El Origen De La Vida
Enviado por taeyoo • 8 de Octubre de 2013 • 2.215 Palabras (9 Páginas) • 314 Visitas
sueltas de materia que se mueven muy rápidamente.
Únicamente la visión espectral de las estrellas blancas tipo A, en cuya
superficie impera una temperatura de 12.000º, nos deja ver por vez
primera unas franjas tenues, que indican la existencia de hidrocarburos –las
primera combinaciones químicas– en la atmósfera de esas estrellas. Aquí,
por vez primera, los átomos de dos elementos (el carbono y el hidrógeno)
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se han combinado y el resultado ha sido un cuerpo más complejo, una
molécula química.
En las visiones espectrales de las estrellas más frías, las franjas
inherentes a los hidrocarburos se manifiestan más limpias a medida que
baja la temperatura y adquieren su máxima claridad en las estrellas rojas,
en cuya superficie la temperatura es de 4.000º. Nuestro Sol abarca una
situación intermedia en ese sistema estelar. Pertenece a las estrellas
amarillas de tipo G. Se ha concluido que la temperatura de la atmósfera
solar es de 5.800 a 6.400º. Pero en las capas superiores desciende a
5.000º, y en las más profundas al alcance aún de nuestras investigaciones
suele elevarse los 7.000º.
Los análisis espectroscópicos han probado que parte del carbono
permanece aquí combinado con el hidrógeno (CH-metino). Al mismo
tiempo, en la atmósfera solar se puede encontrar una combinación del
carbono con el nitrógeno (CN-cianógeno). Además, en la atmósfera solar se
ha encontrado por primera vez el llamado dicarbono (C2), que es una
mezcla o combinación de dos átomos de carbono entre sí.
Vemos, pues, que en el curso de la evolución del Sol, el carbono,
elemento que nos interesa en este momento, ya ha pasado de una forma de
existencia a otra.
En la atmósfera de las estrellas más calientes, el carbono se manifiesta
en forma de átomos libres y disgregados. En el Sol, ya lo vemos, en parte,
haciendo combinaciones químicas, formando moléculas de hidrocarburos, de
cianógeno y de dicarbono.
Para solucionar el problema que estamos examinando, promete un gran
interés el estudio de la atmósfera de los grandes planetas de nuestros
sistema solar. Las investigaciones han descubierto que la atmósfera de
Júpiter está formada en gran parte por amoníaco y metano. Esto da motivos
para suponer que también existen otros hidrocarburos. Ahora bien, debido a
la baja temperatura que hay en la superficie de Júpiter (135º bajo cero), la
masa básica de estos hidrocarburos permanece en estado líquido o sólido.
Las mismas combinaciones se manifiestan en la atmósfera de todos los
grandes planetas.
Es de excepcional importancia el estudio de los meteoritos, esas
“piedras celestes” que de tanto en tanto descienden sobre la Tierra
procedentes de los espacios interplanetarios. Estos son los únicos cuerpos
extraterrestres que se pueden someter directamente al análisis químico y a
un estudio mineralógico. Tanto por la índole de los elementos que los
componen como por la razón en que se basa su estructura, los meteoritos
son iguales a los materiales que hay en las partes más profundas de la
corteza de la Tierra y en el núcleo central de nuestro planeta. Se entiende
fácilmente la gran importancia que tiene el estudio de la textura material de
los meteoritos para aclarar el problema de las primitivas composiciones que
se originaron al formarse la Tierra.
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Por lo general, se suele situar a los meteoritos en dos grupos
principales: meteoritos de hierro (metálicos) y meteoritos de piedra. Los
primeros están formados esencialmente por hierro (90%), níquel (8%) y
cobalto (0.5%). Los meteoritos de piedra contienen una cantidad bastante
menor de hierro (un 25% aproximadamente). En ellos se encuentra en gran
cantidad óxido de diversos minerales: magnesio, aluminio, calcio, sodio,
manganeso y otros.
En todos los meteoritos se halla carbono en diferentes proporciones. Se
le encuentra sobre todo en forma natural, como carbón, grafito o diamante
en bruto. Pero las formas más usuales para los meteoritos son las
composiciones de carbono con diferentes metales, los llamados carburos. Es
precisamente en los meteoritos donde se ha encontrado por primera vez la
cogenita, mineral muy abundante en ellos y que es un carburo compuesto
de hierro, níquel y cobalto.
Entre las demás composiciones del carbono que se hallan en los
meteoritos, deben señalarse los hidrocarburos. En 1857 se logró extraer de
un meteorito de roca hallado en Hungría, cerca de Kabí, cierta porción de
una sustancia orgánica similar a la cera fósil u ozoquerita. El ensayo de esta
sustancia demostró que era un hidrocarburo de gran peso molecular.
Cuerpos parecidos, con moléculas formadas por muchos átomos de carbono
e hidrógeno y a veces de oxígeno y azufre, fueron encontrados en otros
muchos meteoritos de diferentes clases.
En las épocas en que se descubrió por vez primera la existencia de
hidrocarburos en los meteoritos, imperaba todavía la falsa idea de que las
sustancias orgánicas (y, consecuentemente, también los hidrocarburos)
únicamente podían formarse en condiciones naturales con la intervención de
organismos vivos. De ahí que muchos hombres de ciencia adoptaron
entonces la hipótesis de que los hidrocarburos de los meteoritos no se
conformaron, originariamente, sino que eran productos de la desintegración
de organismos que vivieron en otros tiempos en esos cuerpos celestes.
Sin embargo, investigaciones muy meticulosas realizadas
posteriormente, destruyeron esas hipótesis, y hoy sabemos que los
hidrocarburos de los meteoritos, al igual que los de las atmósferas
estelares, aparecieron por vía inorgánica, es decir, sin ninguna conexión con
la vida.
La resultante de esto, sin ningún lugar a dudas, es que las sustancias
orgánicas también pueden producirse al margen de los organismos, antes
de que se produzca esa forma compleja del movimiento de la materia. Y, en
efecto, conocemos sustancias orgánicas que se han ido formando en
numerosos cuerpos celestes en unas condiciones que no cabe ni hablar de la
existencia de cualquier género de vida. Ahora bien, si esto es así para la
mayoría
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