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Desarrollo Sexual


Enviado por   •  7 de Mayo de 2013  •  2.533 Palabras (11 Páginas)  •  503 Visitas

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Areas del desarrollo sexual

En esta etapa comienza la aparición de la moral vinculada a la consideración del bienestar del otro, lo que puede ocurrir debido al desarrollo cognitivo que se produce en esta edad y que permite que el niño considere puntos de vista diferentes a los suyos, producto de la disminución del egocentrismo de etapas anteriores. Esto implica que el niño puede imaginar como piensa y siente otra persona.

Moral de Cooperación o Autónoma: Se caracteriza por cierta flexibilidad, por la capacidad de darse cuenta de los diferentes puntos de vista. Logra hacer juicios más sutiles que incluyen las intenciones del que cometió la falta y no tan sólo las consecuencias del hecho. Los juicios de niños menores solamente consideran el grado de la falta.

Respecto al ámbito sexual: hace algunas décadas se consideraba que esta etapa se caracterizaba por la ausencia absoluta de interés sexual; sin embargo en la actualidad se ha constatado que se mantiene cierto interés por parte de los niños, tanto en preguntar y hablar acerca del tema como por experimentar y participar en juegos sexuales, pero la intensidad y el tiempo destinados a ellos son notoriamente menores que en la etapa anterior y a los que se va a destinar durante la adolescencia. Esto ocurre debido a que el foco central del niño durante la niñez intermedia está puesto en el aprendizaje y adquisición de herramientas que le permitan integrarse al mundo adulto.

ALGUNOS ASPECTOS DE LA SEXUALIDAD HUMANA

El ser humano es un ser social y como tal su supervivencia y desarrollo están ligados absolutamente a las formas en las que su cultura organice su medio social, incluidas las formas de relación, de reproducción y las manifestaciones sexuales.

Nos referimos aquí al termino cultura entendiéndolo en su sentido amplio como el modo en que un grupo humano se organiza para sobrevivir y perpetuarse en un medio determinado. Aqui se incluyen tanto las expresiones artísticas, acepción cotidiana del término, como los modos de producción, las formas de relación y organización social. Con un sentido equivalente al del concepto de civilización.

Nuestra cultura, nuestra civilización, en las últimas décadas ha sufrido una serie de cambios sustanciales en cuanto al conocimiento y los valores vinculados a la sexualidad de las personas que la componen.

Queremos dedicar este apartado a tratar de forma sucinta y descriptiva algunas características científicas y sociales que determinan nuestras experiencias sexuales y que indudablemente condicionan las vivencias de la sexualidad de nuestros hijos e hijas y continuarán haciéndolo en el futuro.

Evidentemente, los conocimientos seguirán aumentando y es difícil pensar que los valores y las actitudes vayan a quedar inmutables en las próximas décadas pero no cabe duda que conocer los distintos aspectos de la realidad actual es la mejor manera de enfrentar con posibilidades el futuro.

Sexo, género y sexualidad

Durante mucho tiempo, las diferencias entre la sexualidad masculina y femenina han sido explicadas en términos de diferencias biológicas, atribuyéndose a los distintos modos de actuación unas causas biológicas de las que dependían los comportamientos de hombres y mujeres. Esta lectura, a todas luces ideológica, útil para mantener conceptos como el carácter masculino o femenino, que servían para legitimar una moral determinada y obligar a las personas a mantenerse dentro de "lo establecido", ha sido sustituida en los últimos tiempos por una propuesta que separa acertadamente sexo y género. Según este planteamiento los sexos masculino y femenino tienen una serie de características diferenciales propias de orden biológico, de las que se derivan una serie limitada de diferencias (por ejemplo en aspectos reproductivos).

Distinto del sexo, el género (masculino o femenino) incluye todas aquellas características que una determinada cultura atribuye a los integrantes de uno y otro sexo, tales como las formas de comportamiento, actitudes, valores, etc..

Esta separación terminológica, que superficialmente podría resultar banal, permite separar, sin temor a introducir lecturas parciales e interesadas, las características de las mujeres y los hombres que pertenecen a su realidad biológica de aquellas que corresponden a una instrumentación social.

En el campo de la sexualidad podemos aprovechar esta clasificación para estudiar cuáles son las atribuciones culturales que nuestra sociedad realiza en función del sexo. Muchas de estas diferencias genéricas no son patrimonio exclusivo de la sexualidad. Con más corrección podríamos ver como los estereotipos sociales y culturales sobre lo masculino y lo femenino afectan, entre otros, al ámbito de la experiencia sexual individual.

En nuestra cultura los hombres poseen unos referentes culturales como la capacidad de excitación, la potencia sexual, la necesidad de desempeñar un papel activo en toda relación sexual o el estar siempre disponibles, que marcan una forma de comportarse y sentir determinada y que en muchas ocasiones dificulta el desarrollo de un comportamiento sexual propio y satisfactorio.

Si se pudiera expresar con una palabra cómo la cultura condiciona la sexualidad masculina, esta sería actividad. Así es el hombre quien debe tomar la iniciativa ante la sexualidad de la pareja; debe estar siempre "activo", disponible, en cualquier momento y situación; un hombre siempre tiene que "cumplir"; además la realización sexual no debe ser alterada por ningún estímulo externo. A todo esto hay que sumar la importancia que se presta a los atributos externos como manifestación de potencia. De esta manera tanto el tamaño de los genitales masculinos como de los atributos sexuales femeninos (senos, vagina, vulva o nalgas) son tomados como signos de capacidad sexual. Desde otro punto de vista se dice técnicamente que la sexualidad masculina tiende a la genitalización. Esto quiere decir que para los hombres es muy frecuente dar valor sexual sólo a sus órganos genitales que aparecen como los únicos posibles centros de estimulación y de placer. De forma similar tienden a otorgar un valor extraordinario al coito y al orgasmo, sin prestar en muchas ocasiones la más mínima atención a otros momentos placenteros de la actividad sexual.

Esta posición hacia la sexualidad se adquiere de muy diversas formas y de una manera coherente y continua a lo largo de toda la vida. Los comentarios entre amigos y familiares, la televisión, el cine, la literatura, emiten continuos mensajes que refuerzan estas posiciones.

Como consecuencia de todo ello los hombres de nuestra cultura se ven encerrados en uno solo del los papeles que pueden desempeñar en sus relaciones sexuales y en muchas ocasiones son víctimas de

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