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Cuántos reinos de organismos hay

Tomas Luna SanchezDocumentos de Investigación19 de Octubre de 2017

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                   ¿Cuántos reinos de organismos hay?

Leedela, G.F. 1974. Taxón 23(2/3):261-270

                                                                Traducción:

                                                                Carlos F. Candelaria Silva

                                                                Francisco Brambille Rojo

Resumen.

La separación de los organismos vivos en plantas y animales no permite reconocer la discontinuidad evolutiva entre los Procariontes y los eucariontes. Adicionalmente los hongos y los unicelulares (plantas-animales) están ubicados incómodamente en dicho sistema de dos reinos. Se han propuesto sistemas que separan a los Procariontes de los eucariontes y dividen a estos últimos en varios reinos. Estos esquemas comparten dos limitantes. El reino eucarionte “inferior”  (protoctista o protista) contiene phyla relacionados más estrechamente con phyla de los reinos “superiores” que con otros phyla dentro del mismo reino.

En segundo lugar los reinos superiores son polifiléticos en un grado inquietante. ¿Puede uno hacer clasificaciones generales sin estas limitaciones? Una posibilidad es un esquema de dos reinos Procaryota-Eucaryota; otra es un esquema de cuatro reinos en el que el nivel protista es asimilado en los reinos eucariontes; una tercera posibilidad es un sistema en el que cada Phylum y cada unidad filogenética se mantengan como reino monofilogenético; tal esquema de multireinos proporciona un campo fructífero para la discusión. El esquema de Procaryota- Eucaryota y el de los multireinos permiten flexibilidad para la incorporación de nueva información sobre las relaciones, pero puede ser considerado demasiado fragmentario para una taxonomía práctica. Si es así, están disponibles varios esquemas de cuatro o cinco reinos.

Desde los tiempos de Aristóteles y Galeno, pasando por la edad media, la invención de Bahuim del sistema binomial, las floras y faunas de Linneo, Ray, Buffón y Reaumur, hasta llegar a los tiempos modernos, los biólogos han descrito y nombrados muchos cientos de miles de especies de organismos vivos del planeta tierra. Con la intención de presentar algún orden de esta diversidad, los taxónomos y sistemáticos han colaborado arreglando las especies en grupos, produciendo de este modo varios sistemas de clasificación.

Las primeras clasificaciones, basadas más en semejanzas superficiales que en relaciones evolutivas, fueron artificiales en un mayor o menor grado. El objetivo de la sistemática moderna es que la clasificación sea natural reflejando relaciones verdaderas tanto como podamos indagarlas a partir de características bioquímicas, citológicas, morfológicas, embriológicas y etológicas, a partir del registro fósil y a partir de nuestra comprensión de la herencia y de la evolución. Así, cuanto mas especies estén agrupadas cercanamente en dicha clasificación, se piensa, que están mas estrechamente relacionadas una con otra. El sistema es aun artificial, por supuesto. Los organismos vivos no se acomodan limpiamente en las categorías hechas por el hombre: la diversidad siempre es continua en algunos aspectos.

No obstante, tanto como sea posible, las especies cercanamente relacionadas son colocadas dentro del mismo género, los géneros relacionados dentro de la misma familia, las familias dentro de órdenes, los ordenes dentro de clases, las clases dentro de Phyla o divisiones y los Phyla o divisiones dentro de reinos. Este es el nivel mas alto en esta jerarquía, que es en el que estamos interesados, y el problema en términos sistemáticos es decidir que relaciones evolutivas generales podemos distinguir entre los Phyla que permita la evolución de estos dentro de nuestros reinos.

Los primeros reinos incorporados dentro de las clasificaciones formales de Linneo (1735) y de otros, fueron aquellos dos grupos de organismos que a los primeros naturalistas les parecieron obviamente distintos como las plantas y los animales.

Tal sistema de dos reinos permaneció obvio aun doscientos años mas tarde al principio del presente siglo, siendo contrastado el hábito enraizado y la fotosíntesis de las plantas con la movilidad y la ingestión de alimentos por parte de los animales. Los hongos si bien no son fotosintéticos se consideraron como enraizantes y podían ser colocados con las plantas; las bacterias, si bien algunas son motiles, tienen formas fotosintéticas y podían ser agrupadas con las plantas por poseer paredes celulares; los protozoarios móviles, que ingieren alimentos, podían ser ubicados junto con los animales; y así por el estilo. Así para muchos biólogos fue completamente aceptable el sistema de dos reinos plantae/animalia (Fig. 1).

