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Filogenia


Enviado por   •  29 de Agosto de 2012  •  2.783 Palabras (12 Páginas)  •  1.097 Visitas

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FILOGENIA DE LA CONCIENCIA

• Informe parcial de síntesis para la discusión, en el proceso de la investigación sobre la generación de los sujetos pedagógicos, presentado por Jorge Jaime Paredes al Seminario Permanente Vigotski

LA EVOLUCIÓN: CÓMO ESTIMARLA

Al estimar la evolución como progreso de la especie, ésta se asocia a varios conceptos. Todos ellos requieren generalizaciones y abstracciones que aquí trataremos de evidenciar.

Por una parte, el concepto de evolución se puede asociar con un estado de complejidad creciente. Una forma indirecta de valoración de dicho concepto de complejidad tiene que ver con el número de organelas celulares; y, para seres pluricelulares, el número de tejidos, órganos y relaciones funcionales. No quiere decir esto que no se presenten, como excepción, simplificaciones.

Otra forma de considerar el grado de desarrollo evolutivo de una especie tiene que ver con la adaptación, autonomía y dominio sobre el medio, lucha a contracorriente contra la entropía. En la cúspide de estos procesos se hallan los seres de mayor complejidad, que —en términos generales— se asocia a la encefalización, que tiene como consecuencia un incremento en la refinación y precisión en la percepción del mundo exterior; y, en consecuencia, en la conciencia y la transformación conciente del mundo. Ver y hacer, se instauran como exigencias paulatinas al desarrollo y crecimiento filogenético del cerebro.

Luego, como resultado del trabajo social, el lenguaje producirá un complemento, como receptáculo mnemónico a la información genéticamente transmitida. Se inicia allí la evolución cultural y se abre paso para asumir la responsabilidad principal como responsabilidad social en almacenar información; a tal punto, que la evolución biológica reduce su ritmo.

El lenguaje es potenciado en las relaciones sociales de producción. Ello aumenta —a su vez— la complejidad de dichas relaciones sociales, ya que —como sistema de comunica-ción intra especie— desarrolla las emociones y los mecanismos para transmitirlas: simbolizarlas, exteriorizarlas e interpretarlas.

Con el tiempo, el espacio del cerebro, se hace pequeño como receptáculo de memoria, y el ser humano se ve forzado a almacenarlo fuera de su cuerpo: señales, huellas, dibujos, abstracciones del mundo. La piedra no bastaba, ni bastaba tampoco la apariencia que se observa en la regularidad de la cotidianidad. El papel y la ciencia continuaron la tarea, las bibliotecas y los laboratorios continúan como receptáculos que organizan y generan nueva información.

MECANISMO DE LA EVOLUCIÓN

El proceso evolutivo se enriquece por la inmensa variación errática, gobernada por el azar determinado por un mar de fuerzas mecánicas (gravedad) y químicas (fuerzas electro-magnéticas) y delicadamente controladas en los procesos vitales en que se desenvuelve la acción gobernada por la instrucción genética.

Ocasionalmente, esta información es enriquecida por la migración de un individuo de dicha especie con genes de otras poblaciones. Con menor frecuencia aún, pero con una influencia decisiva en la diferenciación de poblaciones “cerradas” en especies nuevas, está la mutación. Así que la variación genética, enriquecida por la migración y potenciada por la mutación es la base sobre la que opera la selección medio-ambiental controlando mediante eficacia biológica de los fenotipos (sobrevivencia y reproducción): el viejo truco de ensayo y error, al punto de producir amplificación de los genotipos más exitosos.

No evoluciona el individuo, pues sus logros fenotípicos, como por ejemplo una gran muscula-tura desarrollada a partir de disciplina gimnástica, no se heredan a sus hijos. Es importante destacar aquí cómo la evolución cultural es una generalización del mecanismo de ensayo error. Sin embargo, a diferencia de la evolución biológica, la evolución cultural se da por un mecanismo que podríamos llamar lamarkiano, es decir que los desarrollos pueden ser heredados por la generación siguiente por aprendizaje. Así, llegará —en el ejemplo citado— un joven a desarrollar una tremenda musculatura, guiado por su padre, o cualquiera otro, en la disciplina gimnástica, de manera hasta cierto punto independiente de su constitución genética. Así mismo, cada conocimiento, de la misma manera, se ha apoyado en los anteriores.

Contra irremediables obstáculos, se abre paso la verdad, echando mano de la memoria almacenada fuera de nuestros cuerpos. También en este desarrollo se han presentado irre-mediables pérdidas y retrocesos.

EL CÓDIGO GENÉTICO

En el desarrollo del proceso evolutivo, las estructuras son verdaderos palimpsestos. Co-mo resultado, en el proceso ontogénico del embrión, está gravada la filogenia de la especie. Primero intervienen las instrucciones de mayor antigüedad, como el desarrollo de branquias propias de los peces y, luego, instrucciones más recientes que modifican el embrión en forma secuencial, transformando esas branquias en mandíbulas.

FILOGENIA

En nuestro planeta la cuestión empezó hace unos cuatro mil quinientos millones de años. Una concurrencia de roca fundida por acción del calor generado por miles de colisiones y adhesiones conformó la masa de nuestro globo rocoso. Las colisiones cesaron, la tempera-tura disminuyó, se formaron los mares, sopas cósmicas enriquecidas y una enrarecida atmósfera. Quinientos millones de años más tarde de ese traumático nacimiento, según estimaciones de algunos biólogos, emergió la vida, quizá como semilla extraterrestre de materia orgánica, absolutamente abundante en el universo, quizá por verdaderas asambleas de polímeros procedentes de materia inanimada. Es un salto a la regulación de las fuerzas electromagnéticas responsables de dar unidad a la materia y, en tal medida, contrariar la entropía. Aquí, se repite el salto de la arcilla abiótica al ser vivo.

Más tarde, esa porción de materia, codifica su exterior inmediato logrando organizar una membrana protectora, con permeabilidad selectiva del medio. En la actualidad encontra-mos aún seres unicelulares bacteriformes que clasificamos en el reino protista, sin orga-nelas membranosas. Para explicar el aumento en la complejidad de estas células simples, se plantea una seductora teoría que sostiene que algunas organelas de células fueron antes “organismos libres” que se incorporaron a la célula por conjugación simbiótica.

El hecho según el cual la mitocondria utiliza un “libro” diferente al del núcleo en ciertas transcripciones del código genético como proteína, sugiere una larga separación en los códigos genéticos de mitocondria y núcleo. Ésta fue la labor que tan arduamente desarro-llaron

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