Declaración de Bolonia

Declaración de Bolonia

Los primeros objetivos que perseguía la Declaración de Bolonia se centraban en seis puntos conducentes a la adopción de un sistema universitario basado en los ciclos de graduado y postgraduado, el establecimiento de un sistema de créditos, el fomento de la movilidad, la promoción de la cooperación europea, de los acuerdos Europeos para la cooperación interinstitucional, el desarrollo curricular, etc. En Mayo de 2001 a estos objetivos iniciales se unieron otros tres, uno de los cuales es la implicación de los alumnos en el proceso. En relación con este último objetivo, parece que se pretende dotar o devolver (en opinión de algunos) al estudiante de un papel central en el proceso educativo, mediante una formación basada en el aprendizaje, lo que hace que el profesor se vea obligado a plantearse un nuevo esquema en su docencia bajo los nuevos parámetros educacionales.

De acuerdo con el Proyecto Tuning “the use of learning outcomes and competences is necessary in order to make study programmes and their course units or modules student centred/output oriented”. En este proyecto se habla del adiestramiento de alumnos que han de resultar dúctiles, y de que no es tan prioritaria la adquisición de conocimientos, como las llamadas capacidades transversales, que en definitiva son las que convierten a una persona en un trabajador perfectamente apto para ser insertado en un mercado laboral incierto y muy flexible. Por otro lado, la calidad en Educación Superior se entiende como la eficacia con que todo se hace para asegurar que estudiantes diligentes pueden obtener el máximo beneficio de las oportunidades educativas disponibles y también satisfacer los requisitos para la concesión del título para el cual están estudiando. En esta definición se menciona un concepto crucial, el de estudiante diligente, término que implica precisión y actividad.

Si consideramos que uno de los objetivos de la declaración de Bolonia es involucrar a los alumnos en el proceso es fundamental diseñar acciones para conseguirlo ya que el éxito de este sistema depende de la actitud y colaboración de nuestros estudiantes. Para que este procedimiento tenga todo el éxito que merece y para que el enorme esfuerzo que los docentes tenemos que hacer para adaptarnos a esta nueva filosofía de enseñanza-aprendizaje se vea recompensado, proponemos implicar a los alumnos mediante el desarrollo de acciones que favorezcan la reflexión tanto de alumnos como de profesores sobre los contenidos de la clase, la forma de desarrollarse, la actitud del alumno en el aula, el tiempo dedicado a la asignatura tanto dentro como fuera de la clase y la negociación constante en el aula.

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