Segunda Conferencia De Freud
Enviado por virval • 2 de Abril de 2013 • 997 Palabras (4 Páginas) • 830 Visitas
Segunda Conferencia de Freud:
Por la misma época en que Breuer ejercía con su paciente la talking cure, Charcot había iniciado en Paris indagaciones sobre las histéricas del hospital Salpetriere, que darían por resultado la comprensión novedosa de la enfermedad.
Charcot de quien fui discípulo entre 1885 y 1886 no se inclinaba a las concepciones psicológicas. En cambio su discípulo Pierre Janet intento penetrar con mayor profundidad en los procesos psíquicos de la histeria y nosotros seguimos su ejemplo cuando situamos la escisión anímica y la fragmentación de la personalidad en el centro de nuestra concepción.
Según Janet la histeria es una forma de alteración degenerativa del sistema nervioso que se manifiesta mediante la endeblez (fragilidad) innata de la síntesis psíquica. Sostiene que los enfermos de histeria son desde el comienzo incapaces de cohesionar en una unidad la diversidad de los procesos anímicos y por eso se produce una disociación anímica.
Desde mi óptica no encaja con la teoría de la endeblez anímica de los histéricos el hecho de que junto a los fenómenos de un rendimiento disminuido, se observa en ellos un incremento parcial de su productividad.
Cuando continué con las indagaciones iniciadas por Breuer llegue a otro punto de vista acerca de la génesis de la disociación histérica (escisión de conciencia).
Yo no partía como Janet de experimentos de laboratorio, sino de empeños terapéuticos.
Cuando a pesar de mis esfuerzos solo conseguía poner en estado hipnótico a una fracción de mis enfermos, resolví abandonar la hipnosis e iniciar el tratamiento catártico, orientándome por trabajar con su estado normal.
Esto parecía algo sin sentido, ya que se planteaba la tarea de averiguar del enfermo algo que ni yo ni el mismo sabía. Entonces recordé un experimento muy asombroso que yo había presenciado junto a Bernheim.
Cuando había llegado con ellos a un punto en que aseveraban no saber nada mas, les aseguraba sin embargo que lo sabían y que solo debían decirlo.
De esa manera conseguía sin emplear la hipnosis, averiguar de los enfermos todo lo necesario para restablecer el nexo entre las escenas patógenas olvidadas y los síntomas que estas habían dejado como secuela.
De esta forma había corroborado que los recuerdos no estaban perdidos. Se encontraban en posesión del enfermo prontos a aflorar en asociación con lo sabido por el, pero alguna fuerza les impedía volverse concientes y los forzaba a permanecer inconcientes.
Eliminar esas resistencias se había mostrado necesario para su restablecimiento.
Las mismas fuerzas que hoy, como resistencia se oponían al hecho de hacer conciente lo olvidado tenían que aquellas las que en su momento produjeron ese olvido y llevaron afuera de la conciencia las vivencias patógenas en cuestión. A este proceso lo llamé represión.
En todas estas vivencias estaba en juego el afloramiento de una moción de deseo que se encontraba en oposición a los demás deseos del individuo, probando ser inconciliable con las exigencias éticas y estéticas de la personalidad.
Se había desatado un breve conflicto y el final
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