¿Envejecer siendo mujer es reducirse?

¿Envejecer siendo mujer es reducirse? Introducción: feminización de la vejez

Es común escuchar en los medios de comunicación y sobre todo en aquellos dedicados al

análisis económico, que manifiestan preocupación sobre los cambios en la composición de la población y en las proyecciones que se realizan al respecto en que todos los países están transitando a tener mayor población vieja

Estos fenómenos de distribución de la población son graficados a través de la pirámide demográfica, que en términos simples ordena la población por rango etario comparando la densidad de hombres y mujeres. Esta forma de ordenar gráficamente a la sociedad a través de una pirámide termina siendo el reflejo de que existen grupos jerárquicamente más importantes que otros quedando explícito que el criterio el interés siempre ha estado en lo productivo.

Los países con mayor desarrollo económico están experimentaron hace décadas un

crecimiento demográfico negativo por lo que ya son graficados con pirámides invertidas, de hecho este fenómeno comienza en la sociedad postindustrial en que empieza a ensancharse la pirámide en los viejos y en las mujeres. En este sentido la industrialización conlleva una serie de cambios en las dinámicas sociales que tuvieron consecuencias fundamentales en las

estructuras familiares y más que nada en los roles femeninos. Según Pérez (2000) en los tiempos preindustriales los hombres debían juntar el dinero suficiente para comprar tierras y tener un capital económico suficiente para poder casarse y ser el proveedor de su mujer e hijxs, este proceso de juntar el dinero necesario tardaba años, por lo que generalmente existía una gran diferencia de edad entre los hombres y sus parejas, en consecuencia los padres ya

eran viejos cuando sus hijos decidían independizarse por lo que tenían un rol preponderante en la familia a lo largo de sus vidas. Hemos visto que este cambio en la estructura económica

significa un cambio en las dinámicas familiares que termina por verticalizarlas aún más. Es decir:

Los cambios económicos, el desmantelamiento de una economía preponderantemente agraria, la autosuficiencia de unos jóvenes prontamente ocupados en un mercado de trabajo asalariado, el abandono del mundo rural y las intensas migraciones hacia las ciudades rompen los fundamentos del ciclo vital y familiar de las personas con

edades maduras y avanzadas (Pérez, 2000, p.5)

Esta transición demográfica al envejecimiento que experimentan hace décadas las naciones del mundo posindustrial viene acompañada de múltiples factores, incluyendo los problemas de género. El fenómeno del aumento potencial de mujeres mayores es llamado feminización de la vejez

Biologización y desdibujamiento como sujetas sociales

Como la sociedad está transitando al envejecimiento y al mismo tiempo a su feminización, vemos como se interseccionan dos roles sociales que son constantemente anulados en la

cultura occidental posmoderna. Si ser mujer trae consigo una carga negativa amparada en las opresiones de género, esto se acrecienta cuando se trata de una mujer pobre, una mujer racializada, una mujer vieja o todas las anteriores.

Del Valle (2001) nos habla de la percepción de la edad clasificadas en edad cronológica, edad sentida y edad atribuida. De forma breve, la edad cronológica es aquella que está institucionalizada en el documento de nacimiento y está marcadas por hitos comunes entre todas las personas de la misma cultura como la mayoría de edad, la edad atribuida es la que los otros le asignan a un sujeto y suelen ser clasificadas por las etapas de desarrollo (niñez,

adolescencia, adultez y vejez). Finalmente la edad sentida es con la que cada persona se identifica y depende de un sinfín de factores como su personalidad o su estado de salud, como no se trata de algo material y cuantitativo no se toma en cuenta a la hora de realizar categorizaciones.

En este sentido, para las mujeres la carga de la edad cronológica y de la edad atribuida son mayores por los cánones de belleza basados en la eterna juventud, así mismo existe una

obsesión con el paso del tiempo en los cuerpos femeninos que están constantemente siendo medicalizados.

La identificación de los síntomas fisiológicos y su seguimiento es un mecanismo en el que se apoyan para establecer la periodización del proceso del proceso de

envejecimiento de las mujeres. No hay nada semejante que la ciencia haya desarrollado en relación a los hombres (Del Valle, 2001, p.53)

No hace falta extenderse demasiado para comprender que la sociedad occidental ha buscado un sin fin de explicaciones a través de la historia para plasmar el sello de la ciencia en las relaciones de poder. La patologización del rol social de las mujeres ha sido visibilizado por las feministas de todos los tiempos, y de hecho podemos concluir que cuando se escapa del modelo ideal terminan construyendo a un otro con respecto al hombre blanco burgués y heterosexual eventualmente va a ser sujeto de teorías deterministas de la biología.

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