Eutanasia

La eutanasia significa una muerte buena. Desde el punto de vista jurídico, es la muerte sin sufrimiento físico provocada por propia voluntad de un enfermo incurable. En la práctica consiste en administrar drogas, fármacos u otras sustancias que alivien el dolor aunque con ello se acorte la vida. (Cragh, 2012, p.150).

La aplicación de este método ha sido motivo de discusión a la largo de la historia, muestra de ello, pacientes con enfermedades mortales son sometidos a la eutanasia; pero la aceptación de este proceso de muerte rápida, ha sido motivo de discrepancia, debido a la conducta guiada por la moral por parte de los familiares. En países Sudamericanos esta opción ha sido considerada por varios hospitales y centros de tratamientos de enfermedades finales, a causa del consumo prolongado de fármacos en pacientes que, a fin de cuentas, pasarán a mejor vida. En Ecuador existe un gran número de pacientes en estado de coma, por lo cual esta opción ha sido aceptada por médicos encargados de dichas personas, dado a que beneficiaría a los individuos en estado vegetativo, a pesar de que existan críticas a dicho proceso, aunque, la decisión final recae en la voluntad del paciente.

Según Gutiérrez “los médicos y las enfermeras muchas veces tendrán que hacer uso de sus conocimientos científicos y éticos para enfrentarse con soltura a situaciones de trato con pacientes en estado terminal” (2012, p. 1). Con respecto a esta situación los encargados de mantener con vida a pacientes cuyo lapso de existencia está próximo a la muerte, tienen la certeza de aplicar la eutanasia; evidente en todo sentido con la texto de Gutiérrez; los avances científicos han permitido curar enfermedades que antes eran incurables, pero no es de extrañar que se hayan presentado metodologías pertinentes al fin de la existencia de una vida y una de estas es la legalización de la eutanasia. Así pues, este procedimiento procuraría evitar el dolor y sufrimiento de los pacientes en estado terminal de instituciones de salud de nuestro país, sin embargo esto se puede considerar como una forma de asesinato piadoso para los pacientes. Por consiguiente, este procedimiento, desde su aparición ha sido motivo de críticas conllevadas por la moral.

“Es una decisión informada aquella que toma un paciente autó-nomo que solicita asistencia médica para morir bien” (Sánchez, 2006, p. 209). Por tanto, un enfermo terminal posee todo el derecho de saber sus condiciones de salud próximas y también, los métodos pertinentes para fallecer de una forma rápida y sin sufrimiento, por otra parte, Sánchez sostiene que el padecimiento insufrible “puede ser físico o psicológico, y es aquel sufrimiento de difícil tratamiento carente de perspectiva de mejora” (2006, p. 210), en efecto, el dolor que sienten los pacientes desahuciados se puede remediar con la aplicación del método

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