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Freud Y Sus Cinco Conferencias


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2014  •  4.147 Palabras (17 Páginas)  •  248 Visitas

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1º Conferencia

Los enfermos histéricos sufren de reminiscencias. Sus síntomas son residuos y símbolos conmemorativos de determinados sucesos (traumáticos). Todos los histéricos y neuróticos no sólo recuerdan dolorosos sucesos ha largo tiempo acaecidos, sino que siguen experimentando una intensa reacción emotiva ante ellos; les es imposible libertarse del pasado y descuidan por él la realidad y el presente. Tal fijación de la vida psíquica a los traumas patógenos es uno de los caracteres principales y más importantes, prácticamente, de la neurosis. Al reproducir después ante el médico estas escenas se exteriorizó con singular violencia, como si hasta aquel momento hubiese estado reservando y aumentando su intensidad el efecto en ellas inhibido. Se observó, además, que el síntoma que había quedado como resto de los traumas psíquicos llegaba a su máxima intensidad durante el período del tratamiento dedicado a descubrir su origen, logrado lo cual desaparecía para siempre y por completo. Por último, se comprobó que el recuerdo de la escena traumática, provocado en el tratamiento, resultaba ineficaz cuando por cualquier razón tenía lugar sin exteriorizaciones afectivas. El destino de estos afectos, que pueden considerarse como magnitudes desplazables, era, por tanto, lo que regía así la patogénesis como la curación. Todas estas observaciones nos obligaban a suponer que la enfermedad se originaba por el hecho de encontrar impedida su normal exteriorización los afectos desarrollados en las situaciones patógenas, y que la esencia de dicho origen consistía en que tales afectos “aprisionados” eran objeto de una utilización anormal, perdurando en parte como duradera carga de la vida psíquica y fuentes de continua excitación de la misma, y en parte sufrieron una transformación en inervaciones e inhibiciones somáticas anormales, que vienen a constituir los síntomas físicos del caso. Este último proceso ha sido denominado por nosotros conversión histérica. Cierta parte de nuestra excitación anímica deriva ya normalmente por los caminos de la inervación física, dando lugar a lo que conocemos con el nombre de “expresión de las emociones”. La conversión histérica exagera esta parte de la derivación de un proceso anímico saturado de afecto y corresponde a una nueva expresión de las emociones, mucho más intensa y dirigida por nuevos caminos. Cuando una corriente afluye a 2 canales tendrá siempre lugar una elevación de nivel en uno de ellos, en cuanto en el otro tropiecen las aguas con algún obstáculo. Por el estudio de los fenómenos hipnóticos nos hemos acostumbrado a la idea, extraña en un principio, de que en el mismo individuo son posibles varias agrupaciones independientes entre sí, que no saben nada unas de otras y que atraen alternativamente a la conciencia (double consciencie). Cuando este desdoblamiento de la personalidad permanece constantemente ligada la conciencia a uno de los 2 estados, se da éste el nombre de estado psíquico consciente y el de inconsciente al que queda separado de él. Los síntomas histéricos surgen en tales estados anímicos, que denominó estados hipnoides. Aquellas excitaciones que se producen hallándose el sujeto en estos estados hipnoides se hacen fácilmente patógenas, dado que en ellas no existen condiciones favorables a una derivación normal de los procesos excitantes. Originan éstos entonces un inusitado producto (el síntoma), que se incrusta como un cuerpo extraño en el estado normal, al que en cambio escapa el conocimiento de la situación patógena hipnoide.

2º Conferencia

Al mismo tiempo que Breuer ensayaba con su paciente, comenzaba Charcot en Paris con las histerias. Tomamos como punto central de nuestra teoría el desdoblamiento psíquico y la pérdida de la personalidad. El hipnotismo se me hizo pronto enfadoso, por constituir un medio auxiliar en extremo inseguro y místico. Los recuerdos olvidados no se habían perdido. Se hallaban a merced del enfermo y dispuestos a surgir por asociación con sus otros recuerdos no olvidados, pero una fuerza indeterminada se lo impedía, obligándolos a permanecer inconscientes. La existencia de esta fuerza era indudable, pues se sentía su actuación al intentar, contrariándola, hacer retornar a la conciencia del enfermo los recuerdos inconscientes (resistencia del enfermo). Las fuerzas que en el tratamiento se oponían, en calidad de resistencia, anteriormente habían producido tal olvido y expulsado de la conciencia los sucesos patógenos correspondientes (represión). Originábase así un conflicto, una lucha interior, cuyo final era que la representación que aparecía en la conciencia llevando en sí el deseo, inconciliable, sucumbía a la represión, siendo expulsada de la conciencia y olvidada junto con los recuerdos a ella correspondiente. La incompatibilidad de dicha idea con el Yo del enfermo era, pues, el motivo de la represión, y las aspiraciones éticas o de otro género del individuo, las fuerzas represoras.

El desdoblamiento psíquico lo explicamos dinámicamente por el conflicto de fuerzas psíquicas encontradas y reconocemos en él el resultado de una lucha activa entre ambas agrupaciones psíquicas. En todo individuo se originan conflictos psíquicos y existe un esfuerzo del yo para defenderse de los recuerdos penosos, sin que, generalmente, se produzca el desdoblamiento psíquico. Para que el conflicto tenga la disociación por consecuencia son necesarias otras condiciones. El hipnotismo encubre la resistencia y proporciona acceso a determinado sector psíquico; pero, en cambio, hace que la resistencia se acumule en los límites de este sector, formando una impenetrable muralla que impide una más profunda penetración. Para expresarlo más directamente por medio de la investigación de los histéricos y otros enfermos neuróticos llegamos al convencimiento de que en ellos ha fracasado la represión de la idea que entraña el deseo intolerable. Han llegado a expulsarla de la concienca y de la memoria, ahorrándose así aparentemente una gran cantidad de dolor, pero el deseo reprimido perdura en lo inconsciente, espiando una ocasión de ser activado, y cuando ésta se presenta, sabe enviar a la conciencia una disfrazada e irreconocible formación sustitutiva. Este producto sustitutivo de la idea reprimida (el síntoma) queda protegido de subsiguientes ataques de las fuerzas defensivas del yo. En el síntoma puede hallarse, junto a los rasgos de deformación, un resto de analogía con la idea primitivamente reprimida; los caminos seguidos por la génesis del producto sustitutivo se revelan durante el tratamiento psicoanalítico del enfermo, y para la curación es necesario que el síntoma sea conocido de nuevo y por los mismos caminos, hasta la idea reprimida. Una vez reintegrado lo reprimido a la actividad anímica consciente, labor que supone el vencimiento de considerables

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