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Contaminacion Electromagnetica


Enviado por   •  5 de Mayo de 2014  •  2.804 Palabras (12 Páginas)  •  201 Visitas

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Contaminación electromagnética de baja frecuencia

En un principio, la problemática de contaminación electromagnética (CEM) se centraba en las ondas de baja frecuencia (contaminación eléctrica y magnética) de las líneas eléctricas de alta tensión (LAT), las grandes estaciones y subestaciones de transformación y, con el tiempo, también de los transformadores de zona o barrio instalados en plantas bajas o sótanos de colegios, viviendas o edificios comerciales. La exposición a la baja frecuencia, que se mide en voltios por metro (contaminación eléctrica) y en microTeslas o miliGaus (la magnética), afecta fuertemente a un sector de la población que vive cerca o directamente encima o debajo de estas fuentes de emisión, pero sigue siendo relativamente desconocida para la ciudadanía en general.

Como excepción, algunas LAT, sobre todo en su modalidad de grandes autopistas eléctricas de nuevo trazado, han dado lugar a importantes movilizaciones ecologistas y ciudadanas [1] y han tenido eco entre la población en general, incluso en el medio rural, debido a su enorme y visible afectación a ecosistemas y paisajes. Algunas movilizaciones han logrado modificar trazados o incluso proyectos enteros; otras siguen reivindicando la protección de la salud y el medio ambiente y agrupan a sectores significativos de la población en zonas determinadas. Para los ecologistas, los grandes proyectos de LAT son un problema prioritario, que entronca también con los macro-modelos de generación y transporte de energía y sus servidumbres ambientales y climáticas. En la última década, las grandes estaciones y subestaciones ubicadas en entornos urbanos también han protagonizado importantes movilizaciones en defensa de la salud y la calidad de vida de barrios y pueblos enteros (p. ej. la subestación eléctrica de Patraix).

Por el contrario, los pequeños y discretos transformadores urbanos de barrio o zona, de los que hay aproximadamente uno en cada manzana, pasan desapercibidos. Pocas personas están informadas de los riesgos que entrañan estas instalaciones pegadas a sus viviendas, escuelas o centros de trabajo, sobre todo para los menores y embarazadas. Por último, tenemos las diversas fuentes de contaminación eléctrica y magnética generada por instalaciones de baja tensión y determinados aparatos que utilizamos en nuestros hogares y centros de trabajo (diseño del circuito eléctrico, falta de toma de tierra, canceladoras y arcos magnéticos, dispositivos antirrobo, frigoríficos, cocinas de inducción, camas articuladas, etc.).

El reconocimiento oficial a nivel internacional del potencial nocivo de la contaminación de baja frecuencia está relativamente avanzado [2]. Sin embargo la legislación vigente en el Estado español, tanto laboral como doméstica, es tan permisiva con los niveles de contaminación eléctrica y magnética que no protege del riesgo del que nos alertan las investigaciones científicas. Actualmente se permiten niveles de hasta 500 microTeslas en entornos laborales y de hasta 100 en los residenciales, mientras que los científicos independientes recomiendan no superar 0,1 microTeslas, sobre todo en entornos donde hay menores de seis años y embarazadas. Los casos de grave afectación e incluso muerte reflejados en algunos medios de comunicación [3] han despertado cierto interés público y dejado su impronta en los tribunales en relación con esas afectaciones concretas. Pero aunque se han adelantado reivindicaciones de modificación de la legislación estatal, no se ha logrado avanzar mucho en ese ámbito.

Ante la dificultad de lograr cambios significativos en la legislación estatal, los grupos ecologistas y asociaciones de afectados, guiados por la mayor eficacia inmediata de la actuación local, recurrimos a los Ayuntamientos para elaborar normativas urbanísticas más en línea con las leyes y prácticas de otros países (distancias residenciales o escolares a LAT o subestaciones, soterramiento, trenzado o blindaje de LAT y cables del tendido eléctrico adosados a fachadas, reubicación de transformadores de barrio, modificación de elementos puntuales de centros y zonas públicas, etc.).

Como estrategia defensiva, reivindicamos de las autoridades municipales y organismos especializados medidas urgentes de protección, mientras proseguimos como ecologistas el largo periplo de conseguir leyes garantistas a nivel autonómico y estatal para regular la industria eléctrica y sus derivados.

Pero son necesarias también campañas y medidas más directas, ya que las personas que viven pegadas a instalaciones menos conspicuas que las grandes LAT (transformadores y otras instalaciones bajo escuelas y viviendas) o que pasan largas horas junto a determinados dispositivos en su trabajo o vivienda corren un grave y comprobado riesgo por exposición de baja frecuencia. En consecuencia, tenemos la responsabilidad moral y social de informar a las asociaciones de vecinos, sindicatos, asociaciones de consumidores y demás grupos ciudadanos de las posibles afectaciones en viviendas, empresas y centros de enseñanza y de posibles medidas de protección, sobre todo en el caso de los grupos más vulnerables.

Contaminación electromagnética de alta frecuencia de microondas pulsantes

En relación con las microondas, la primera preocupación que movilizó a grupos ciudadanos y vecinales, dando lugar a las asociaciones de afectados/as, fue la generada por las antenas de telefonía móvil. Las antenas afectan fuertemente a los vecinos/as y centros escolares que se encuentran directamente en su haz de emisión a determinadas distancias. Para las personas afectadas directamente por las radiaciones, la exposición generada por las antenas es un riesgo notable para la salud, por la cercanía a sus viviendas y a los colegios de sus hijos/as, y porque, por desgracia, van comprobando que con la exposición prolongada a las radiaciones, por pequeñas que sean en comparación con los límites legales, los efectos son cada vez más graves y generalizados [4].

A pesar del muro de silencio mediático sobre las movilizaciones de afectados y las advertencias de los científicos independientes, las personas con mayor conciencia ambiental empiezan a plantearse que habría que hacer algo para proteger la salud. Pero, cuando uno no se siente afectado directamente, la prioridad de esta preocupación es baja frente a otros temas como la crisis económica, el paro, una vivienda asequible o incluso el cambio climático, temas todos ellos que reciben una atención oficial y mediática que se le niega a la CEM.

Para la mayoría de la población, el problema de la CEM es algo que afecta a otros –los vecinos que se movilizan por un exceso de cáncer en su barrio o los padres con colegios afectados–.

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