Efecto de los subsidios en pesquerías. ¿Cuál es su efecto real?

Universidad de Guadalajara, Licenciatura en Biología Marina[pic 1]

Manejo de Recursos Marinos

*José Nahid Barrera De la Rosa

8 de mayo de 2017

Efecto de los subsidios en pesquerías. ¿Cuál es su efecto real?

“No le des subsidios a un pescador, enséñalo a pescar de manera responsable y sostenible”

El hombre ha demostrado a lo largo de su historia una gran habilidad para explotar los recursos de su entorno, generando técnicas y tecnologías cada vez más sofisticadas para hacerlo. La pesca es un claro ejemplo de cómo estas tecnologías han avanzado, hasta el punto de sobreexplotar o colapsar las poblaciones acuáticas, llevando a un agotamiento de los recursos pesqueros. No obstante, la demanda de productos del mar no refleja esta situación ya que el número de humanos aumenta y se necesita cada vez más comida (Avedaño, 2006).

Para que las poblaciones de peces, crustáceos, moluscos y demás blancos de pesca recuperen sus abundancias, la pesca sin regulación tiene que acabar el respetar el volumen de explotación máximo de una población, así como las tallas de primera maduración gonádica y las épocas de reproducción, resulta crucial para que el stock reproductivo genere suficientes descendientes que se conviertan en nuevos reclutas y mantengan la población en condiciones de abundancia óptimas. Algunas pesquerías reguladas cuentan con subsidios como incentivo para respetar las regulaciones.

Aunque se sabe que la mayoría de las pesquerías están sobre explotadas los gobiernos no pueden prohibir la pesca pues ella emplea a una sección de la población, además que es una importante fuente indirecta de empleos. Ante la baja en la rentabilidad de la pesca, los gobiernos subsidian algunos de los gastos necesarios como combustibles y cuotas o instrumentos como redes y motores, haciendo que la actividad requiera una inversión menor (Torres, 2002; Colombo, 2008).

Existe otro tipo de subsidio dirigido principalmente a la pesca artesanal. Puesto que la situación geográfica y económica impide que la mayoría de los pescadores ribereños cuenten con otra fuente de empleo y la supervivencia de sus familias depende de lo que pescan, son pocos los pescadores que pueden darse el lujo de no trabajar una cuarta parte del año, Ante esto algunos gobiernos y asociaciones ofrecen una alternativa, el pago de un salario a pescadores por abstenerse a pescar durante las vedas (Villasante y Sumalia, 2010).

El oficio de pescador es uno difícil y peligroso que últimamente se ha vuelto  menos redituable, aun así muchas de las comunidades costeras de nuestro país dependen en gran medida de esta actividad, los pescadores se dan cuenta de la disminución de la producción pesquera pero son incapaces de dejar de pescar por miedo a perder su única fuente de ingresos y por cuestiones sociológicas de egoísmo.

La implementación efectiva de vedas y sanciones así como la banca rota de las flotas pesqueras puede representar el inicio de la recuperación de las poblaciones, pero desde el punto de vista social el cese de la pesca como actividad económica afecta a mucha gente y puede incrementar los niveles de pobreza. Los subsidios son vistos como una solución a esta problemática, pero el solo dar dinero a la gente por no hacer nada no es una solución verdadera, e incluso es una manera de promover la degradación de las poblaciones. Probablemente los subsidios sean necesarios, en las pesquerías más afectadas por la reducción en las capturas, pero después de unos años los pescadores deberían recurrir a otras alternativas de creación de riqueza que no sean solo la pesca, incluso aumentar el precio de su producto y guardar ese excedente para los tiempos de no trabajo, respetando las regulaciones y siempre buscando que los subsidios no sean necesarios (Sumalia et al., 2010).

En Costa Rica se les paga a 1760 pescadores artesanales del Golfo de Nicoya el equivalente a 15,820 pesos mexicanos por no pescar durante el periodo de veda de tres meses todas las especies presentes en la zona, los permisos de pesca en 2015 en ese golfo eran 1930 y para 2017 eran 1760, aunque son casi 200 pescadores menos, la economía de la zona ha mejorado ya que los pescadores emplean el tiempo que antes dedicaban a la pesca en actividades como el ecoturismo y la acuicultura, además que lograron mejorar el precio de sus productos (Soto et al., 2009).

En Ecuador los subsidios otorgados a los pescadores e industriales del atún fueron utilizados para mejorar las flotas pesqueras, extender los permisos de pesca y modernizar sus instrumentos como redes y palangres, incrementando importantemente las capturas en los años siguientes las poblaciones de atunes de Ecuador disminuyeron y se le atribuyó principalmente a que los pescadores vieron a los subsidios como un financiamiento para incrementar su capacidad de extracción, completamente contrario al objetivo original de proteger las poblaciones (Prieto, 2009).

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