Evaluacion Geriatrica
Enviado por omartsooo • 16 de Febrero de 2013 • 1.924 Palabras (8 Páginas) • 456 Visitas
EVALUACIÓN GERIATRICA
Valuación del adulto mayor pone a prueba los conocimientos y habilidades, capacidad de concentración, tolerancia y paciencia del equipo de salud, debido a una multicasualidad de problemas que se presentan y al crecimiento número de necesidades insatisfechas. Se distingue de otras evaluaciones médicas por dos aspectos básicos: la importancia del trabajo coordinado de un equipo multidisciplinario y el tiempo que debe invertirse para realizarla. Por otro lado dicha evaluación debe permitir el reconocimiento de factores que predisponen a la enfermedad, la discapacidad y la muerte, para tomar medidas preventivas pertinentes y oportunas.
ESTADO FUNCIONAL
La interrelación de envejecimiento, enfermedad y ambiente tiene una vía común: el deterioro funcional. El estado funcional puede definirse como la capacidad de una persona de llevar a cabo funciones de las esferas física, mental, social y efectividad.
Son múltiples lo déficit funcionales que se presentan en el anciano frágil y que requieren cuidados específicos, por lo que lo cual lo más a adecuado es una evaluación multidisciplinaria, que desde 1987 se ha definido a través de un grupo de expertos como la evaluación geriátrica integral”… una evaluación multidisciplinaria en la que los muchos problemas de los ancianos son expuestos, descritos y analizados de ser posible; así como los recursos y potencial del enfermo son clasificados, los servicios necesarios son evaluados y el desarrollo de un plan de cuidados coordinado por una óptima intervención del enfermo geriátrico…”
El estado funcional es una de las muchas dimensiones que deben estar incluidas en toda evaluación inicial del adulto mayor, si bien existen datos sobre la importancia que reviste la funcionalidad como resultado de la intervención de otras áreas, a saber, cognoscitiva, afectiva, médica, legal, económica social, ambiental sobre todo la calidad de vida. La estrecha relación que guarda el estado funcional con otras dimensiones dentro de la evaluación geriátrica es a menudo compleja.
ACTIVIDAD BASICA DE LA VIDA DIARIA
Aunque la funcionalidad debe ser vista como un “continuo”, para una mejor compresión puede clasificarse en tres diferentes niveles de gran utilidad en el ámbito clínico y con una visión integradora para a la atención del paciente anciano.
Las actividades de la vida diaria como son la alimentación, continencia, trasferencias, uso del sanitario, vestido y bañado son aspectos que conforman el cuidado personal esencial; las anteriores son actividades del carácter universal y llevadas a cabo de manera independiente, con un mínimo necesario de capacidad física y mental. Cuando hay deterioro funcional progresivo para realizar las actividades básicas de la vida diaria, los ancianos frágiles requieren mayor asitencia por parte de su familia o cuidador.
ACTIVIDAD INSTRUMENTALES DE LA VIDA DIARIA
Un segundo nivel de funcionamiento son las actividades instrumentales de la vida diaria o intermedia, que incluyen actividades muy importantes para determinar las capacidades muy importantes para determinar la capacidad de vivir de modo independiente. Algunas de las actividades que incluye esta categoría son cocinar, limpieza del hogar, realizar las compras, labores domésticas, utilización de teléfono, lavado de la ropa, viajar, toma de medicamento y administrar los gastos familiares. Idealmente, el anciano debe tener la posibilidad de efectuar dichas actividades de manera independiente, o bien con el auxilio de alguien a quien dar indicaciones.
Estas actividades están más bien ligadas a aspectos culturales y del entorno. Por ejemplo, en nuestro contexto difícilmente un varón habré cocinado o participado en actividades domésticas antes de la vejez, por lo que el no realizarlas no es sinónimo de incapacidad funcional.
ACTIVIDADES AVANZADAS DE LA VIDA DIARIA
El tercer nivel funcional son las actividades avanzadas, que incluyen actividades sociales, ocupacionales y recreativas que son voluntarias e íntimamente ligadas al estilo de vida. A diferencia de las otras actividades cotidianas, éstas son determinadas más por preferencias personales, aptitudes, intereses y creencias. Ejemplos de las actividades avanzadas son el golf o juegos de mesa, pasatiempos específicos, voluntariado de instituciones públicas o religiosas. Cada persona lleva a cabo dichas con un patrón de actividad muy especial; cuando existen cambios en dicho patrón, puede ser por decisión voluntaria o como manifestación incipiente de deterioro funcional.
Para evaluar el estado funcional, deben contemplarse desde un inicio los tres diferentes niveles, así como su evolución a través del tiempo; dicha evaluación, si bien idealmente es coordinado por un geriatra, es imprescindible que la realice un grupo de profesionales que conforman el equipo geriátrico (trabajadora social, enfermera geriatra, gericulturista, nutriólogo, psicólogos y odontogeriatria, entre otros).
La detección del deterioro funcional es actualmente un componente clave en la evaluación diagnóstica, del adulto mayor. Diversos tratamientos específicos tienen como objetivo común el mejorar el estado funcional; la medición de este a su vez frecuentemente parece ser un excelente parámetro clínico del “resultado”, al término de la intervención. Por otro lado aunque un buen número de enfermedades y trastornos que afectan a los ancianos no son curables en gran parte de los casos, el cuidado enfocado a mejorar el estado funcional beneficia sustancialmente la calidad de vida del paciente.
La medición del estado funcional es parte esencial del cuidado clínico de los ancianos enfermos; independientemente de la enfermedad, la evaluación funcional identifica déficit e incapacidades en las áreas física, mental, afectiva, económica, ambiental y social. La calidad de vida del anciano es mejor determinada por el funcionamiento y capacidad de permanecer independiente que por la gravedad de la enfermedad.
EVALUACIÓN
Punto central de la geriatría en los últimos dos decenios ha sido la evaluación geriátrica y la elaboración de programas de evaluación y atención geriátricos; dichos programas han demostrado su eficacia para mantener o mejorar el estado funcional, así como el bienestar del enfermo; también se sabe que cuando el proceso de evaluación se encuentra al cuidado del enfermo, los programas han complicado sus máximos beneficios. El alto índice de dependencia y disfunción informado en la población mayor de 65 años de edad ha despertado gran interés entre los clínicos. Por esto la evaluación integral de dicho grupo poblacional se
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