Comunicación: el lenguaje de las abejas
Enviado por adoniscorona • 21 de Marzo de 2015 • Tesis • 1.282 Palabras (6 Páginas) • 306 Visitas
3.3. Comunicación: el lenguaje de las abejas:
Estudios recientes han puesto de relieve toda una gama de formas de comunicación animal. Así, por ejemplo, cuando una abeja descubre una fuente de néctar, vuelve a la colmena para informar sobre su hallazgo.
En el caso de las abejas, las diferentes especies y razas presentan algunas diferencias en su comunicación y lenguaje, aunque los aspectos generales son semejantes.
La mayoría de la información esencial para la organización de la colmena proviene de secreciones químicas, las feromonas, segregadas por la reina, pero también por las obreras. Se trata de sustancias mensajeras que circulan de una a otra a través de la boca y de las antenas, y de las que las abejas sacan una gran cantidad de información. Estas feromonas sirven para identificar lugares, para emitir señales de alarma, controlar las reservas de comida, equilibrar la población regulando la puesta de huevos de la reina, mantener en equilibrio la temperatura y la humedad ideales en el seno de la colmena, etc... pero, además, las abejas poseen entre ellas un lenguaje codificado muy preciso, el del baile, que es una de sus formas de comunicarse.
Como se ha comentado, cuando la abeja encuentra una fuente de alimento adecuada, tiene la capacidad de calcular el camino de vuelta a la colmena teniendo en cuenta el viento y el movimiento aparente del Sol. Una vez ha retornado a la colmena, comunica la localización del alimento mediante una “danza” que proporciona información acerca de la distancia y dirección a la que se encuentra ese alimento. Las otras abejas de la colmena, utilizan esta información para dirigirse de forma directa hacia la fuente, y conseguir su alimento.
Desde muy antiguo, los observadores de las abejas apreciaron la relación existente entre las danzas realizadas por las abejas en el interior de la colmena y el flujo de néctar, polen, agua o propóleos que llegaba a la colmena. Tales observaciones empezaron a dar sus frutos cuando, en 1788, Spitzner publicó las conclusiones de sus estudios sobre los movimientos rítmicos que realizaban las obreras, a los que denominó “danza de las abejas”. A pesar de estos avances, sus observaciones fueron olvidadas hasta que Karl von Frisch, entre los años 1920 y 1982, aclaró los dos tipos diferentes de bailes y movimientos que las pecoreadoras ejecutan, uno normalmente para excitar a salir a las abejas que están en la colmena: el baile en círculo; y el segundo, el baile con meneo o zangoloteo, que se trata sin duda de una comunicación más completa, en la que se transmite una información precisa en cuanto a distancia, dirección, sentido, atracción, tipo y sabor del alimento.
Para llegar a este descubrimiento del significado de los bailes realizados por las abejas, Karl von Frisch hizo un experimento en el que empleó colmenas de cristal y entrenó a las abejas para buscar el alimento en determinados puntos; con su estudio comprobó que, cuando las abejas regresaban a la colmena, realizaban diferentes bailes para transmitirle la información al resto de los individuos. Por todos estos descubrimientos, en 1973, Karl R. von Frisch, Konrad Lorenz y Nikolaas Tinbergen ganaron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina (figura 3).
Figura 3: Ganadores del Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1973
Normalmente, las abejas generan los mensajes a base de símbolos muy sencillos, y son capaces de traducir una situación tridimensional (del exterior de la colmena) a otra bidimensional (en el interior de la colmena), y viceversa.
El mecanismo básico de comunicación consiste en que, las pecoreadoras, al regreso a la colmena, cuando traen néctar o polen, excitan a otras pecoreadoras, a las que reclutan para que sigan su ejemplo, y vayan hacia esa fuente de alimento. Para ello, se posan sobre el panal y comienzan su baile; al cabo de unos segundos, esta abeja será
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