Diablo D Los #
Enviado por davidquijano69 • 13 de Noviembre de 2013 • 1.058 Palabras (5 Páginas) • 307 Visitas
En los sueños, todo es diferente al colegio o a la ciencia. Cuando Robert y el diablo de los
números hablan, se expresan a veces de forma bastante extraña. Tampoco esto es
sorprendente, pues El diablo de los números es precisamente una extraña historia.
¡Pero no creáis que todo el mundo entiende las palabras que ambos utilizan! Vuestro
profesor de Matemáticas, por ejemplo, o vuestros padres. Si les decís saltar o rábano, no
entenderán qué quiere decir. Entre los adultos se habla de otra forma: en vez de saltar se
dice elevar al cuadrado o elevar a la potencia y en lugar de rábano escriben raíz en la pizarra.
Los números de primera se llaman en la clase de Matemáticas números primos, y
vuestro profesor jamás dirá ¡Cinco pum!, porque para eso tiene una expresión extranjera
que es facultad de cinco.
En los sueños no existen estas expresiones especializadas. Nadie sueña con palabras
extranjeras. Así que cuando el diablo de los números habla en imágenes y hace saltar los
números en vez de elevarlos a potencias, no es sólo cosa de niños: en sueños, todos
hacemos lo que queremos.
Pero en la clase uno no se duerme, y raras veces sueña. Por eso vuestro profesor tiene
razón cuando se expresa como todos los matemáticos del mundo. Por favor, dejaos orientar
por él, porque de lo contrario podría haber enfados en el colegio.
La primera noche
Hacía mucho que Robert estaba harto de soñar.
Se decía: Siempre me toca hacer el papel de tonto.
Por ejemplo, en sueños le ocurría a menudo ser tragado por un pez gigantesco y
desagradable, y cuando estaba a punto de ocurrir llegaba a su nariz un olor terrible. O se
deslizaba cada vez más hondo por un interminable tobogán. Ya podía gritar cuanto quisiera
¡Alto! o ¡Socorro!, bajaba más y más rápido, hasta despertar bañado en sudor.
A Robert le jugaban otra mala pasada cuando ansiaba mucho algo, por ejemplo una bici de
carreras con por lo menos veintiocho marchas. Entonces soñaba que la bici, pintada en color
lila metálico, estaba esperándolo en el sótano. Era un sueño de increíble exactitud. Ahí
estaba la bici, a la izquierda del botellero, y él sabía incluso la combinación del candado:
12345. ¡Recordarla era un juego de niños! En mitad de la noche Robert se despertaba, cogía
medio dormido la llave de su estante, bajaba, en pijama y tambaleándose, los cuatro
escalones y... ¿qué encontraba a la izquierda del botellero? Un ratón muerto. ¡Era una
estafa! Un truco de lo más miserable.
Con el tiempo, Robert descubrió cómo defenderse de tales maldades. En cuanto le venía un
mal sueño pensaba a toda prisa, sin despertar: Ahí está otra vez este viejo y nauseabundo
pescado. Sé muy bien qué va a pasar ahora. Quiere engullirme.
Pero está clarísimo que se trata de un pez soñado que, naturalmente, sólo puede tragarme
en sueños, nada más. O pensaba: Ya vuelvo a escurrirme por el tobogán, no hay nada que
hacer, no puedo parar de ningún modo, pero no estoy bajando de verdad.
El Diablo de los Números Hans Magnus Enzensberger
Preparado 2 por Patricio Barros
.
Y en cuanto aparecía de nuevo la maravillosa bici de carreras, o un juego para ordenador
que quería tener a toda costa -ahí estaba, bien visible, a su alcance, al lado del teléfono-,
Robert sabía que otra vez era puro engaño.
...