Las dificultades inherentes a dicho esquema han sido resumidas por Whittaker (1969) y por otros (el lector es referido al trabajo de Whittaker para una lista completa de referencias contemporáneas e históricas y para una discusión detallada de estas).

En primer lugar, muchos organismos unicelulares están ubicados forzadamente en el clásico sistema de dos reinos, ya que poseen combinaciones de caracteres que cuestionan la distinción entre plantas y animales. Así surgió la posibilidad de un tercer reino y de hecho fue propuesto de varias formas por Haeckel (1866) y por otros en el siglo XIX. Haeckel Propuso el reino protista para los organismos inferiores que carecían de tejido y, en una forma revisada (Haeckel 1894, 1904), su reino llego a contener solo a los organismos unicelulares (incluyendo a las bacterias, las cuales las ubico en el subgrupo monera, protista sin núcleo). Otros esquemas incluyendo los primeros del propio Haeckel, agrupaban a los hongos, a las esponjas y/o a las algas inferiores entre los protistas.

En segundo lugar, en el sistema clásico de dos reinos las bacterias y las lagas azul verdes (cianofitas) se incluyen entre las plantas. Estudios resientes (ver Stanier & Van Niel, 1962; Margulis, 1970) han mostrado que la diferencia entre procariontes y eucariontes es mas profunda que cualquier otra separación de niveles de organización en los organismos vivos. Los procariontes, bacterias y algas azul verdes carecen de núcleo y cromosomas, carecen también de otros organelos limitados por membranas como son los cloroplastos y las mitocondrias y carecen de estructuras citoplasmáticas tales como el flagelo 9+2, aparato de golgi y microtúbulos: el ADN procarionte no se combina con el ARN y proteínas; los sistemas sexuales son unidireccionales. Los eucariontes (todos los demás organismos celulares) tienen ADN combinado con ARN y proteínas en los cromosomas dentro del núcleo exceptuando algunos dinoflagelados; sus sistemas sexuales involucran intercambio de genes; están presentes organelos complejos tales como los cloroplastos, mitocondria, flagelo 9+2 y aparato de golgi.

El sistema de dos reinos no permite reconocer esta clara demarcación.

En tercer lugar, como menciona Whittaker (1969), los hongos * difieren fundamentalmente de las plantas verdaderas en su organización somática, sistemas reproductivos, modo de nutrición, entre otras características. El sistema de dos reinos no permite reconocer estas diferencias.

A partir de estos puntos, Whittaker argumenta que la idea de dos modos principales de nutrición en los organismos vivos las plantas principalmente fotosintéticas y los animales por ingestión, es reemplazada ahora por la idea de tres modos principales, el fotosintético, el de absorción y el de ingestión, que en gran medida corresponden a las tres agrupaciones ecológicas de organismos como son los productores (las plantas), los reductores (bacterias y hongos) y los consumidores (los animales). En cada caso el modo de nutrición ha determinado la evolución de las características de los organismos y por lo tanto forma una base lógica para una clasificación general.

Dichos argumentos subyacen a la proposición de Whittaker de 1969 de cinco reinos (ver posteriormente) y proporciona la crítica del esquema original de Copeland de los cuatro reinos (Copeland 1938, 1947, 1956). En el sistema de Copeland (Fig. 2) tenemos a los reinos separados con base en el nivel de organización. Los monera ahora están situados como un reino separado de los procariontes; los protoctista comprenden a los eucariontes inferiores y unicelulares a las colonias, a los sincicios y a los niveles de organización multicelulares simples, y.e. algas, protozoarios, mohos (slime moulds) y hongos; los Metafphyta consisten de los eucariontes superiores multicelulares con células verde, con paredes celulares, y.e. las plantas “terrestres”; y los metazoa comprende a los animales multicelulares.

Las limitaciones del sistema de Copeland, tal como son criticadas por Whittaker (1969) son, en primer lugar que uno de los tres tipos nutricionales de Whittaker,

  • En particular los comentarios de Whittaker se aplican a la línea Zygomycerte/Ascomycete/Basidiomycet, aunque en sus esquema final de 1969 también incluye dentro de los hongos a los variados grupos de mohos acuáticos (Acuatic Moulds) que no se adecuan también a sus generalizaciones.

demarcados; en segundo lugar los protoctista son un ensamble tan amplio de organismos que parecen ser una confederación de phyla que excluye a los demás reinos, más que un reino por derecho propio; y en tercer lugar, llega a ser imposible trazar satisfactoriamente una línea divisoria entre los protoctista multicelulares y las plantas y animales superiores.

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