espectador”, es decir, más involucrado, activo, y coparticipe de sus contenidos y alcances, representa un cambio en todo el panorama. Estos cambios y transformaciones en el contexto social, mediático y tecnológico de la presente industria cultural mexicana nos marcan un obligado reajuste en el marco normativo y de operación de los medios públicos.

De entrada, deben gozar de una mayor libertad para poder moverse en el uso de las nuevas tecnologías, tener un mínimo de modernidad, lo suficiente para poder garantizar la función de servicio público que representan y que permita involucrar cada vez más a un mayor número de usuarios que a la postre (y como marca la tendencia global) sea más hacia un “servicio público personalizado” por medio de la red; en segundo lugar, deberán tenderse hacia lo multimedia. Con los contenidos ahora en formatos digitales, la producción de los programas no pueden estar separados a partir de los canales o los medios convencionales, sino de acuerdo a los géneros y deben poder ser utilizados en distintos canales en sus versiones virtuales (radio y, televisión por internet) (Lowe, 2008).

Al ser los medios públicos los encargados de compilar y difundir las industrias culturales, éstos deben adaptarse a los cambios socioculturales. Tanto en el consumo como en las retroalimentaciones que reciban por parte de la sociedad. Esto implica que se tomen en cuenta los niveles educativos, la individualización y fragmentación social, el crecimiento de las redes sociales, la pérdida del compromiso ciudadano y de la confianza hacia las instituciones. Los medios públicos deben generar el empoderamiento cívico, transmitir la sensación de titularidad de sus derechos ciudadanos. Estar abiertos a la comunicación dialógica con sus audiencias estableciendo proyectos de coparticipación haciendo énfasis en los segmentos poblacionales juveniles. Deben ser espacios de intercambio, foros de participación y de aglomerar afinidades, de cohesionar e integrar socialmente en torno a metas de desarrollo democrático bajo una óptica de pluralismo cultural (Curran, 1998).

Ahora bien, las críticas a ésta revolución tecnológica en la que están inmiscuidos los

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